Aciertos y errores de la vacunación contra la COVID-19 en América Latina
Algunos países en América Latina han estado marcados por el cuestionamiento a las autoridades sanitarias y la desorganización de sus gobernantes
La campaña de vacunación ha destapado deficiencias organizativas de gran calado en algunos países, mientras que ha encumbrado la eficiente labor de otros. Nos hallamos ante una difícil empresa que algunos países han sabido resolver, y en América Latina también existen enormes contrastes.
Mientras algunos países han estado marcados por el cuestionamiento a las autoridades sanitarias y la desorganización de sus gobernantes, uno en especial se ha convertido en ejemplo internacional por su buen hacer. Vamos a hablar de tres ejemplos, dos en los extremos y uno en el centro en términos de eficiencia de la gestión: Brasil, Perú y Chile.
Brasil: al borde del abismo
No es la única, sino más bien una de muchas variables. Sin embargo, Brasil ha demostrado que la capacidad y responsabilidad de los gobiernos es una clave de análisis en la lucha contra la pandemia [contexto id=»460724″].
Brasil goza de un sistema de salud bastante robusto entre el resto de los países del continente, pero su gobierno ha puesto en duda sistemáticamente a las autoridades sanitarias y sus recomendaciones sobre la pandemia, poniendo en riesgo a la mayoría de la población.
Un estudio reciente de la Universidad de São Paulo ha investigado discursos públicos, legislación y medidas del gobierno de Bolsonaro para analizar su estrategia en pos de intentar promover la inmunidad de rebaño.
Dicho estudio halló que el cuestionamiento continuo de la pandemia por parte de Bolsonaro ha puesto repetidamente en riesgo a su población. Esto ha sido promovido por su apoyo a medidas ineficaces como la hidroxicloroquina, su negativa al confinamiento o a cualquier tipo de medida anticovid, y su incesante bloqueo a aquellos organismos municipales o regionales que las apoyaban.
Estas cuestiones previas, unidas a la lentitud en la negociación de las vacunas, han hecho que su campaña de vacunación no avance a un gran ritmo y haya sido tachada de desorganizada y caótica. A 11 de marzo solo se habían administrado 5,05 dosis por cada 100 personas .
Las medidas que el gobierno ha decidido implementar, unidas a la lentitud en la vacunación, cultivan un clima perfecto para el surgimiento de variantes. Además, mientras los médicos se quejan de falta de medios, Bolsonaro se ha centrado en un nuevo medicamento israelí en fases todavía muy preliminares de estudio.
Perú: marcado por el escándalo
Perú ha tenido varias dificultades para negociar por las vacunas. Además de su falta de recursos y pujanza en comparación con otras naciones como Brasil y Argentina, el país andino ha sufrido cierta inestabilidad política que no ha ayudado a mejorar su posición en el momento de las negociaciones.
Sin embargo, se sobrepuso y aseguró acuerdos de vacunas que implicaban la inmunización de gran parte de su población. Se consiguió acoger algunos estudios de ensayos iniciales de las vacunas, se llegó a un acuerdo con la china Sinopharm para que la suya fuera la principal, e incluso con Pfizer (cuyas primeras dosis llegaron la pasada semana) y AstraZeneca, cuyas dosis no están previstas hasta septiembre.
El principal problema de Perú es que, desde que comenzó la campaña de vacunación, esta ha estado marcada por el escándalo. El bautizado como «Vacunagate» saltó a la primera plana poco después de haber empezado dicha campaña. 487 altos cargos, entre ellos el antiguo presidente Martín Vizcarra y algunos funcionarios del actual gobierno (y sus familiares y amigos) han sido acusados de vacunarse injusta y secretamente antes de tiempo mientras el país estaba sumido en la pandemia.
Para más inri, el presidente ha advertido que hay estafadores ofreciendo inocular vacunas falsificadas aprovechándose del sufrimiento de la nación. Este tipo de escándalos no han ayudado en absoluto al país, han causado descrédito en la vacunación y el cuestionamiento de unas instituciones que, al contrario, deberían haber mostrado ejemplaridad y justicia ante el sufrimiento de la población a causa de la pandemia y sus estragos.
Chile: un ejemplo para el mundo
Multitud de medios y organismos han alabado la campaña chilena como ejemplo de eficacia y eficiencia. A 11 de marzo el país había administrado 32,09 dosis por cada 100 habitantes, cifra que convierte a Chile en uno de los líderes de la vacunación mundial.
Chile ha pasado de ser criticado por su inacción con las altas tasas de infección y su falta de credibilidad a ser alabado por su concepción logística y buen hacer en la campaña de vacunación.
¿Cómo lo ha hecho? Un artículo en The Economist aludía a dos razones principales para este éxito. La primera era la falta de acuerdo, planificación y colectividad de los países latinoamericanos. Mientras la unión africana ha comprado vacunas al por mayor, en América Latina cada país se ha ocupado de negociar por su cuenta, lo que ha destapado grandes desigualdades.
Chile acogió ensayos iniciales de algunas vacunas y supo negociar muy bien y de forma temprana. La segunda razón que esgrime el diario es que el programa de inmunización chileno posee una base de datos digital actualizada.
Cabe añadir a estas razones que no solo Chile negoció de forma temprana y hábil, sino que también se aseguró vacunas de más de tres farmacéuticas, e intenta ahora hacerse también con la Sputnik V. Además, Chile fue el país de América Latina que más temprano inició su campaña de vacunación, el 24 de diciembre.
En Europa nos quejamos mucho últimamente de la lentitud de nuestras campañas de vacunación y tendemos a achacarlo a la decisión de adquirir las vacunas de modo unificado. Mirando a América Latina, vemos un ejemplo de lo que hubiera podido ocurrir en Europa de no elegir una estrategia unificada.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.