El rey león, ¿el triunfo de la nostalgia a pesar de todo?
El nuevo remake de El rey león de Disney ha sido ampliamente criticado pero su recaudación global ya supera los 1.500 millones de dólares.
El remake de Disney ha sido criticado por sacrificar la expresividad, la imaginación y la magia del original en favor del hiperrealismo documental. La respuesta del público: tras recaudar más de 1.500 millones de dólares, El rey león de Jon Favreau se ha convertido en la película de ¿animación? más taquillera de la historia. En la era de la nostalgia, el Hamlet de la sabana africana sigue removiéndonos las entrañas tanto en el cine como en el teatro con su espectacular versión musical.
Hace 25 años Disney estrenó El rey león, su primera película de animación basada en una historia original. O eso defienden ellos como sabrán los conspiranoicos espectadores de Kimba. Una generación después, la fábrica de los sueños decidió resucitar su exitosa cinta en un espectáculo de acción real cargado de efectos digitales y, según la mayor parte de la crítica, carente de toda magia. Entretanto, habían estrenado varias secuelas y spin offs en el cine y la televisión, un musical cuyo éxito ha dado la vuelta al mundo, cuentos, merchandising y un sinfín de propiedades derivadas. Pero, ¿cuáles son las claves de su éxito? ¿Sus reminiscencias shakespearianas? ¿La fantasía Disney? ¿Un carrusel de emociones que abarcan desde la amistad y el amor a la vergüenza y la traición? ¿O su soberbia banda sonora?
Comenzando por el principio, El rey león narra el periplo vital de Simba, un joven león que, tras la dramática muerte de su padre, de la que se siente responsable, huye a la selva. Con la ayuda de sus amigos Timón y Pumba, las enseñanzas –desde el cielo– de Mufasa y la ayuda de su interés romántico, Nala, encontrará el valor para regresar a la sabana, enfrentarse a su tío Scar y reclamar su lugar en el reino. Una melodramática historia de superación, aprendizaje y valor protagonizada por un héroe, al que vemos equivocarse, madurar y crecer, ambientada en un exótico e inexplorado escenario; una mezcla perfecta de tragedia y comedia que marcó un antes y un después para toda una generación de espectadores… a los que todavía se les pone la piel de gallina escuchando El ciclo de la vida.
El Hamlet de la sabana africana
El rey león es uno de los proyectos Disney que más tiempo pasó en etapa de preproducción por su innovadora propuesta narrativa y estética: comenzó a gestarse en 1988 y hasta su estreno en 1994 la historia fue reescrita en diversas ocasiones, el equipo de realización cambió hasta terminar de configurarse y la banda sonora creció de la mano de la narración. En palabras del productor, Don Hahn: “El rey león estaba consideraba una película pequeña porque íbamos a correr algunos riesgos. El pitch de la historia fue, un cachorro de león es acusado de un crimen que no ha cometido por su tío, con la música de Elton John. La gente nos dijo: ‘¿qué? Buena suerte con eso’”.
Según han contado los directores Rob Minkoff y Roger Allers, El rey león está inspirada en la Biblia, concretamente en las historias de José y Moisés, y en Hamlet. Tanto es así que los incontables paralelismos entre la película y la obra de teatro de William Shakespeare incluyen los principales giros dramáticos y temas de la cinta: Hamlet/Simba como el príncipe desterrado, las reflexiones sobre la responsabilidad (o la carga) de gobernar con justicia, el malvado tío Claudio/Scar que mata a su hermano, finge un accidente y se hace con el trono… Hasta Nala es comparada con Ofelia. Aunque por dramática que sea la animación de Disney –otro huérfano para atormentar a millennials y generaciones venideras–, no acaba matando a todos los personajes.
