Mariela Michelena, psicoanalista: “La persona anoréxica come un no rotundo y la bulímica, crimen y castigo”
La también escritora lleva los labios rojos y un andar y hablar tan femeninos como los temas que ha ido trabajando a lo largo de su carrera profesional. Entre estos, las relaciones de pareja en tiempos de Google.
Mariela Michelena lleva 30 años viviendo en Madrid. Es venezolana, psicoanalista y escritora. En ese orden se describe la autora del libro Mujeres malqueridas. A la pregunta ¿qué comemos cuando comemos?, responde sin titubear: “Pan, amor y fantasía”. “Esta frase es más que una película de Luigi Comencini”, asegura. Acota que en cada bocado que damos tiene que haber un poco de cada uno de estos elementos. “No se trata de una figura retórica”.
Michelena lleva los labios rojos y un andar y hablar tan femeninos como los temas que ha ido trabajando a lo largo de su carrera profesional. Entre estos, las relaciones de pareja en tiempos de Google. Es miembro titular de la Asociación Psicoanalítica de Madrid.
“Para un recién nacido la madre es una comida que está viva y a partir de ahí, la comida será vida. El primer intercambio que realiza el niño con el mundo externo es la alimentación. Es la leche. Además de la leche, está la madre que le cuenta cosas, lo mima y lo escucha”, explica en el auditorio del Basque Culinary Center (BCC) en San Sebastián durante la séptima edición de Diálogos de Cocina –organizado por Euro-Toques, Mugaritz y BCC– ante algunos de los chefs más importantes del mundo. Logra conquistar al público en un segundo, no solo por la soltura que tiene sobre el escenario digna de una actriz de teatro, sino porque desgrana con amabilidad lo que significa comer más allá de un acto de supervivencia.
Risas, silencios y aplausos. Termina de hablar y sale de dar su charla pensativa: “¡Olvidé decir algo muy importante!”, comenta.
¿Qué cosa?
No dije que el bebé recién nacido, cuando juega con el pezón al tomar el pecho, también juega con la madre. Y además, cuando termina de mamar, se mete el pulgar en la boca. Sigmund Freud pensaba que era una manera de prolongar la sensación de satisfacción física que había tenido, pero resulta que con la ecografía se ha descubierto que es a partir de los seis meses de embarazo que el bebé comienza a chuparse el dedo. De manera que el bebé se chupa el dedo en la tripa, donde está satisfecho, donde sus necesidades físicas y psíquicas están cubiertas. Entonces lo que pensamos es que la naturaleza se asegura de que primero venga el placer. De que primero venga el amor y la fantasía.
¿Cuál es la relación entre el psicoanálisis y la gastronomía?
El psicoanálisis es una disciplina que estudia a los seres humanos. Y los seres humanos sin alimentación no son seres humanos. En un principio no se me hacía tan evidente mi presencia en un evento como el congreso Diálogos de Cocina, pero los trastornos de alimentación vienen desde la cuna. Por ejemplo, cuando uno está nervioso, o come mucho o deja de comer, por lo que el vínculo emocional con la comida es indiscutible.
¿Qué come una persona anoréxica cuando deja de comer?
Una persona anoréxica come un no rotundo. Controla exactamente lo que entra por su boca. Y eso solamente se puede hacer con un rigor extremo. Cuando digo que su sentido de identidad está en juego es así porque si no, no se explica tanto empeño en dejar de comer. Esa persona come manifestarse de una forma radical y decir: aquí estoy yo y soy más fuerte que la vida y que mi madre. La identidad se vuelve más importante que la vida. Muchas veces relacionamos la anorexia con el ideal estético que se nos vende en redes sociales pero el ideal estético no está en una persona anoréxica. El ideal estético tiene una importancia, pero relativa.
¿En qué sentido internet y las redes sociales han cambiado la manera en que comemos?
