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Inés Madrigal, el primer bebé robado que llega a juicio: "Nunca voy a saber quién es mi madre biológica"

Inés Madrigal es el único ‘bebé robado’ de España que ha conseguido que su caso llegue a juicio. Después de ocho largos años de lucha para que se haga justicia pero, sobre todo, para llegar a conocer la verdad sobre lo que pasó con ella y con tantos otros bebés que fueron robados a sus madres, esta ferroviaria murciana ha logrado sentar en el banquillo al ginecólogo Eduardo Vela, el principal procesado de esta trama que ha funcionado en España durante décadas.

Inés Madrigal, el primer bebé robado que llega a juicio: «Nunca voy a saber quién es mi madre biológica»

Inés Madrigal es el único ‘bebé robado’ de España que ha conseguido que su caso llegue a juicio. Después de ocho largos años de lucha para que se haga justicia pero, sobre todo, para llegar a conocer la verdad sobre lo que pasó con ella y con tantos otros bebés que fueron robados a sus madres, esta ferroviaria murciana ha logrado sentar en el banquillo al ginecólogo Eduardo Vela, el principal procesado de esta trama que ha funcionado en España durante décadas.

Tanto por lo lejos que ha llegado su caso como por la ayuda que ha prestado a otros como presidenta de la Asociación SOS Bebés Robados de Murcia, Inés se ha convertido en la cara más conocida de los afectados por una gran trama de robo de bebés cuya magnitud todavía se desconoce. Durante décadas, ginecólogos, monjas y otros muchos implicados robaron bebés recién nacidos a mujeres a quienes hacían creer que sus hijos habían nacido muertos, para luego venderlos y lucrarse con un negocio del que, tantos años después, todavía no se conoce el alcance.

Aunque no existen cifras oficiales sobre esta trama, las asociaciones que luchan por obtener justicia cifran los casos de bebés robados en España en alrededor de 30.000, repartidos en los años que van desde la época del franquismo hasta los años 90.

En The Objective hablamos con Inés Madrigal y con su abogado, Guillermo Peña, para conocer por qué su caso es diferente del resto y por qué solo ella ha logrado llegar tan lejos.

Inés nació en la clínica San Ramón de Madrid el 4 de junio de 1969, o al menos eso pone en su partida de nacimiento. No puede tener la certeza de que esa fecha sea real porque, cuando Inés Pérez, su madre adoptiva, la recibió como «un regalo», no podía estar segura de cuántos días tenía la niña.

Su madre adoptiva trabajaba en un convento cuidando niños y, dado que era estéril, decidieron recompensar todo su esfuerzo y dedicación regalándole un bebé. Como condición, cuenta que el doctor Vela le pidió que fingiera un embarazo utilizando cojines, pero ella se negó, y recibió a su hija igualmente. Lo que no sabía era que, años después, cuando Inés se enteró de que era adoptada, esa negativa y su esterilidad serían una de las claves del primer juicio de la trama de los bebés robados.

En el año 2010, Inés Madrigal empezó a sospechar que Eduardo Vela la había separado de su madre biológica sin la autorización de esta, y en 2011, tras recabar documentación e información, decidió comenzar el proceso judicial que la ha traído hasta aquí, hasta convertirse en la primera víctima del caso de los bebés robados en llegar a juicio.

Inés Madrigal nos cuenta su historia en una pequeña cafetería de Murcia, donde comenta a la camarera que está siendo entrevistada con la naturalidad de quien lo ha repetido a menudo a lo largo de los años. La historia de Inés ha dado la vuelta a España y ha llegado al extranjero en los últimos años.

Después de aparecer en programas de televisión de numerosas cadenas, después de que su foto haya aparecido en prácticamente todos los medios de comunicación de España, Inés tiene la certeza de que no va a conocer la verdad sobre sus orígenes.

“Yo estoy convencida de que no voy a sacar el nombre de mi madre biológica”

“Yo estoy convencida de que no voy a sacar el nombre de mi madre biológica”, dice. “Todo lo que tenía que hacer para buscarla ya lo he hecho, mis pruebas de ADN están hasta en toxicología del Ministerio de Interior, está en casi todas las plataformas que hemos tenido de ADN aquí en España, incluso en una plataforma estadounidense”, añade.

“Creo que soy una de las personas que ha tenido la suerte, ojalá la hubieran tenido todos los que buscamos, de llegar a más gente, entonces por ese lado, si no me han visto ya, lo que no voy a hacer es perder mi vida para intentar encontrar otra”, dice con serenidad, explicando algo que asumió hace ya tiempo.

Por esta razón, explica que le cuesta calificarse de bebé robado. “No me gusta nunca hablar de bebé robado, porque hasta que yo no encuentre a mi madre biológica y me cuente en qué condiciones me separó Eduardo Vela de ella, no lo voy a saber”, explica. “Autocalificarme de bebé robado todavía me cuesta”, admite, aunque reconoce que la documentación y lo que le ha contado su madre adoptiva no coinciden con una renuncia voluntaria por parte de su madre biológica.