No obstante, en los mentideros de internet existe la teoría de que El rey león es, en realidad, un enorme plagio Kimba, el león blanco, una serie japonesa, emitida en Estados Unidos en la década de los años 60, basada, a su vez, en el manga Jungle Emperor Leo, creado por el animador Osamu Tezuka. La historia, los personajes e incluso algunos planos son calcados como demuestran varios vídeos recopilatorios de Youtube.
Aunque Disney negó cualquier conocimiento del león albino nipón, parece más razonable la respuesta que dio Tom Sito, animador de El rey león. “Puedo decir que Kimba no nos inspiró en absoluto. Creo que fue una coincidencia”, aseguró al Huffington Post. “Los artistas que trabajaron en la película, si crecieron en los 60, probablemente vieron Kimba. Yo vi Kimba cuando era un niño y pienso que en los recovecos de nuestra memoria lo sabíamos, pero no creo que nadie conscientemente pensara: ‘Vamos a plagiar Kimba’», añadió.
Sea como fuere, El rey león se convirtió en el mayor éxito de Disney hasta la fecha y solo Frozen logró arrebatarle el trono en 2013. Con un presupuesto de 45 millones de dólares, la animación recaudó cerca de mil millones de dólares en todo el mundo. La compañía del ratón aprovechó para lanzar dos películas secuela directamente a vídeo, El rey león II: El orgullo de Simba (1998) y El rey león 3: Hakuna Matata (2004); dos series de televisión, Timón y Pumba (1995-1999) y La guardia del León (2015-2019); y reestrenó la cinta en formato IMAX en 2002 y en 3D en 2011. De manera que el remake de este verano es otra forma de seguir explotando la franquicia –como el musical, que merece una mención aparte– en esta era de la nostalgia. Y entronca con la decidida apuesta del estudio por las versiones en acción real, en este caso más efectos digitales que otra cosa, con un director de renombre. Para Aladdin, ficharon a Guy Ritchie, para Dumbo eligieron a Tim Burton y con El rey león repitieron con Jon Favreau, artífice de la franquicia de Iron Man y, por extensión, de otro fenómeno reciente de la taquilla, el universo cinematográfico de Marvel; pero también responsable de la reciente revisión de El libro de la selva.
El hiperrealismo digital frente a la fantasía de la animación
Para la mayor parte de la crítica, la magia del original se ha perdido en el esfuerzo hiperrealista del nuevo Rey León. Los personajes pasan de retratar una paleta de emociones tan amplia como el viaje del héroe a convertirse en unos animales rígidos e inexpresivos. En palabras de Peter Travers, de Rolling Stone: “Todo lo que el dinero puede comprar, incluido el talento vocal de Beyoncé y Donald Glover, se ha puesto en esta fotorrealista versión de El rey león. Lo que falta es el corazón, el alma, el atrevimiento y cualquier indicio de originalidad”. Peter Howell, de Toronto Star, va aún más lejos diciendo: “En ningún momento de El rey león de Jon Favreau parece que fuera una buena idea rehacer la parábola africana de Disney de 1994, excepto por la ganancia que seguramente acumulará”. Según Rotten Tomatoes, web dedicada a recopilar las opiniones críticas de películas y series de televisión, la acepción de la nueva cinta por parte de los medios especializados es de solo el 53% frente al 93% de la película original. A pesar de todo, la respuesta del público ha sido sensacional.
Casi dos meses después de su estreno, el pasado 19 de julio, el remake de El rey león ha superado todas las predicciones. De momento, la taquilla global supera los 1.500 millones de dólares, habiendo logrado un 34% de esa recaudación en Estados Unidos y el restante 66% en el extranjero. Con estos datos la cinta se ha erigido como la película de animación más taquillera de la historia, sin contar la inflación, superando el récord que hasta ahora tenía Frozen con 1.276 millones de dólares. Pero, ¿El rey león es animación?