Hay muchas tribus que tienen sus propias filosofías sobre qué significa comer sano. La tribu de los paleo, la de los veganos, etcétera. Aunque al final nos vamos a morir todos, estamos buscando una supervivencia eterna que es una quimera y es fantasía. Por eso digo que comemos pan, amor y fantasía, porque es una fantasía suponer que vamos a poder luchar contra la muerte. Cuando comemos una cosa en vez de otra, muchas veces pensamos en que estamos ganándole una batalla a la muerte. Algunas batallitas le ganaremos y por supuesto que hay alimentaciones perniciosas.
Pero, ¿qué comemos con las redes?
Comemos likes. Cuando fotografiamos lo que vamos a comer, la comida tiene que salir guapa en la foto y apetecible. Y aunque, como digo, comemos likes y los likes no alimentan. Nunca son suficientes, pero todo eso comemos.
Quisiera ampliar un poco más sobre los desórdenes alimenticios. ¿Qué come una persona bulímica?
Come crimen y castigo. Se siente culpable y busca la penitencia.
¿Y qué come una persona que no puede parar de comer?
Queremos comer algo que no tiene nada que ver con el pan. Queremos llenar con el pan un vacío de amor. Queremos llenar con pan la angustia. Efectivamente, hay algo que te calma en el momento como cuando te calmaba la teta de la mamá recién nacido, sobre todo es porque es algo inmediato o que suele estar al alcance.
En tu libro Mujeres malqueridas señalas que una “mujer malquerida es una mujer que sufre por amor, enzarzada en relaciones imposibles y destructivas, que llora por un amor perdido o que se angustia porque sabe que su relación no tiene futuro. Suelen ser mujeres extraordinarias, autónomas, independientes en otros terrenos de la vida, que se transforman en niñas enfermizas si un hombre no las llama”. ¿Crees que la relación de una mujer con su alimentación puede marcar la manera en que se relaciona con su pareja?
Todo empieza con uno. Se me viene a la cabeza la película Novia a la fuga. Ella Maggie, interpretada por Julia Roberts, se escapa de todos los compromisos matrimoniales posibles. Y cuando finalmente decide que no se va a casar con nadie, se da cuenta de que ella no sabía cómo le gustaban los huevos. Se dio cuenta de que con uno de los novios prefería los huevos fritos porque a él le gustaban y con otro los revueltos por lo mismo, pero ella no sabía cómo le gustaban a ella. Esa es una pregunta básica que se debe hacer cualquier ser humano, pero en especial toda mujer, porque nosotras estamos muy dispuestas a complacer a otros. Entonces es importante hacernos estas preguntas. Por ejemplo: ¿Queremos estas relaciones efímeras que están tan de moda?.
¿Por qué se están dando con tanta frecuencia?
Porque vivimos en tiempos de lo efímero. Por eso hay que preguntarse qué queremos, a muchas no nos hace ni puñetera gracia porque tenemos un reloj biológico. No tenemos un tiempo ilimitado. Una mujer se tiene que preguntar si eso es un plato que quiere comer o no. Elegir ella el tipo de relación que quiere tener.
Eres de Venezuela, un país que está conociendo en primera persona el hambre. Lo regímenes de ese tipo buscan suprimir, además de lo básico, el placer ¿Qué lectura haces de la situación del país desde la psicología?
Lo que me ha resultado extraordinario es la terquedad de la vida. La capacidad de supervivencia del ser humano y cómo, en medio de esta tragedia, hay momentos en que hay una capacidad de sacar un lado divertido de todo. Mi madre que tiene 97 años y cuando se fue la luz durante cuatro días, empezó a cantar Media luz y amenizó la noche cantando boleros y tangos. Mi hermana nos repite: “No se preocupen, nosotros estamos bien”. Y de alguna manera, desde allá nos piden que sigamos con la vida, que sigamos con la vida porque somos su ancla con la vida. Tenemos que decirles: hay vida, hay vida y nosotros estamos aquí y no vamos a dejar que ustedes se hundan del todo. Y donde quiera que estemos vamos a contar lo que está pasando. La vida sigue, tanto para ellos, aunque sea cada vez más en condiciones inhumanas, como para nosotros, porque los que estamos fuera hemos sobrevivido y no podemos permitirnos no sobrevivir.