Lo mismo opina su abogado, Guillermo Peña, que lamenta que “Inés, aunque haya una sentencia condenatoria, no sabrá nunca quién es su madre ni cuándo nació realmente, porque quien podría dar esa información, el doctor Vela, no la da”.

¿Por qué sigue adelante?

En el proceso judicial contra Eduardo Vela, la madre adoptiva de Inés, Inés Pérez, falleció. En ese punto, Inés admite que pensó en retirar la denuncia y acabar con este largo y doloroso proceso judicial.

Sin embargo, la posibilidad de que su caso sirva de precedente para que se juzguen muchos otros similares le ha servido de impulso. “Si todo esto no está retirado es por lo que podría venir detrás, por la jurisprudencia que puede servir para abrir otros casos”, reconoce.

Pero se ve el cansancio en su mirada, se notan los años de lucha infructuosa, se ven las ganas de recuperar la tranquilidad. Por eso, admite que, si no consigue el nombre de su madre biológica en el juicio, probablemente “lo dejaría correr”.

“Hay gente que está muy mal psicológicamente y que son incapaces de centrarse en el aquí y ahora” debido a que se han visto afectados por un caso de bebés robados, “pero yo no estoy en ese punto”, explica Inés.

Inés Madrigal, la primera bebé robada que llega a juicio: "Sé que no voy a sacar el nombre de mi madre biológica" 1
Afectados por los casos de bebés robados de la Comunidad Valenciana se manifiestan para pedir justicia. | Foto: Antonio Marín Segovia/Flickr

Guillermo Peña reconoce también la posibilidad de que el caso de Inés sea muy importante para el resto de casos de este tipo. “Aunque una sola sentencia no hace jurisprudencia, es muy importante que dejemos ya de hablar de supuestas víctimas, de supuestos culpables”, afirma. “Si hay una sentencia condenatoria, desde el momento en que la haya, hablaremos de culpables, hablaremos de casos resueltos”, añade.

¿Qué diferencia el caso de Inés del resto?

Con tantos casos de bebés robados, es realmente sorprendente que solo Inés Madrigal haya logrado llegar a juicio. “No sé exactamente cuántas denuncias han llegado, se hablaba de entre 1.000 y 3.000 en la Fiscalía General del Estado”, explica el abogado.

A pesar de la gran cantidad de documentación aportada en muchos de estos casos, solo uno ha logrado llegar a juicio. ¿Por qué? Ni siquiera el propio abogado se lo explica.

“En el caso de Inés no hay adopción tramitada, ni legal ni ilegal”, dice, explicando uno de los posibles motivos. Sin embargo, reconoce que “hay muchísimos casos” como este que han sido archivados.

Tanto Inés como su abogado coinciden en que la clave de su caso está en cómo se ha interpretado la prescripción, pues no existe un acuerdo sobre qué Código Penal se debe aplicar en estos casos y como qué tipo de delito se deben juzgar.

Así, hay varias teorías sobre si prescriben o cuándo lo hacen los casos de bebés robados. “Una, la que se inclina porque la prescripción se cuente desde que el hecho sucedió”, explica Guillermo Peña. “No tiene ningún sentido, pero es que aún tiene menos sentido la segunda de las posturas, que aboga porque la prescripción empieza a contarse desde que el afectado cumple la mayoría de edad”, añade. Por último, hay una tercera teoría, “que es la que considera que es un delito permanente del artículo 132 del Código Penal, y que es permanente porque no se puede computar la prescripción hasta que la situación de detención ilegal cesa, es decir, cuando el afectado sabe quién es su madre o cuando la madre sabe dónde está el hijo”.

Esta última teoría, que es la que consideran correcta los abogados que, como Peña, defienden a los afectados por casos de bebés robados, no es aplicada en la mayoría de casos. “La Audiencia de Madrid es una de las pocas valientes que tiran para delante con la prescripción”, lamenta Inés.

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Inés, con su madre. | Foto: Cedida por Inés Madrigal

La prescripción no es el único aspecto que destaca de este caso. Para poder llegar hasta aquí, Inés tuvo que denunciar a su madre adoptiva. “Por fuerza, yo denunciaba unos hechos y ella iba dentro, con su consentimiento”, explica. Demostrar que nunca había tenido hijos, a pesar de que había un parte de alumbramiento firmado por el ginecólogo, era una parte fundamental en el juicio de Inés.

Su madre, que murió a los 93 años, fue su gran apoyo durante todo el proceso judicial. “Ella me dijo, ‘¿qué me puede pasar?’ Y yo le dije tienes ya una edad, no vas a entrar en la cárcel, no tienes antecedentes”, explica.

Desde entonces, la acompañó a numerosas entrevistas con los medios de comunicación, en las que narraba sin ningún problema cómo había recibido a su hija como un “regalo” del doctor Vela, e incluso tuvo un careo con el ginecólogo. “Tenía un gran sentido del humor, incluso intentó darle con la muleta a Vela en el careo”, recuerda entre risas Inés.