Disney ha evitado definir este filme como cinta de animación o de acción real, una estrategia para subrayar su asombrosa tecnología, alabada de manera unánime. De hecho, solo un plano de este Rey León no ha sido elaborado digitalmente: la imagen del amanecer en la sabana africana con la que comienza la película. “La tecnología es una forma de magia. Para nosotros, hacer El rey león tan excitante e interesante visualmente como pudimos, con todas estas tecnologías que la gente no ha visto hasta ahora (…), crea emoción», dijo Favreau a Efe.
Alguien se dio a la tarea de hacer un retoque a algunas de las imágenes de la nueva película de #ElReyLeón, ¿qué opinan? pic.twitter.com/w9adizeQ4d
— Sopitas (@sopitas) July 23, 2019
La cuestión es que Disney ha logrado dominar la taquilla mundial en 2019 gracias a sus mencionados remakes de clásicos, este año El rey león, Dumbo y Aladdin; películas de superhéroes entre las que destaca Vengadores: Endgame, el filme de mayor recaudación de la historia con casi 2.800 millones de dólares; y secuelas como Toy Story 4. Esto a falta de dos de sus estrenos más esperadas: Frozen 2 y la nueva entrega de Star Wars.
Resumiendo, este Rey león tenía todos los ingredientes para triunfar: es una marca conocidísima, apela a la nostalgia, es una película familiar que puede ver público de todas las edades y se ha estrenado en verano sin demasiada competencia, en una enorme cantidad de salas, tras una gigantesca campaña de marketing. Si luego resulta que el nuevo filme es una repetición plano a plano del original donde los personajes han perdido gran parte de su personalidad y expresividad en favor de un realismo casi documental, quizá no importe tanto a los espectadores que volvieron al cine para revivir su infancia. Como dice su celebérrima canción: Hakuna Matata.
El musical: la versión que igualó (si no superó) al original
Más allá del lógico reciclaje de propiedades –común a todas las grandes productoras–, teniendo una música tan espectacular como la de El rey león, su posterior adaptación teatral en formato musical era cuestión de tiempo. Para empezar porque en 1994 la película se llevó dos premios Oscar, a la mejor banda sonora y la mejor canción original; tres Globos de Oro en estas dos mismas categorías y mejor comedia o musical; y un Grammy a la mejor interpretación masculina para Elton John, artífice de la banda sonora junto a Hans Zimmer y Tim Rice.
En lo que respecta al musical, no solo es una de las producciones del género de más éxito, sino un fenómeno teatral en todo el mundo con más de 100 millones de espectadores en todo el mundo y una recaudación superior a los 8.000 millones de dólares. Estrenado el 13 de noviembre de 1997 en Broadway, es ya el tercer musical más longevo en la cartelera neoyorquina. Casi dos años después llegó a Londres, donde el 19 de octubre cumplirá 20 años. Y en Madrid acaba de comenzar su novena temporada consecutiva, llenando prácticamente todas las noches. Con más de 3.300 funciones desde su debut en el Teatro Lope de Vega el 21 de octubre de 2011, en las próximas semanas superarán los cinco millones de espectadores. Actualmente, esta es la única versión en castellano de El rey león que se representa en todo el mundo. De hecho, el 80% del público viene a ver el musical desde fuera de la Comunidad de Madrid.
Habida cuenta del magnífico material original, el acierto de esta adaptación fue fichar a Julie Taymor. La directora del espectáculo, creadora del vestuario y coautora del diseño de las máscaras utilizadas en el show logró recrear la sabana africana y sus habitantes a través de una espectacular escenografía y unas 200 marionetas, animatronics y máscaras artesanales que, en lugar de ocultar a los actores que las manipulan, invitan al espectador a elegir qué prefiere ver. El doble acontecimiento lo llama.
Una solución innovadora e imaginativa que muestra cómo funciona la magia del escenario al tiempo que pone en valor el trabajo de las 150 personas que hacen posible este espectáculo. Y un magnífico ejemplo de cómo una nueva versión puede convertirse en una propiedad autónoma: arriesgando y apostando por la imaginación, igual que hicieron con el original.