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Más vulnerables y estigmatizados: la pandemia de coronavirus pasa factura a los inmigrantes

El informe de CIDOB analiza los efectos de la pandemia de COVID-19 en la población extranjera en España, especialmente en el ámbito laboral y en el de sus condiciones de vida, así como en el sector sanitario

Más vulnerables y estigmatizados: la pandemia de coronavirus pasa factura a los inmigrantes

BORJA SUAREZ | Reuters

Durante los meses de confinamiento se oyó mucho hablar de los temporeros en España, muchos de ellos inmigrantes, un sector esencial que mostró un lado oscuro que las ONG llevan denunciando años por las condiciones infrahumanas en las que trabajan muchos de ellos. También salió el tema de la necesidad de cubrir las necesidades sanitarias de los inmigrantes pero, en muchas ocasiones, desde el egoísmo puro y duro, pues el motivo principal era que si no se les atendía, podían contribuir a empeorar la situación de la pandemia.

Casi un año después, todas estas denuncias parecen haberse olvidado. Sin embargo, los inmigrantes han sufrido la pandemia como todos los demás y sus efectos han sido incluso peores para ellos.

El informe de CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs) Inmigración en tiempos de COVID-19 analiza los efectos de la pandemia de coronavirus[contexto id=»460724″] en la población extranjera en España, especialmente en el ámbito laboral y en el de sus condiciones de vida, así como en el sector sanitario.

Más paro y más vulnerabilidad

La pandemia de coronavirus ha aumentado el desempleo en general, pero el de algunos colectivos en particular. Entre enero y junio de 2020, la disminución del empleo acumulada fue del 6,1% para los españoles, mientras que para los extranjeros alcanzó el 11,4%, según el informe.

Con los datos disponibles hasta enero de 2021, el incremento anual del paro para los españoles fue del 22% en un año, unos 700.000 desempleados más en comparación con enero del año anterior. En el mismo periodo, la población extranjera vio crecer el desempleo un 41,7%, casi el doble. «Ello se explica por su mayor vulnerabilidad y exposición a los sectores en crisis», argumentan los expertos en el informe.

Este incremento del paro, que ya ha sido especialmente pronunciado para los inmigrantes, ha sido aún peor para los jóvenes de este colectivo. Así, el desempleo entre los menores de 25 años se encuentra en tasas cercanas al 60%.

Estas cifras son especialmente graves, pues los inmigrantes son un sector «doblemente vulnerable». Antes de la pandemia, según los últimos datos de la Encuesta de Condiciones de Vida del INE, de 2019, señalan que la renta anual neta media por persona y unidad de consumo es casi la mitad en el caso de los extranjeros no comunitarios (6.635 euros frente a 12.214 euros), y que la tasa de riesgo de pobreza se sitúa en un alarmante 50% en los hogares cuyos integrantes son extranjeros.

Así, la situación de la que partían era ya delicada antes de la pandemia, que no ha hecho más que empeorar algo que ya era preocupante mucho tiempo antes.

El sector agrícola, un caso especial

«La crisis de la COVID-19 ha puesto de manifiesto que los trabajadores migrantes, especialmente aquellos que se encuentran en situación irregular, tienen un peso desproporcionado en la fuerza de trabajo de sectores esenciales como la agricultura, la producción de alimentos y el trabajo doméstico y de cuidados», afirma el informe de CIDOB. Pero no solo esto, sino que ha sacado a la luz la precariedad de los trabajadores de este sector, tanto en sus condiciones de trabajo como de vivienda.

Unas condiciones precarias que incluso empeoraron durante los meses en los que la pandemia era más grave, pues parte de los albergues de las cooperativas y empresas privadas redujeron su oferta, para garantizar más seguridad, y en algunos municipios los albergues públicos quedaron reservados para personas en cuarentena.

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Foto: Julián Pérez | EFE

Otro grupo especialmente afectado dentro del sector agrícola fueron las mujeres marroquíes que habitualmente trabajan como temporeras en los campos de fresas de Huelva. Debido a los cierres de fronteras, de las 7.000 mujeres marroquíes que se encontraban en los campos, apenas un 10% pudo acogerse a un plan de redistribución hacia otros cultivos.

Sanidad, salud y estereotipos

Por la composición demográfica de las poblaciones de origen extranjero que viven en España, en las que los mayores de 65 suelen ser un grupo muy escaso, es de esperar que no haya muchos inmigrantes entre los fallecidos por coronavirus.

Sin embargo, cuando hablamos de los contagiados la cosa cambia. «Dada la mayor concentración de infecciones entre la población con niveles de renta más bajos, no resulta aventurado plantear la hipótesis de que las poblaciones de origen inmigrante estén siendo afectadas de un modo particularmente intenso por la pandemia», dice el informe.

Añade en este sentido que los brotes que desde el verano de 2020 han afectado a trabajadores del sector agrícola se han debido con frecuencia a las condiciones de vida y trabajo, que impedían mantener las medidas de seguridad necesarias para impedir la propagación del virus.

«Las condiciones de gran precariedad en las que sobreviven estos grupos en las poblaciones a las que llegan en busca de empleo facilitan los contagios y dificultan el tratamiento de la enfermedad y la prevención de su expansión, al resultar sumamente complejo aplicar las cuarentenas y realizar un seguimiento adecuado de los contactos de una población, por definición, extremadamente móvil».

Sumado a las dificultades que se encuentran las personas migrantes a la hora de evitar los contagios de coronavirus y, en ocasiones, de acceder al sistema sanitario, está la estigmatización y «la representación de las personas migrantes como vectores de enfermedades, uno de los estereotipos más recurrentes en torno al fenómeno de la migración», denuncian los expertos.

Señalan que «durante la actual pandemia, no faltan ejemplos de narrativas que, sin evidencia que las respalde, han intentado establecer un vínculo entre la inmigración y este virus» y hacen mención a palabras de políticos como Matteo Salvini o Javier Ortega-Smith.

Inmigración por mar a pesar de las restricciones

La inmigración no depende del país de destino, sino de las circunstancias del país de origen. Las personas no emigran porque les guste Europa, sino porque no pueden vivir en su país. Eso es lo que están hartas de decir las ONG y organizaciones defensoras de los derechos humanos. Y con la pandemia, ha quedado demostrado que las medidas de los países europeos para impedir la entrada de inmigrantes no logran frenar su llegada, pues a menudo, cuando se cierra una entrada se abre otra, como ha ocurrido con las llegadas a Canarias.

«Al igual que en Europa y en otras regiones del globo, en España la impermeabilización de las fronteras terrestres y aéreas por las que entra la gran mayoría de los inmigrantes deparó en 2020 una drástica contracción de los flujos migratorios. Sin embargo, las moratorias y los protocolos sanitarios no han impedido la llegada irregular de inmigrantes por vía marítima. Por el contrario, la llegada de embarcaciones a las costas españolas aumentó este año, superando en número a las arribadas a Italia y Grecia», señala el informe.

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Foto: Paquet | EFE

El volumen de los llegados de manera irregular a España experimentó un incremento del 29%, pasando de 26.168 personas en 2019 a más de 41.000 en 2020, una cifra que, en todo caso, queda lejos de los 58.569 registrados en 2018, según los datos citados por los expertos.

Por tanto, la pandemia no les ha quitado la idea de huir de su país y buscar una vida mejor, solo les ha puesto las cosas un poco más difíciles, si es que era posible.

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