Estos son los tres ingredientes que debes descartar al hacer el caldo, según Arguiñano
Si evitas ciertas materias primas al preparar este plato practicas la cocina de aprovechamiento de forma sostenible
El arte de hacer un buen caldo es una de las habilidades esenciales en la cocina, especialmente en los meses fríos. Pero incluso una tarea tan tradicional como esta tiene sus secretos y trampas, como ha destacado el chef Karlos Arguiñano. Y es que, cuando se trata de preparar un caldo de carne o pollo, como utilizamos los huesos no estamos desperdiciando ningún ingrediente. Pero, en el caso del caldo de verduras sucede lo contrario, nos parece que usar verduras frescas que luego vamos a tirar es desaprovecharlas.
Por eso, Arguiñano no evita preparar el caldo de verduras, sino que aporta consejos valiosos sobre cómo aprovechar al máximo las materias primas utilizadas en la elaboración del mismo. De esta forma, el famoso cocinero hace de esta receta un plato de aprovechamiento, cocinando de una forma ligera, sana, sostenible.
Los tres ingredientes prescindibles
Siguiendo el consejo de Arguiñano, preparar el caldo de verduras siguiendo su receta se convierte en una forma de aprovechar los alimentos, ya que podremos utilizar éstos para preparar otros platos, como una crema de verduras por ejemplo. Y es que, según el cocinero, siempre que añadimos puerro, cebolla o zanahoria enteros al caldo, en el fondo estamos desperdiciándolos, ya que tan solo soltarán la sustancia. Puesto que después se tiran, pero en cambio si lo que incorporamos a la cacerola es la cáscara de la cebolla, las hojas verdes del puerro y la piel de la zanahoria, podemos obtener un resultado igual de sabroso y más saludable.
La solución de Arguiñano
Sin embargo, esto no significa que estas verduras queden fuera del proceso. Arguiñano ofrece una alternativa ingeniosa para seguir aprovechándolas, y de paso, reducir el desperdicio alimentario. La clave está en utilizar las pieles de las verduras en lugar de sus cuerpos principales.
Las cáscaras de las zanahorias, los puerros y las cebollas tienen un sabor sutil y aportan un buen equilibrio sin sobrecargar el caldo. Además, al utilizarlas, estamos adoptando un enfoque más sostenible, aprovechando partes que muchas veces se desechan pero que tienen un gran potencial culinario.
El caldo de verduras de Arguiñano
Con esta premisa en mente, Arguiñano comparte una receta de caldo de verduras de aprovechamiento que es sencilla, nutritiva y respetuosa con el medio ambiente. Para prepararla, comienza guardando las pieles de las zanahorias, las cebollas, y las hojas verdes de los puerros, así como cualquier otro resto de verdura fresca que tengas a mano, como las hojas exteriores de una lechuga o los tallos de algún apio.
Estos restos se lavan cuidadosamente para eliminar cualquier suciedad o residuo. Luego, se colocan en una olla con abundante agua fría y se añaden especias al gusto, como laurel, tomillo o unos granos de pimienta. Tras llevar a ebullición, se deja cocinar a fuego lento durante al menos 45 minutos. Finalmente, el caldo se cuela.
Beneficios del caldo de verduras
Más allá de ser una práctica sostenible, el caldo de verduras ofrece numerosos beneficios para la salud. Este alimento es bajo en calorías, pero rico en nutrientes esenciales como vitaminas, minerales y antioxidantes, que se extraen de las verduras durante la cocción.
También es hidratante y fácil de digerir, lo que lo convierte en una excelente opción para quienes necesitan recuperar energía tras una enfermedad o para complementar una dieta ligera. Además, al no contener ingredientes de origen animal, es una opción apta para vegetarianos y veganos, adaptándose a diversas preferencias y restricciones alimentarias.
Cómo conservar esta receta
Para conservar el caldo de verduras, primero enfríalo rápidamente para evitar el crecimiento de bacterias. Una vez frío, guárdalo en recipientes herméticos, preferiblemente en porciones individuales, para facilitar su uso posterior. En la nevera puede durar hasta cuatro días, mientras que en el congelador se conserva durante unos tres meses.
Para congelarlo, utiliza bolsas de congelación o recipientes aptos para el frío, dejando un poco de espacio para la expansión del líquido. Siempre etiqueta los envases con la fecha de elaboración para llevar un mejor control. Antes de consumirlos, asegúrate de de que el caldo hierva.