Más información y más control: WhatsApp cambia su privacidad y compartirá datos con Facebook
Facebook apuntala su poder con un nuevo banco de datos: WhatsApp. A partir de ahora, la compañía de Zuckerberg tendrá acceso a la información de (casi todos) los usuarios de la aplicación de mensajería
WhatsApp es la aplicación de mensajería por excelencia. En los últimos días, sus usuarios han recibido una serie de avisos que, la mayoría de veces, han sido aceptados sin más. No eran mensajes banales: la empresa ha cambiado su política de privacidad y, a partir de ahora, compartirá con Facebook los datos que recopile. Esto significa que las grandes tecnológicas continúan apuntalando su poder y su capacidad de control. Sin embargo, hay una buena noticia: la Unión Europea garantiza una serie de derechos en materia de privacidad de datos que hacen que esta nueva modificación no afecte a los europeos. A continuación, desgranamos el último movimiento de WhatsApp y sus implicaciones.
Una empresa tan potente como Facebook, como cualquier otra gran tecnológica, recaba una cantidad ingente de datos procedentes de decenas de millones de usuarios. En esos datos está la razón de este cambio. Igualmente, se justifica de manera muy simple: por la propiedad de la compañía. Ya que WhatsApp pertenece a Facebook (aunque el Gobierno de Estados Unidos le haya instado a venderla), la empresa de Mark Zuckerberg pasa a coger un trozo más grande de la tarta y ahora tendrá acceso a los datos de los usuarios de la aplicación de mensajería. Tanto Facebook como el resto de sus entidades.
WhatsApp ha publicado un comunicado en el que especifica que «debe recibir o recopilar información para operar, proporcionar, mejorar, entender, personalizar, respaldar y promocionar nuestros Servicios». ¿Qué significa esta retahíla de verbos? Control, básicamente. La escritora Marta Peirano lo describió en su libro El Enemigo conoce el sistema (Debate, 2019), donde venía a decir que empresas como Facebook se hacen multimillonarias espiando a millones de personas que no dan demasiado valor a su privacidad.
La obtención de datos para mejorar los anuncios
Esto no significa, en ningún caso, que Facebook vaya a poder acceder a los chats de los usuarios. Nuestras conversaciones tórridas y nuestra colección de memes compartidos, de momento, están protegidas por el cifrado ‘de extremo a extremo’. Pero el contenido que maneja Facebook es igualmente jugoso: obtiene los datos a través de las reacciones e interacciones de cada usuario. Gustos gastronómicos o de moda, orientación política, preferencias sexuales… Es decir, que cada vez que damos un ‘me gusta’ o compartimos la publicación de alguien en esta red social, la foto fija de nuestra personalidad adquiere más nitidez. En WhatsApp no se puede reaccionar ni subir fotos (excepto a las conversaciones, que como decíamos están cifras, a los ‘estados’), pero hay un buen número de metadatos: con quién hablamos, durante cuánto tiempo, cuál es nuestra ubicación…
Toda esta información servirá para orientar la publicidad que vemos. Los expertos lo han catalogado de distintas formas, como capitalismo de la vigilancia o minería de datos, pero en la práctica supone un paso más hacia 1984 o Black Mirror. Cuanta más información tenga la empresa sobre nuestros gustos, mayor será su capacidad para ofrecernos anuncios que nos vayan a interesar. Y, por supuesto, esta publicidad se traduce en beneficios económicos. Además, si Instagram (también propiedad de Facebook), WhatsApp y Facebook cruzan sus datos, lo que probablemente sucederá, pueden obtener una idea bastante precisa de quiénes somos.
En definitiva, este movimiento apuntala el poder de Facebook, que hace un año se planteó incluso incluir publicidad en Whatsapp. Al final lo descartó, pero podemos suponer que este cambio en su política va en esa línea, la de llevar al extremo la consigna «si es gratis, el precio eres tú».
Las reacciones y Unión Europea como aldea gala
Algunos ya se han opuesto. El Gobierno turco ha reaccionado a este anuncio recomendado, amparándose en supuestas razones de seguridad, dejar de usar la red de mensajes WhatsApp para luchar contra lo que ha calificado como «fascismo digital». Turquía ha pedido además a los ciudadanos sustituirla por un sistema desarrollado por una empresa participada por el Estado.
En Occidente, de momento, nadie ha hablado de «fascismo digital», pero es cierto que hay hay varios escándalos preocupantes. La empresa de Zuckerberg ha sido acusada de vender los datos de sus usuarios, como sucedió con el escándalo de Cambridge Analytica, que segmentó los datos para publicitar anuncios políticos. Esta violación de los derechos de los usuarios provocó la comparecencia de Zuckerberg en la Eurocámara. Al final, el tema se saldó con una multa de 500.000 libras.
No ha sido el único: en 2019, muchos usuarios se fueron a Telegram ante los fallos de WhatsApp. Telegram es, de hecho, su gran competidor (hay otros, como Signal o Line, pero no son tan populares), una plataforma que ha sacado pecho por tener el código abierto. Pavel Durov, su cofundador, ha afirmado que «no ha existido un solo día en los 10 años de historia de WhatsApp en el que fuera segura».
Ahora bien, nada de esto debe preocupar a los ciudadanos de la Unión Europea. Los nuevos cambios de WhatsApp no les afectan. El organismo es una salvaguarda en este caso. Una aldea gala. La garantía viene del Reglamento General de Protección de Datos, un escudo legal pionero que otorga una especial protección a los europeos. De hecho, el nuevo presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, podría utilizar este Reglamento como base para llevar a cabo una regulación federal para las grandes tecnológicas en materia de datos y privacidad. De China ya ni hablamos.
Durante 2020, WhatsApp se esforzó en tomar medidas positivas orientadas a mejorar la seguridad, como limitar el reenvío de mensajes para evitar que los bulos se viralizasen. Con esta decisión de Facebook, estas acciones quedan en entredicho. No es Big Brother, es el Big Data, and«it’s watching you».