La historia no ha tratado igual a las mujeres, eso es algo que a estas alturas ya nos ha quedado claro. La igualdad es un objetivo al que nos vamos acercando poco a poco pero para el que todavía hay que dar bastantes pasos.
Por eso, la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (Amit) ha querido dar uno de esos pasos y, con su campaña #NoMoreMatildas, rescatar del olvido a todas aquellas mujeres científicas a las que no se les reconoció su trabajo en su momento.
Esto es precisamente el llamado efecto Matilda, la situación que se produce cuando una mujer científica no recibe el reconocimiento que merece por su trabajo y, en la mayor parte de las ocasiones, se lleva el mérito uno de sus compañeros hombres.
Matilda Joslyn Gage
El nombre de este efecto se acuñó en honor a Matilda Joslyn Gage (cuya imagen encabeza este artículo), una estadounidense sufragista y activista por los derechos de la mujer del siglo XIX. Fue la primera en denunciar, en una de sus publicaciones, esta situación vivida por las mujeres científicas. En concreto, comenzó hablando de Catherine Littlefield Green, a quien atribuyó la creación de la desmotadora de algodón en su publicación La mujer como inventora.
Matilda Joslyn Gage luchó por conseguir el voto femenino y se jugó una detención por intentar votar y por presentar de manera ilegal una declaración de los derechos de la mujer en una celebración del centenario de la nación.
Además, defendió los derechos de otros colectivos, no solo de las mujeres. A mediados del siglo XIX, en torno a 1848, la activista ofreció su casa a personas que escapaban de la esclavitud, años antes de que se aprobara la ley que prohibió la esclavitud en Estados Unidos. También peleó los derechos de los indígenas, de quienes hablaba como una sociedad superior y a quienes reconocía su soberanía.
Pero la lucha por los derechos de la mujer fue el eje principal de su activismo, al que dedicó toda su vida. Incluso en sus últimos años, Matilda Joslyn Gage participó en publicaciones sobre el tema y escribió sus propios textos.
Las olvidadas
Ahora, la Amit ha recordado el papel de esta mujer en la historia y lo ha aprovechado para recordar el de muchas otras olvidadas cuya labor fue realmente importante para la sociedad.
Un ejemplo de ellas es Emmy Noether, cuyo trabajo dio nombre a un teorema matemático que ahora es esencial en muchos campos de la física. Albert Einstein dijo de ella que «fue el genio matemático creativo más importante que haya existido desde que comenzó la educación superior de las mujeres».
Todo esto a pesar de que cuando quiso estudiar matemáticas, no estaba permitido que las mujeres fueran a la universidad. Y aunque demostró con creces su valía, cuando consiguió permiso para dar clases a estudiantes universitarios, no cobraba por ello.
Otro ejemplo es la geóloga y sismóloga Inge Lehman, que descubrió una discontinuidad sísmica en la estructura de la Tierra que separaba el núcleo externo del núcleo interno, lo que supone que el planeta no es una esfera compacta e inactiva.
La campaña también habla de Rosalind Franklin, Mary Anning, Grace Murray Hopper y otras muchas mujeres que hicieron grandes aportaciones a la ciencia y no recibieron el reconocimiento necesario.
Las consecuencias
¿Por qué es esto importante? A parte del daño provocado a las propias mujeres olvidadas, la falta de mujeres como referentes científicos afecta a las elecciones laborales de las niñas y adolescentes, principalmente.
Estudios de la Universidad de Valencia y la Universidad Complutense señalan que solo un 7,6% de los referentes en los libros de texto de la ESO son mujeres y que en las citas de los trabajos académicos sube solo al 12%.
Esto se traduce, asegura la Amit, en una menor cantidad de mujeres que de hombres en las carreras científicas, especialmente en las tecnológicas y, por tanto, en una menor presencia de las mujeres en este tipo de trabajos. Según los datos del Ministerio de Ciencia e Innovación, desde 2012-2013 el porcentaje de mujeres ha bajado en estudios de Ciencias Sociales y Jurídicas (del 61% al 60%), un porcentaje que destaca especialmente en Ingeniería y Arquitectura (26% al 25%).
Además, en la carrera investigadora continúa habiendo una escasa representación femenina en la categoría de mayor rango (Grado A: catedráticos). Así, en centros públicos de universidades públicas, las mujeres representaban el 21%; en universidades públicas también el 21%; en organismos públicos de investigación, un 25%; y un 28% en universidades privadas.
Por esta razón, una parte de la campaña #NoMoreMatildas es la creación de material sobre estas mujeres que pueda servir a las más pequeñas como inspiración. Entre este material está un anexo para los libros de texto desde quinto de Primaria en adelante con el que «devuelven a algunas de las ‘Matildas’ al lugar que siempre tuvieron que ocupar».