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Montserrat Boix: "El feminismo no es un sentimiento. Hay que trabajarlo y estudiarlo"

La periodista de TVE, que considera que la neutralidad en su profesión no exista, lleva 30 años tratando de ‘hackear’ el patriarcado

Montserrat Boix: «El feminismo no es un sentimiento. Hay que trabajarlo y estudiarlo»

Montserrat Boix es periodista, feminista, activista, y todo el resto del relato se deriva de esa triple terminación. La catalana da una charla sobre hackativismo feminista en el Encuentro Feminista sobre Comunicación que se celebra en Ciudad de México. Fuera hace un sol de finales de enero y por la ventana se extiende interminable la ciudad y se ven lejanos los volcanes. Boix se sube toda vestida de negro y con el pelo rojísimo en el pequeño estrado que han instalado en el Centro Cultural España en México.

A las 75 mujeres que la escuchan les recalca que ella ya tiene 60 años y una trayectoria de 35 trabajando en la sección internacional de Televisión Española. También les cuenta que fundó un periódico online feminista, Mujeres en Red, en el 97, cuando Internet era una cosa extraña que permitía que existiera algo todavía más raro llamado correo electrónico. No lo dice en su presentación, pero es la secretaria de Igualdad de UGT para RTVE y forma parte del Observatorio de Igualdad de la misma corporación pública. Y mucho menos lo menciona en esa tarima, pero está considerada una de las 100 mujeres más influyentes de España.

Después de muchos días preguntándose qué querrán saber, qué les será de utilidad a esas mujeres que ahora la escuchan y que vienen de otros países con otras agendas y otras preocupaciones, Boix centra su ponencia en presentar las redes sociales como una herramienta clave para avanzar en la igualdad entre hombres y mujeres. Afirma que es urgente buscar posiciones estratégicas comunes de las mujeres en las redes, ya que dan resultados —y cita el movimiento de las periodistas paramos de 2018—.

La reportera asegura que solo se puede hacer buen periodismo sí se hace con perspectiva de género —dice eso aunque en el fondo no le gusta lo que enmascara ese concepto—. También menciona un truco que le enseñó una amiga, la teórica feminista Ana de Miguel, para saber si como comunicadora lo está haciendo bien: «Tienes que preguntarte qué pasa con las mujeres cada vez que cubres una noticia».

Boix se ríe y les cuenta que la han llamado muchas veces “la loca feminista” y que le han dicho muchas otras “ya está la Montse” cada vez que insistía, pero que todo eso le da bastante igual. Las anima a todas a hacerse un blog que refuerce su identidad digital y a dedicar el 10% de su tiempo al feminismo[contexto id=»381722″] de Internet. También explica a qué lo dedica ella ahora: Montserrat Boix es parte del movimiento Wikimedia y editora de Wikipedia, esa gigantesca enciclopedia de conocimiento compartido que nunca se ha completado sola.

De media en el mundo, solo hay un 10% de mujeres que añaden contenido, el resto son hombres. Y recuerda: cada uno edita según sus intereses. Esto ha llevado a un profundo desequilibrio de biografías (solo un 15% son sobre ellas), a una falta total de diversidad en la mirada y a que Eleanor Roosevelt, por ejemplo, apareciera como madre de, esposa de, hija de, en vez de como la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas que fue.

La periodista colabora con el proyecto de Las imprescindibles, que trata de incorporar a Wikipedia la historia de esas mujeres que han sido claves en la historia de los países y que no figuran en casi ninguna parte. Vamos, constata Montserrat Boix, que está todo por hacer.

Las asistentes rompen en aplausos y quieren ponerse ya mismo a editar la Wikipedia y reconocen estar prendidas con la idea de crear estrategias comunes. ¿Sería posible crear una plataforma en la que se pongan los datos en abierto de la violencia de género de cada país? ¿Podemos crear eso juntas?, preguntan. Montserrat Boix responde tranquila las dudas y ya satisfecha se baja de la tarima. Después, en el Zócalo de Ciudad de México transcurre esta entrevista sobre feminismo, periodismo y tecnologías.

Montserrat Boix durante su charla en el Encuentro Feminista de Comunicadoras. | Crédito: B. Guillén | The Objective

—¿En qué momento estamos ahora en la relación de feminismo e Internet?

Antes de contestar, Boix se pausa.

—Vamos por partes, primero el feminismo.

«En España ya nos identificamos con mucha comodidad como feministas, pero ha costado mucho. Durante muchos años, la academia ha tenido que utilizar el concepto ‘con perspectiva de género’ para que la gente no se asustara. Esto ha sido también perjudicial, porque implica hablar de mujeres, pero también de hombres y ha hecho que parte de los estudios de género estuvieran copados por las masculinidades, las identidades…

El feminismo no es un sentimiento. Hay que trabajarlo y estudiarlo

Así estamos en un momento nuevo de acercamiento y comprensión del feminismo, pero también es complejo porque mucha gente se identifica como feminista, pero ¿qué es el feminismo? Está claro teóricamente, pero el feminismo no es un sentimiento, no es ‘yo me siento feminista y por tanto lo que yo pienso es feminismo’. El feminismo tiene unos marcos. Por eso me parece muy importante que la gente entienda que hay que trabajarlo y estudiarlo. Hay que educar la mirada, porque el feminismo y la conciencia de la desigualdad no nacen por generación espontánea. Una mujer por el hecho de ser mujer no va a ser consciente de su desigualdad. Es más, seguramente no quiere ni verlo.

