Cinco barras de Madrid donde comer y beber en serio
Novedosas o nuevas pero las cinco recomendables por ambiente, continente y contenido

Restaurante Barra Alta.
El ritmo frenético que define las constantes aperturas de restaurantes en Madrid, si bien unos más exitosos que otros (pues algunos terminan cerrando más pronto que tarde), puede ser una de las motivaciones para que también se vayan animando los establecimientos que centran su oferta gastronómica en torno a una barra. La barra como concepto, el escenario principal, con más o menos atractivo en cuanto a estética pero bastante interesantes y suculentas en lo que a la cosa de comer y beber respecta.
Del mismo modo que en ocasiones cuesta entrar en un restaurante porque no sabemos muy bien cómo terminará la cosa, lo de sentarse a la barra, a priori, parece dar menos miedo por esa cosa de informal y afable a la que tradicionalmente se han asociado. Como que en este momento una parte del consumidor va por ahí y es verdad que en Madrid no dejan de aparecer direcciones de esta guisa que están obteniendo reconocimientos y muchos parabienes. Eso sí, barras con un común denominador, la oferta puede ser todo lo formal o informal que uno busque, y en paralelo se moverá el ticket medio. O dicho de otro modo, gastronomía con nivel y estupenda bodega a pie de barra. He aquí unos cuantos buenos ejemplos.
Tragabuches
De la más recientes aperturas del malagueño Dani García en la capital en la que rinde homenaje a sus orígenes y sin duda a aquel lugar en el que arrancó su exitosa trayectoria. Porque fue en Tragabuches de Ronda, su pueblo natal, donde comenzó todo, desde donde después llegó a Marbella para hacerse con las máximas estrellas tras las cuales echó el cierre y comenzó su periplo por el país y el mundo inaugurando establecimientos y conceptos. Y Tragabuches está en Marbella y hace menos de dos años tiene sede en Madrid (c/ Ortega y Gasset, 40). Como desde la casa cuentan, «la venta de Dani García» porque aquí se disfrutan sus orígenes, la tradición andaluza, la cocina de casa, con la que él se crió. Una barra non stop, entregada al producto cercano y el recetario popular acompañados de una interesante oferta vinícola por copas o por botellas.
Alto Bardero
En el popular, canalla y tumultuoso barrio de la Latina acaba de abrir sus puertas un nuevo Bardero tras el local de Arganzuela. En lo que fuera el mítico Juana La Loca (Plaza de Puerta de Moros, 4), los cocineros Pablo Paternostro y León Bonasso, argentino y uruguayo respectivamente, proponen una barra para un tapeo de pinchos con el añadido de un comedor para quien prefiera sentarse a la mesa pero en espacio que recuerda una casa de comidas.

En la propuesta, de base mediterránea reconocible y a partir de un producto seleccionado, platos de muy distintas culinarias, y culturas, entre las que no faltan las originarias de sus artífices. Su idea, adelantan, es hacer de Alto Bardero una extensión de Bardero, pero en este caso con vocación de barra de pinchos bien elaborados. Razón por la que reciben unas vitrinas repletas de pinchos que van rotando según temporada, aunque la tortilla de patatas con cebolla confitada nunca falta. Y es que se convirtió en un clásico en la etapa de Juana la Loca, local fundado por el padre de Bonasso, al que éste estuvo ligado casi dos décadas y receta con la que rinde homenaje a aquellos inicios. En cuanto a los vinos, interesante la apuesta por pequeños productores, las elaboraciones naturales y alguna referencia argentina. Una carta de 25 referencias y casi todas disponibles por copas.
Barra Alta
Su historia madrileña ya tiene seis años (C/ Lagasca, 19) pero la casa madre se asienta en Barcelona donde es un referente de la cocina de producto, respetuosa en todo momento con la estacionalidad. Una filosofía con la que se instaló en el barrio de Salamanca y dirección que tiene ya una clientela bastante fidelizada. La propuesta es un despliegue de materia prima (tienen un buen repertorio de ostras para abrir boca), elaboraciones tradicionales con halos de modernidad, dirigida por Dani Roca, al frente de la cocina, propietario del local y un anfitrión que siempre está para recibirte en su casa. Un espacio acogedor, que transmite buen ambiente y con una zona de barra con mesas altas para disfrutar de la carta junto a una buena bodega. Si el tiempo lo permite, un par de taburetes al sol son opción de exterior.
Caiño
En el número 35 de la calle Ibiza, Caíño es el espacio más vinícola del grupo Bulbiza, un vinobar para disfrutar sin prisas y en plan informal. Una oferta para tapear o compartir en los que revisan algunos clásicos pero con una carta que varía conforme al mercado. Lo que no faltan son propuestas como las croquetas de calamares en su tinta, los embutidos, empanada gallega, quesos o la hamburguesa de la casa como uno de sus imprescindibles. Luego, para acompañar, un lugar ideal para probar y descubrir un amplio abanico de vinos distintos y de pequeños productores, si bien no faltan algunos de los más conocidos.
Varra Fina
Os hablamos de él hace unas semanas incidiendo en su carta de comedor, pero lo cierto es que lo que ha hecho de esta dirección (C/ Hermosilla, 7) un lugar de peregrinaje es la barra en la que manda la tradición más castiza. Un también muy ambientado espacio para tomar callos, patatas bravas, croquetas, oreja, ensaladilla, gildas, al tiempo que propuestas más cool como pueden ser la ostra con escabeche o el steak tartar de picaña… Todo susceptible de ser compartido. Al frente del de esta Varra, con uve, dos cocineros de dilatada experiencia, Jorge Velasco y Joaquín Serrano, que se animaron a poner en marcha el propio, y hasta la fecha parece han acertado.
LAS DIRECCIONES REFERIDAS NO RESPONDEN A INTERÉS COMERCIAL ALGUNO SINO, EXCLUSIVAMENTE, A UN CRITERIO PROFESIONAL Y DE CALIDAD