Acuerdo de París: por qué es importante que Estados Unidos regrese y cómo Biden puede lograrlo
La primera potencia mundial podría volver a liderar una lucha de la que se apeó en 2016, negacionismo climático mediante
El pasado 4 de noviembre, cuando aún muchos seguíamos de resaca electoral y el mundo todavía no tenía claro quién había ganado las elecciones, se consumaba un divorcio anunciado: Estados Unidos salía del Acuerdo de París sobre el clima de manera oficial.
Esta retirada, anunciada por Donald Trump[contexto id=»381723″] en los albores de su mandato, ha llegado tan tarde por la propia normativa del pacto: el punto 28 del acuerdo indica que cualquier país que lo hubiera ratificado, como es el caso de Estados Unidos, solamente podía solicitar su salida a partir del tercer año de su entrada en vigor. En el caso estadounidense, esto era el 4 de noviembre de 2019. La Administración Trump realizó la petición formal entonces, pero tenía que pasar otro año más para que la salida del acuerdo fuera efectiva y que Estados Unidos pudiera desvincularse del todo de este gran pacto global contra la emergencia climática.
En estas páginas ya hemos hablado de la complicada relación de Trump con el planeta, de sus idas y venidas en cuestiones climáticas y medioambientales, de los retrocesos que en este sentido han provocado sus políticas. Pero, ¿por qué el Acuerdo de París, ratificado por la Administración Obama, era un escollo para Trump? Bueno, él argumentaba que este pacto conllevaba una «permanente desventaja» a la economía y los trabajadores estadounidenses. Y, claro, America first –y su política energética, también–. Pero mientras el recuento de las elecciones avanza, Trump parece cada vez más cosa del pasado; el futuro, también el medioambiental, está en manos de un hombre que ha prometido devolver a su país a la senda de la lucha contra el cambio climático: Joe Biden.
Por qué es importante que Estados Unidos regrese al pacto
Estados Unidos es el segundo país más contaminante a escala global, por lo que su presencia en el pacto y su cumplimiento de los requisitos para permanecer en él, así como de los objetivos de sostenibilidad marcados, es fundamental en esta lucha. El Acuerdo de París busca, entre otras cosas, reducir las emisiones para poder limitar el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2°C sobre los niveles preindustriales. Para lograrlo, es fundamental repensar el modelo económico basado en la producción de combustibles fósiles. Esto, que era una barrera infranqueable para Donald Trump –poco amigo de regular nada relacionado con la economía, aunque esté contribuyendo a recalentar el planeta–, parece que es uno de los compromisos de Biden en su futuro mandato.
Los efectos del cambio climático se notan en todo el mundo, existe un consenso científico sobre ello, pero también se notan –y mucho– en suelo norteamericano. A pesar de que esos efectos eran evidentes –entre 2019 y 2020 se han registrado incendios forestales récord en Estados Unidos y una serie cada vez más acuciante de huracanes en la costa del Golfo–, Trump no cejó en su empeño y Estados Unidos es ahora el único país que se ha retirado formalmente del acuerdo desde que fue adoptado en 2015. Que sea el único país es importante, ya que durante mucho tiempo se habló de la posibilidad de que otros países –algunos aliados de Trump como Brasil o Arabia Saudí– siguieran el ejemplo estadounidense. El regreso de la primera potencia mundial a este acuerdo histórico podría devolverle la relevancia geopolítica que tuvo cuando se firmó.
En el juego internacional, cada potencia está intentando destacar por su lado. China –el país más contaminante– anunció hace unas semanas su intención de ser neutro en carbono en el año 2060; la Unión Europea quiere liderar la transición energética global y convertir al europeo en el primer continente con cero emisiones de efecto invernadero. Si Estados Unidos, de la mano de Biden, entra en esta guerra del quién da más por el clima, la batalla contra la emergencia climática podría ponerse seria de una vez por todas.
¿Cómo puede Biden volver al acuerdo?
En campaña, el demócrata prometió regresar al Acuerdo de París lo antes posible una vez superada su toma de posesión si gana las elecciones. El plan climático que propuso, y que asciende a dos billones de dólares, es el más ambicioso en términos de medioambiente en la historia de un candidato a la Casa Blanca. Con él, Biden y su equipo buscan que Estados Unidos logre, por ejemplo, una generación de electricidad 100% limpia para el año 2035. Por poner algunos ejemplos, entre las medidas específicas presentadas por el ambicioso plan climático de Joe Biden en campaña, están la inversión de 500.000 millones de dólares anuales en vehículos eléctricos; la conservación del 30% de las tierras y aguas de Estados Unidos para 2030 o la exigencia de límites exigentes de contaminación por metano para las operaciones de petróleo y gas en el país.
Ahora bien: ¿puede Biden regresar a Estados Unidos al Acuerdo de París? Entrar es más fácil que salir. De hecho, salir es difícil porque la Administración Obama negoció condiciones duras por si algún día alguien, como ha hecho Trump, quería abandonar el pacto. Si nos atenemos a las reglas del Acuerdo de París, lo único que se requiere para volver a entrar en él es un mes de preaviso. Por lo tanto, Biden podría solicitar el reingreso el mismo 20 de enero, día en que juraría el cargo, y Estados Unidos estar dentro del pacto un mes después, el 20 de febrero.
Más difícil que entrar es lograr cumplir los objetivos, y más con los significantes retrocesos que ha supuesto la política estadounidense en materia de energía y medioambiente de los últimos cuatro años. Para revertir este efecto, la Administración Biden tendría que redoblar esfuerzos y anunciar reducciones de emisiones aún más ambiciosas.
Después, entra el juego político. Incluso en el más favorable de los escenarios para los demócratas, uno en el que mantuvieran el control de la Cámara de Representantes y consiguieran una estrecha mayoría en el Senado, Biden necesitaría apoyos republicanos para legislar sobre muchas de las cuestiones relacionadas con el medioambiente. Seguramente, hasta enero no sabremos nada de esto. Pero lo que sí sabemos es que la intención de volver al consenso contra el cambio climático está ahí y que, de mantenerse, la primera potencia mundial podría volver a liderar una lucha de la que se apeó en 2016, negacionismo climático mediante.