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El infierno sexual de Rotherham

«La violación en grupo forma parte del proceso de crecimiento en Rotherham». Son palabras de una de los cientos de víctimas de explotación sexual de menores en la ciudad inglesa de Rotherham, en el condado de Yorkshire del Sur. Una investigación privada conmociona a todo Reino Unido. El informe dirigido por la profesora Alexis Jay desvela que al menos 1.400 niños fueron víctimas de «atroz” explotación sexual en Rotherham de 1997 a 2012. Policía y Ayuntamiento lo sabían y “no hicieron nada”. La cadena de negligencia y ocultamiento y errores en los diferentes responsables llega hasta nuestros días. El problema aún no está resuelto.

El infierno sexual de Rotherham

Reverside House, Ayuntamiento de Rotherham. La localidad es el epicentro de ungran escándalo de abusos sexuales a menores (Nigel Roddis/Getty Images)

Indescriptible

La lectura del informe permite vislumbrar las atrocidades entre las que debieron navegar sus autores para sacar a la luz el gran escándalo de explotación sexual de menores en Rotherham. “Es difícil describir la naturaleza atroz de los abusos que sufrieron los niños. Fueron violados en grupo, víctimas de la trata a otros pueblos y ciudades del norte de Inglaterra, secuestrados, golpeados e intimidados”, avanza Alexis Jay, responsable de la investigación: “hay ejemplos de niños que fueron rociados con gasolina y amenazados con que les prenderían fuego, amenazas con armas, les hicieron presenciar brutales y violentas violaciones y les amenazaban con que serían los siguientes si se lo contaban a alguien. Niñas de tan apenas 11 años fueron violadas por un gran número de agresores”.

Un problema conocido en Rotherham

A nadie ha cogido por sorpresa las distintas revelaciones sobre el caso de Rotherham. Ni siquiera el estremecedor conteo de niños que ofrece ahora el informe de Alexis Jay. Había constancia de lo que estaba ocurriendo desde los primeros años, había una “creciente evidencia de que la explotación sexual infantil era un problema grave en Rotherham”. Sin embargo, la Policía no dio prioridad a este problema y trató “con desprecio” a muchas víctimas.

La prueba definitiva de esta apatía se produjo en 2002, 2003 y 2006, “con tres informes conocidos por la Policía y el Ayuntamiento, que no podían haber sido más claros en su descripción de la situación en Rotherharm”, asegura Jay. El primero fue desestimado porque “altos oficiales desconfiaban de los datos que contenía”. “Esto ha llevado a sospechas de encubrimiento”, asegura ahora el nuevo informe. Los otros dos vinculaban la explotación sexual infantil con drogas, armas y crímenes en la ciudad pero “fueron ignorados”. Ahora sabemos que el informe de 2002, que fue desestimado, pudo haber acabado con los abusos sexuales a menores en la ciudad.

En 1998 un examen a los servicios sociales de Rotherham se resolvía con numerosas felicitaciones, pero también llamaba la atención sobre la calidad de la respuesta y sobre la incoherencia de las normas de registro de grabaciones. En el 2003 la Inspección de Servicios Sociales investigó en particular los servicios a menores comprobando que los planes de acción del Comité de Protección del Menor “estaban al día”, pero el núcleo del servicio se encontraba “bajo presión”, algo que no fue totalmente percibido por el Ayuntamiento de Rotherham: había retrasos importantes en la respuesta a las denuncias, algunos servicios eran escasos, y el problema se veía agravado por la falta de personal; además se hace mención expresa a la falta de capacitación: personal de primera línea y varios de los que ocupaban el delicado puesto de realizar las entrevistas y pesquisas “no estaban suficientemente preparados” para hacer frente a la complejidad del caso.

La lentitud de respuesta detectada en 2003 provocó que los inspectores pidieran “una acción urgente por parte de la Administración para garantizar la seguridad de los menores”.

Un año después, la Commission for Social Care Inspection señaló que tras los cambios efectuados Rotherham va “en la dirección correcta”, y apuntó a otros aspectos que aún debían mejorarse, como –de nuevo- la formación de parte de personal, o la calidad de las oficinas de los altos funcionarios. Sin embargo, tal y como subraya el informe privado, “no se hizo mención alguna a la explotación sexual de menores” en el seguimiento de 2004 “ni en ninguno de las inspecciones previas”.