El silencio de Eduardo Vela

La incertidumbre es lo que más duele a la mayoría de víctimas de la trama de los bebés robados. “Lo que buscan las víctimas son los nombres y, si se puede, saber la verdad”, afirma Guillermo Peña. “¿Me quisieron o no me quisieron? ¿Y si no me quisieron, fue porque no me querían tener o porque convencieron con malas artes a quien me quería tener de que no me tuviera?”, son las preguntas a las que buscan respuesta los miles de afectados por los casos de bebés robados.

Con una parte importante de los implicados en la que es una de las tramas de robo de bebés más conocidas del mundo fallecidos o en una edad muy avanzada, las condenas van perdiendo importancia.

“La condena penal es donde irremisiblemente nos han enviado”, explica el abogado de Inés, que lamenta que Eduardo Vela finja desconocer los hechos ocurridos durante años en su clínica privada, la clínica San Ramón de Madrid.

“El doctor Vela no da esa información porque dice que no sabe de qué le están hablando, aunque reconoce que su firma sí es la del parte de alumbramiento” de la madre adoptiva de Inés, a quien pidió que fingiera su embarazo con cojines antes de entregarle a la niña, algo a lo que ella se negó.

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Inés Perez, tras el careo con el doctor Vela. | Foto: EFETV

“Puestos a soñar, ¿qué quisiera yo? Pues quisiera que me contara la historia de mi madre, me dijera quién es, y también quisiera y me encantaría que llegara con el registro de las madres, que supiera que lo hizo fatal, que lo hizo muy mal”, dice Inés, con un tono de resignación, como quien sabe que sueña algo imposible. “Pero claro, esto conlleva que él, de alguna manera, se autoinculpe de todo lo que pasó, entonces no va a ocurrir”, lamenta.

Puro interés económico

Es habitual oír que el robo de bebés ocurría durante el franquismo o que las víctimas solo eran mujeres sin recursos o sin familia. Sin embargo, “el boom de los casos se localiza principalmente entre 1976 y 1983”, explica Guillermo Peña, que asegura que el robo de bebés era “un negocio” por “puro dinero”.

No tenía nada que ver con el franquismo, ni con las ideas políticas de las mujeres a quienes les robaban los bebés, ni con su estatus social. De hecho, se han documentado casos incluso de mujeres de policías de la época franquista, de ‘los grises’, a quienes se cree que les robaron a su hijo recién nacido. Además, asegura que de los más de 400 casos que hay en la asociación SOS Bebés Robados de Madrid, solo uno estaba buscado por la brigada político-social por su actividad antifranquista.

“El boom de los casos se localiza principalmente entre 1976 y 1983”

Sí tuvo que ver quizá el “franquismo sociológico”, explica el abogado. La mala imagen de las madres solteras, la inexistencia del aborto y la falta de ayuda por las familias a las quienes se quedaban embarazadas fuera del matrimonio hacía que fuera mucho más fácil convencer a muchas mujeres de que dieran a su hijo, o incluso de que este había nacido muerto cuando renunciaban a entregarlo.

“Fue todo por dinero”, explica Inés, que ejemplifica esta afirmación con el caso de Eduardo Vela. Según un informe de la agencia de detectives de Método 3, en la década de los 80, este ginecólogo ganó alrededor de 100 millones de pesetas, una cantidad realmente elevada si tenemos en cuenta que estamos hablando de hace 40 años.

¿Por qué no se investigan los casos de bebés robados?

Después de reuniones con la Fiscalía General del Estado, con ministros como Alberto Ruiz-Gallardón, con portavoces del Ministerio de Justicia, Guillermo Peña reconoce que todavía no entiende por qué no se investigan este tipo de casos.

La Fiscalía niega la mayor. Dicen bueno, será porque no es para tanto, porque sería una práctica ocasional”, critica. “Antes negaban que existiera, ahora dicen que pudo existir pero que no era para tanto, y que no se aportan indicios sólidos”, añade.

Denuncia además que la policía sabía que esto estaba pasando, que incluso se llegó a investigar una organización en 1981 que traficaba con recién nacidos, pero que esa documentación que se incautó no aparece y nunca se abrieron diligencias. “Los libros de registro de San Ramón no aparecen, no están por ningún lado. La documentación que supuestamente incautó la Policía Nacional en 1981 no aparece, no llegó a ninguna parte, no se abrieron diligencias”, denuncia Peña.

“Confieso que he sido totalmente incapaz de que ningún organismo público, ni siquiera la mismísima Fiscalía General del Estado, sea capaz de explicarles a las víctimas qué sabía el Estado, por qué lo oculta y dónde está la documentación”, lamenta.

Por tanto, el gran reto es conseguir que la Fiscalía acepte las pruebas que se presentan por parte de las asociaciones, que reconozca la magnitud de esta trama que operó a nivel nacional y que pida sentencias para todos los implicados en los numerosos casos para intentar que, finalmente, las víctimas puedan saber la verdad.

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