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La otra cara del hambre: Un tercio de los alimentos del mundo se tiran a la basura

Cada año se desperdician en el planeta 1.300 millones toneladas de comida, pese a que hay casi 800 millones de personas que padecen hambre.  Una reciente ley en Francia obliga a los supermercados a donar los alimentos próximos a caducar para reducir el despilfarro

La otra cara del hambre: Un tercio de los alimentos del mundo se tiran a la basura

Cada año, un tercio de toda la comida producida en el mundo se tira a la basura. Contradictoriamente unos 800 millones de personas –una de cada 8 habitantes del planeta- no cuentan con alimentos suficientes para tener una vida saludable y activa, y alrededor de 2 mil millones de seres humanos están malnutridos. Una nueva legislación obliga a los comercios galos a donar comida que esté cercana a la vencerse para frenar este lamentable derroche.

La semana pasada, la Asamblea Nacional de Francia aprobó por unanimidad un proyecto de ley contra el despilfarro alimentario –Ley de Transición Energética-, que obliga a los supermercados e hipermercados a distribuir los alimentos próximos a caducar a organizaciones sociales, cuando sean aptos para el consumo humano, o para que sean procesados como comida para animales o para la fabricación de abono.

La norma obliga a cualquier comercio de más de 400 metros de superficie a suscribir convenios directos con las ONG’s para la donación de alimentos. Con esta iniciativa, Francia busca cortar a la mitad el despilfarro de comida para 2025.

De acuerdo con el Ministerio de Ecología de Francia, en ese país cada persona desperdicia al año 20 kilos de comida, de los cuales 7 kilos están todavía envasados. Esto representa un impacto para el presupuesto familiar de entre 100 y 160 euros por persona. Para el conjunto del Estado, la cifra escala a un rango de entre 12 mil millones de euros y 20 mil millones de euros.

 

Derroche global

Según la FAO, el despilfarro total de alimentos comestibles equivale a 1.300 millones de toneladas. Para producirlos se requiere de 1.400 millones de hectáreas de tierra fértil, lo que equivale al 28% de la superficie agrícola del mundo. Al mismo tiempo, ese proceso genera el equivalente a 3.300 millones de toneladas de CO2 que contaminan  la atmósfera.

En Europa se estima que se desperdician alrededor de 89 millones de toneladas de alimentos anualmente, cifra que podría llegar a los 126 millones de toneladas en 2020. En el conjunto de los países industrializados el derroche de comida alcanza unos 222 millones de toneladas: casi la producción total de alimentos del África Subsahariana.

Al año, cada habitante de la Unión Europea echa a la basura 179 kilos de alimentos, lo que genera unos 170 millones de toneladas de CO2 al año. La lista en la UE la encabeza el Reino Unido (14,4 millones de toneladas), seguido por Alemania (10,3 millones de toneladas), los Países Bajos (9,4 millones de toneladas, Francia (9 millones de toneladas), Polonia (8,9 millones de toneladas) e Italia (8,8 millones de toneladas).

España es el séptimo país de la UE que tira más comida a la basura: 7,7 millones de toneladas al año, de acuerdo con cifras de la CE. La Confederación de Cooperativas de Consumidores y Usuarios (Hispacop) señala que el desperdicio anual por hogar –conformado por una media de 2,7 personas- es superior a 76 kilos al año.

Semanalmente cada español echa al cubo más de medio kilo de alimentos, que anualmente suman más de 32 kilos. De acuerdo con el estudio, los hogares españoles desperdician anualmente 1,5 millones de toneladas de alimentos aptos para el consumo.

Latinoamérica pierde el 15% de los alimentos que produce  al año, lo que se traduce en unas 80 millones de toneladas. Con estos alimentos que se desperdician, se podrían satisfacer las necesidades de más de 30 millones de personas, equivalentes al 64% de los que pasan hambre en la región, según la FAO.

 

Iniciativas para frenar el despilfarro

El Parlamento Europeo aprobó en 2011 algunas estrategias para mejorar la eficiencia de la cadena alimentaria, para evitar la pérdida de hasta el 50% de los alimentos sanos y comestibles, que son descartados por razones económicas, estéticas o por la proximidad de la fecha de caducidad.

Según la Comisión Europea, 79 millones de ciudadanos viven por debajo del umbral de pobreza –el 15% recibe una renta inferior al 60% de la renta media de su país- y 16 millones dependen de la ayuda alimentaria de organizaciones benéficas. Por ello, la CE considera que las donaciones de alimentos son fundamentales para reducir la pobreza alimentaria, mientras que los bancos de alimentos son actores claves para recogerlas y redistribuirlas .

La Federación Europea de Bancos de Alimentos (FEBA) reúne 256 instituciones de este tipo que operan en 21 países. En 2013, distribuyeron 402 mil toneladas de alimentos, equivalentes a 804 millones de comidas, a 5,7 millones de personas en alianza con organizaciones de caridad y servicios sociales. En España, unas 2,2 millones de personas acuden a los comedores sociales para paliar el hambre.

El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de España, aprobó para 2015 más de 118,5 millones de euros para la compra de alimentos para personas desfavorecidas, que serán repartidos a través de 9 mil organizaciones.

 

Hambre actual

El informe del estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2015, presentado recientemente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), revela que hay 167 millones menos de personas subalimentadas que hace un decenio, principalmente en regiones en desarrollo.

Este año, 2015, marca el final de la primera etapa de los Objetivos de Desarrollo del Milenio propuestos en 1990, uno de los cuales era reducir a la mitad  la proporción de personas que sufren hambre en el mundo, meta que fue alcanzada por 72 países. De acuerdo con la evaluación, la proporción de subalimentación es de 12,9% en las regiones en desarrollo, cuando en 1990-92 era del 23,3%.

A pesar de los logros, este flagelo sigue siendo un reto pendiente. África Subsahariana es la región más golpeada, donde una de cada 4 personas –el 23,3%- padece hambre. En Latinoamérica este porcentaje se redujo del 14,7% al 5,5%, mientras que en el sur de Asia, disminuyó del 23,9% al 15,7%.

 

Aplicaciones sin desperdicio

Las Apps para los móviles también han entrado al mundo de la alimentación y gestión de productos para reducir su desperdicio. Son muchas y seguramente se multiplicarán rápidamente.

Tan fácil como colocar la lista de compras y la ubicación donde se encuentre, Foodloop, -promovida por la Comisión Europea-, brindará este año ofertas de productos por proximidad de vencimiento y dónde se expenden en tiendas cercanas.

ZeroMermas está dirigida a cocineros profesionales que identifica cuándo y dónde se generan desperdicios, e indica cuánto dinero se puede ahorrar si se controlan.

La aplicación FoodKeeper, ofrece a los usuarios consejos de almacenamiento y métodos de cocción para 400 tipos de alimentos y bebidas. Mientras que Love Food Hate Waste –solo en inglés- da recetas con los ingredientes que tenga en su despensa, ayuda a planificar las comidas y utilizar los sobrantes, así como a organizar la lista de compras.

Saver, recuerda a los usuarios la fecha de vencimiento de los productos e indica lugares cercanos dónde donar la comida. Flashfood, creada por estudiantes de la Universidad de Arizona, conecta a restaurantes que deseen donar comida con comunidades necesitadas.

En España hay iniciativas similares contra el despilfarro alimentario pero que todavía no cuentan con aplicaciones móviles como Espigoladors, Comida Basura, Foodsharing o Disco Sopas.

 

Claudia Delgado Barrios

 

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