Confianza en Risky Business

La Junta de Protección del Menor encargó una investigación en 2010 a Malcolm Stevens de Justicie Care Solutions, la idea era evaluar y mejorar los servicios de respuesta local ante los abusos a menores. De esta evaluación se elevó la voz de alarma: se examinaron delitos sexuales cometidos contra muchas niñas por hombres de 20 a 29 años. “Se presentaron cargos en relación a cuatro niñas de 12 a 16 años”, señala Jay, “los acusados eran ocho hombres de origen asiático. Cinco fueron declarados culpables”.

La descripción de Stevens de lo que estaba sucediendo en Rotherdham no dejaba lugar a dudas: era “extremadamente grave”, en palabras de Jay. Lo resume muy bien el testimonio de Emma Jackson, una de las víctimas, señalando que muy pocos facultativos entendían lo que realmente estaba pasando: “Ellos no me escuchan… deberían estar entrenados para entender CSE (Child Sexual Exploitation) mejor e intervenir antes. Debería haber más gente como Risky Business”.

El Proyecto Risky Business fue el primer servicio público en Rotherham que logró identificar y dar soporte a los menores víctimas de abusos sexuales. “Operó de forma divulgativa, trabajando con un gran número de víctimas, así como personas en riesgo”, asegura Jay. Desde 2007 Risky Business trabajó con eficacia con la Policía, pero fue “a menudo visto como una molestia, sobre todo por la atención social a los menores, y hubo muchas tensiones entre ambos“.

Miedo a ser acusados de racismo

Son muchas las dudas sobre por qué la policía no actuó teniendo sobre la mesa tantos datos e informes tan detallados sobre la envergadura del problema. El informe de Jay no resuelve todas ellas sino que maneja varias posibilidades, y asegura que en 2005 es “difícil de creer” que hubiera, desde los altos cargos hasta los últimos funcionarios, alguien que “no estuviera al tanto” de lo que estaba ocurriendo. Sin embargo no mostraron interés sobre los casos de CSE, exceptuando el apoyo financiero al proyecto Risky Business.

Aunque las razones “no están claras”, Jay señala algunas posibles: “la negación de que algo así podría estar ocurriendo en Rotherham”, el miedo a que “el elemento étnico –los autores eran en su mayoría paquistaníes- pudiera dañar la convivencia comunitaria”, el temor a que el asunto se convirtiera en algo “de dominio público” estropeando “la reputación de la ciudad”. Además, creían que si eso ocurría se “podrían poner en peligro las operaciones policiales”.

Una de los descubrimientos clave de la investigación privada tiene que ver con la nacionalidad paquistaní de los criminales. Todas las víctimas los definían como “asiáticos”. Sin embargo, desde el Ayuntamiento nadie trató de recabar apoyos en la comunidad paquistaní en la ciudad para intentar “abordar conjuntamente la cuestión”. Quizá eso habría extendido la popularidad del problema. Y algunos concejales creían que se trataba de un “problema puntual”. Además, varios funcionarios “mostraron nerviosismo” a la hora de identificar los “orígenes étnicos de los autores por temor a ser tachados de racistas”, mientras que otros, según recoge el informe de Jay, “recordaban la indicación clara de sus superiores de no hacerlo”. Dicho de otro modo: los responsables de la policía de Rotherham querían evitar que sus agentes señalasen abiertamente la condición de extranjeros de los agresores. No obstante, en todas las investigaciones los cargos policiales han negado rotundamente que el factor étnico pudiera influir en la toma de decisiones para atajar el problema.

El informe a su vez afirma que “no existe una relación simple entre la raza y la explotación sexual infantil, y en el Reino Unido la mayoría de los agresores sexuales de menores son hombres blancos”.

“Desde el punto de vista político, evitar la discusión de casos [por miedo a ser tildados de racistas] fue imprudente”, asegura la Alexis Jay. Existía además “demasiada dependencia de los organismos tanto a los líderes tradicionales de la comunidad como a los miembros elegidos e imanes”. Ellos eran el “principal conducto de comunicación” oficial.

