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Instagram mató a la tienda física

Esta puede ser una afirmación demasiado rotunda, sin duda matizable, como aquella que rezaban los Buggles en su Video Killed The Radio Star. Obviamente, Instagram no ha matado a la tienda física porque, hasta donde esta redactora tiene conocimiento, sigue habiendo locales de venta de bienes y productos en las calles –como sigue habiendo emisoras de radio-. No obstante, Instagram sí se ha posicionado ya como una de las más importantes plataformas de e-commerce del mercado. Una plataforma de la que se han aprovechado especialmente las tiendas físicas, incluidos los pequeños y medianos comercios. Las ventas a través de Instagram han subido como la espuma en detrimento de la tienda de toda la vida, que irónicamente puede ser la mayor beneficiada por esta circunstancia.

Instagram mató a la tienda física

Esta puede ser una afirmación demasiado rotunda, sin duda matizable, como aquella que rezaban los Buggles en su Video Killed The Radio Star. Obviamente, Instagram no ha matado a la tienda física porque, hasta donde esta redactora tiene conocimiento, sigue habiendo locales de venta de bienes y productos en las calles, como sigue habiendo emisoras de radio. No obstante, Instagram sí se ha posicionado ya como una de las más importantes plataformas de e-commerce del mercado. Una plataforma de la que se han aprovechado especialmente las tiendas físicas, incluidos los pequeños y medianos comercios. Las ventas a través de Instagram han subido como la espuma en detrimento de la tienda de toda la vida, que irónicamente puede ser la mayor beneficiada por esta circunstancia.

 

Una generación repleta de ideas

La compra y venta online no es ninguna novedad. Adquirir un billete de avión, alquilar una casa de vacaciones o comprar unos pantalones es algo con lo que el común de los mortales está familiarizado. Este tipo de transacciones se viene haciendo desde hace años desde los sitios web originales, o en todo caso desde buscadores y comparadores específicos, y generalmente queda reservado a las grandes marcas o compañías. La que ha tomado la vanguardia en esta nueva era del e-commerce ha sido la Generación Z, la que comprende a los más jóvenes y nativos digitales. Ha sido esta generación la que ha concebido las redes sociales, y especialmente Instagram, como vía de venta online. Y no lo ha hecho únicamente como audiencia o comprador, sino como parte activa creando sus propias marcas.

En el mundo de la moda, Instagram ha logrado posicionarse como una plataforma de influencia sin precedentes. Blogueros, famosos y marcas han construido unos lazos muy potentes, y su trascendencia es ya mayor que la publicidad más convencional como, por ejemplo, la emitida en televisión. Lo mejor de este pastel es que cualquiera puede coger un trozo gracias a una buena idea o a un golpe de suerte. El éxito en Instagram no está reservado para los más poderosos de la industria textil, sino que cualquiera con una pequeña tienda o un estudio de moda modesto puede convertirse en el rey, potenciando así sus ventas. Alexandre Daillance, alias Millinsky, un diseñador de gorras que por un golpe de suerte, o una foto de Rihanna, en este caso, se hizo conocido y admirado a escala global. Millinsky era tan sólo un adolescente cuando Rihanna lo catapultó al éxito en 2015. Un éxito que no habría existido sin Instagram. Su historia es tan sólo un ejemplo de tantos.

 

Instagram mató a la tienda física
Con esta foto, Rihanna catapultó a Millinsky a la fama. | Imagen: Instagram

 

Cuestión de confianza

En el mundo del comercio, como en muchos aspectos de la vida, todo se basa en la confianza. Uno de los grandes escollos que ha tenido que solventar el comercio electrónico es precisamente este: la desconfianza. Una cosa es ir a una tienda, ver el producto, tocarlo, olerlo, intercambiar unas palabras con el vendedor, y otra muy distinta es comprar algo de lo que sólo tenemos dos referencias: una foto y una descripción. Entre el público general, este escollo sigue pareciendo insalvable –en general, la gente sigue yendo a la tienda física, y cuando ve algo que le gusta, lo busca en internet por si lo encontrara más barato-. No obstante, para estos jóvenes de la Generación Z, ese obstáculo prácticamente ni existe. Confían en quien les vende porque es como si lo conocieran, como si lo tuvieran delante de sus narices. Esta confianza la propicia la interacción constante entre usuarios, compradores y vendedores. Es como tener la tienda del barrio en tu feed de Instagram. Saben a quién seguir y, por ende, a quién comprar.

 

Un millón de anunciantes

Una de las muestras más evidentes del éxito de Instagram como tienda es su número de anunciantes, que recientemente ha superado el millón. Se trata de cinco veces la cantidad que tenía el año pasado, tras la transformación que sufrió la aplicación aprovechando la infraestructura de Facebook ante el aumento de la competencia de Snapchat.

Alrededor del 80% de los 600 millones de usuarios activos mensuales de Instagram opta por seguir a un negocio en la plataforma, y 120 millones de ellos interactuaron con un negocio el pasado mes.

Los nuevos formatos que acepta la plataforma, que van desde el vídeo, el boomerang, las historias o las galerías, no hacen más que aumentar las posibilidades de venta de las marcas.

Lo que el futuro depare a esta red social es una incógnita. Nadie podía imaginar cuando en 2010 esta aplicación se lanzó con el ánimo de ser una red de fotografías a las que aplicar unos cuantos filtros, que terminaría convirtiéndose en la potente plataforma de comercio electrónico que es hoy día.

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