Las jóvenes se empiezan a dar de bruces cuando llegan al mercado laboral y ven que la cosa es más complicada para ellas y que los valores por los que las juzgan son diferentes. Hasta ese momento, todo es chupiguay. Por ejemplo, en estos momentos en España, una de las cuestiones que más están moviendo a las jóvenes es la violencia sexual, precisamente por la toma de conciencia de que les están pasando cosas cuando pensaban que eran libres».

Es una putada ser feminista, porque es agotador

La reportera insiste en lo fundamental que es la genealogía para las mujeres: «Nunca hay que olvidar que si una mujer está ahí es porque otras mujeres pelearon para que pudiera estarlo«.

Además afirma: «Es una putada ser feminista, porque es agotador. Tienes que empezar a leer todo con otros ojos. Por eso el feminismo es incómodo porque pone en evidencia cosas que hemos naturalizado y que no son normales».

Como ejemplo, señala que en España hemos naturalizado que las mujeres cobren menos, que sigan asumiendo el trabajo doméstico y la doble jornada, que todavía no hablemos de corresponsabilidad sino de conciliación, que las mujeres sean objetos en los medios de comunicación o «que se utilice el cuerpo de las mujeres por dinero «. «No es normal que parezca normal que, en países como México, a determinadas horas por la calle no haya mujeres porque las mujeres saben que no es seguro», apunta señalando las calles de la capital.

No se puede hablar desde una posición feminista y considerar aceptable la compraventa del cuerpo de las mujeres

La acumulación de estas desigualdades ha explotado ahora, considera la periodista. «Estamos en un momento en el que las mujeres han dicho: ‘Basta ya, a partir de aquí no vamos a dejar pasar ni una’. Ya no dejan pasar situaciones de violencia que se habían normalizado. Hay un apoyo y un acompañamiento de otras mujeres, aunque por el camino no las crean o tengan muchas dificultades. El caso de Plácido Domingo, por ejemplo, demuestra que algunas cosas que antes estaban naturalizadas han dejado de serlo». 

Echando mano de otra de sus amigas y teóricas, Amelia Valcárcel, que es la «maestra», Boix recuerda que a pesar de estos avances nos quedan todavía «agendas inconclusas», como la paridad en todos los ámbitos («¿qué pasa con la participación de mujeres en la ciencia?»), y «agendas sobrevenidas», que son los temas que son impuestos, como los vientres de alquiler o el trabajo sexual. «No se puede hablar desde una posición feminista, por mucho que se llame feminismo liberal, y considerar aceptable la compraventa del cuerpo de las mujeres. Es contrario al derecho de autonomía. Eso lo explica muy bien Ana de Miguel en Neoliberalismo sexual: como estamos en un mercado que todo lo compra y lo vende, también las mujeres entran en ese mercado. Sobre la palabra libertad, yo preguntaría: ¿desde dónde eligen esas mujeres?».

Montserrat Boix con la periodista española Sandra Sutherland en la marcha del 8 de marzo de 2019. | Crédito: Wikimedia Commons

Desde aquel agosto de 1997 que Boix abrió la primera versión de Mujeres en Red —sin fotos y sin mucho color para que la página cargara más rápido, recuerda— la periodista reconoce que la combinación de periodismo y tecnología le ha facilitado un acceso al feminismo «particular, desde una posición privilegiada». «Me relacioné con personas que trabajaban desde hacía años en la teoría feminista, pero que no controlaban la parte de tecnología. Me impliqué en el tema de Internet cuando ni Dios estaba ahí y eso me ha dado mucha cancha«.

Así, sobre la relación del feminismo con la tecnología, Boix resalta que las mujeres todavía tenemos el reto pendiente de ser parte activa en el diseño de las tecnologías y en la elaboración de contenidos. «Es una agenda que no es nueva pero que no hemos resuelto».

Por otra parte, «el mundo loco de Internet» tiene «una cara y una cruz» en la lucha de las mujeres hacia de la igualdad. «Por un lado, la violencia de género se agrava por las tecnologías. Complica el mapa. Una situación de acoso a través de redes sociales es más intensa». En la cara opuesta sitúa el movimiento MeToo: «Internet nos ha dado la capacidad de internacionalizar en poco tiempo los movimientos sociales».

Montserrat Boix en la terraza del Centro Cultura España en Ciudad de México. | Crédito: B. Guillén | The Objective

Antes de terminar, la reportera insiste en que la neutralidad en el periodismo no existe y que ella va a utilizar todas sus posibilidades para trabajar para un mundo más justo para las mujeres. De ahí parte su hackativismo. «Hackear implica aprender cómo funciona un sistema para intervenir en él y cambiar los resultados», cuenta.

—¿Cuánto tiempo nos queda a las mujeres españolas para hackear el patriarcado?

—Vamos por el buen camino, pero a medida que avanzamos surgen más amenazas y más sutiles. No se puede calcular porque aumentan las resistencias y nos lo ponen más difícil. Pero, en cualquier caso, seguimos empeñadas y vamos a avanzar sí o sí.

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