Por otra parte una investigación realizada en 2006 detalló el cambio en el asunto de los abusos a menores por parte “de pandillas asiáticas” con respecto al pasado. Si antes lo hacían para su “satisfacción personal”, ahora habían descubierto en esto “oportunidades económicas” “Kurdos iraquíes y hombres kosovares” también figuraban entre los que se dedican a actividades organizadas de explotación de menores en Rotherham.

La Muslim Women’s Network elaboró un informe en 2013 sobre 35 mujeres víctimas de abusos sexuales en Reino Unido, la mayoría musulmanas. “Eran las más vulnerables a los hombres de sus propias comunidades que manipularon las costumbres culturales para impedirles a las chicas informar sobre los abusos”. La descripción de estos casos de abusos rebela la crueldad y la naturaleza de la explotación sexual y según Jay se trata de “una descripción que refleja los abusos cometidos por los agresores paquistaníes en las niñas blancas de Rotherham”.

La verdadera dimensión de los hechos

“En poco más de un tercio de los casos, los menores víctimas de abusos sexuales” habían sido conocidos previamente por los servicios sociales dedicados a la protección del menor, desvela el informe. En su mayoría, casos de violencia doméstica en sus familias o absentismo escolar.

Muchos de los jóvenes de Rotherham entrevistados por el equipo de Jay conocían a víctimas de abusos sexuales, tanto en su familia como en el colegio y “dieron ejemplos de niños que estaban siendo condenados al ostracismo en la escuela por estar involucrados en abusos sexuales”. Por supuesto, aseguraban que estos menores “reacios a buscar ayuda” por “vergüenza”.

Uno de los momentos más duros del informe de Jay llega con las declaraciones de una joven, que asegura que “la ‘violación en grupo’ formaba parte del proceso de crecimiento en el área de Rotherham”.

Muchos más abusos a chicas

Por lo general, la tasa niños víctimas de abusos sexuales es baja, con la única excepción de un condenado en 2007 por haber abusado de más de 80 niños y jóvenes. Según Jay, en mayo de 2014 seis de los casos de abusos a menores sobre los que se estaba trabajando eran chicos y 45 eran chicas.

Por otra parte, los abusos a menores varones se desatendían más aún. Al menos según los archivos de casos investigados ahora, ninguno de los niños fue remitido a Risky Business, y sólo uno fue reconducido a un especialista donde había una larga lista de espera. Uno de ellos, que no entró en el servicio de atención social, terminó convirtiéndose en un peligroso delincuente sexual, condenado más tarde por secuestro y violación de niñas.

La impotencia de los padres

Existen dos casos conocidos de padres que siguieron el rastro a sus hijas y “trataron de sacarlas de las casas donde eran sometidas a abusos”. Lo único que consiguieron en ambos casos estos padres fue resultar detenidos, tan pronto la policía irrumpió en la escena. Incluso “en un pequeño número de casos”, afirma Jay, que además recibieron –estos sí- especial atención mediática, “las víctimas fueron detenidas” por delitos como “quebrantamiento de la paz” o “estar borrachas”, sin que se tomara “ninguna medida” contra los autores de la violación a las menores.

Como si fueran novios

En un sorprendente número de los abusos investigados las menores iniciaron una relación sentimental con alguien mayor que ellas, que les hacía regalos –especialmente teléfonos móviles-, y que los recogía a la puerta de la escuela con llamativos coches deportivos. Fueron las propias escuelas de Rotherham las que alertaron de estos sucesos protagonizados por niñas de 11, 12 y 13 años. Estas chicas se sentían realmente halagadas y atraídas por el tratamiento y los cuidados de sus futuros abusadores. “Me daban bebida y drogas gratis… me llevaban en coches rápidos”, desvelaba una de ellas.

Según el informe “muchas estaban totalmente convencidas de que eran especiales” para el agresor, a pesar de tener evidencias de que “muchos otras menores” estaban siendo agasajadas y a la vez abusadas por el mismo hombre. Los criminales se esforzaban además por separar a la víctima de su familia y amigos. En este sentido, con la entrada de las nuevas comunicaciones e Internet, el contacto entre víctima y agresor sin que lo supieran sus familias se volvió mucho más rápido, alertando el informe especialmente sobre menores de 8 a 10 años, que habían sido detectados y seleccionados por sus agresores a través de redes sociales.

El papel de los taxistas

Según la investigación que ahora ha visto la luz, “uno de los puntos comunes” en la explotación de menores en Inglaterra es el “papel prominente de los taxistas a estar directamente vinculados a los niños que sufrieron abusos”. “Este fue el caso en Rotherham desde el principio”, asegura Jay.

A partir de 2006 las autoridades de la ciudad introdujeron reuniones sobre las licencias para repartidores de comida por la noche y taxistas. La Safeguarding Unit tuvo en su poder numerosos testimonios, los más graves a partir de 2010. Según el reporte “las menores describieron cómo [los taxistas] a veces cogían la ruta más larga y oscura hacia casa. Una de ellas dijo que la primera pregunta del conductor sería ‘¿Qué edad tienes, amor?”. Y “todas contaron que el contenido de sus conversaciones giraba rápidamente hacia el flirteo o lo sugerente, incluyendo referencias al sexo”. “Todas las jóvenes reunidas preferían usar el autobús”, a pesar del miedo que les daba la estación donde menudeaban criminales al acecho.

Los servicios sociales de protección del menor denunciaron que las empresas de taxis dificultaban el acceso a información útil en las investigaciones. La presencia de taxis en las puertas de los colegios, así como conductores individuales que acuden con frecuencia a recoger a chicas, se ha convertido con el tiempo de una de las prioridades de control de las autoridades de Rotherham, después de que diferentes chicas confesaran recibir regalos o carreras gratis hasta casa a cambio de sexo. Los investigadores creen que la lentitud del Licensing Enforcement Officer al enviar información a la policía sobre taxistas sospechosos provocó la reincidencia impune de varios delincuentes sexuales en Rotherham.

Consecuencias en las menores

Incluso en aquellos casos en que las agencias intervinieron adecuadamente para proteger y ayudar a las víctimas, el informe de Alexis Jay asegura que el “impacto de la explotación sexual” en los menores es “absolutamente devastador”. Según la investigación privada de cientos de casos, las víctimas sufrieron rupturas familiares, se quedaron sin hogar, y sufrieron daños físicos y psicológicos, incluídas secuelas para toda la vida.

“Varios años después de haber sido objeto de abusos, un número desproporcionado fueron víctimas de violencia doméstica”, subraya el texto, “habían desarrollado muchos años de adicción a alcohol y drogas, y tenían problemas en la crianza de sus propios hijos”, necesitando nuevas intervenciones de la agencias de protección del menor, esta vez para sus niños. Problemas psicológicos, a menudo sin diagnosticar ni tratar, problemas graves de salud mental, que con frecuencia iban más lejos: “muchos menores se autolesionaron y se convirtieron en suicidas”.

En síntesis, una gran cantidad de menores no han podido llevar después una vida normal. “La explotación sexual es como un círculo del que ya nunca puede escapar”, resume una de las víctimas.

Los abusos continúan en el municipio

Uno de los datos más sorprendentes que arroja la investigadora es que los abusos sexuales a menores no se han detenido en 2013, año hasta el que alcanza el periodo escrutado. Durante la propia investigación, miembros del equipo han recibido noticias de nuevos casos ocurridos durante el presente curso. En mayo de 2014, los casos recibidos por uno de los especialistas eran 51, pero otros trabajadores sociales del equipo contabilizaban otros reportes de abusos a menores. “En 2013 la policía recibió 157 informes relativos a casos de explotación sexual infantil en el término municipal” de Rotherham.

No es posible saber “la verdadera magnitud” de la explotación sexual infantil en Rotherham durante años. “Nuestra estimación conservadora es que aproximadamente 1.400 niños fueron explotados sexualmente en el periodo investigado, de 1997 hasta 2013”, concluye Alexis Jay.

Sue Berelowitz –responsable de la Comisión de los derechos infantiles en UK, que realizó el pasado año una investigación ha explicado que descubrió que “la policía y funcionarios [de Rotherham] en algunos casos continúan haciendo la vista gorda, no hacen preguntas, o alegan que los abusos se limitan a un determinado grupo étnico o clase social particular”.

La responsable de Interior Theresa May ha asegurado en las últimas horas que los trabajadores sociales, concejales, y jefes de policía que no lograron detener el escándalo de abusos sexuales en Rotherham “deben dimitir”.

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