María, la hija de Verónica Forqué, da la nota en el preestreno de 'Barbie' por su mínimo atuendo
Una vez más, la hija de Verónica Forqué ha sorprendido a todos por su atuendo, esta vez en un preestreno
María Iborra Forqué, hija de la fallecida actriz Verónica Forqué, sigue dando la nota en sus apariciones públicas. La artista multidisciplinar, de 33 años, acudió este miércoles al preestreno de la película Barbie, igual que otras muchas famosas, como Laura Matamoros o María Pombo, entre muchas otras.
La mayoría de los estilismos de las invitadas eran rosas y en modo Barbie, pero la hija de Verónica Forqué, más conocida como Virgen María, pasó del código de vestuario y fue fiel a su estilo bondage.
La hija de Verónica Forqué da la nota, otra vez
Así, María prefirió no lucir un estilismo en color rosa, como todas, sino un conjunto minúsculo compuesto por el mítico bolso Birkin de Hermès.
Acompañada por Filip Ćustić Braut, artista hispano-croata residente en Madrid, la hija de Verónica Forqué dejó a todos atónitos por su look, que dejaba al descubierto casi toda su anatomía.
Así superó la muerte de su madre
María Iborra ha seguido adelante tras el fallecimiento de su madre y lo ha hecho gracias, en parte, al concepto que ella tiene sobre la muerte. En una carta a su madre, cedida a la revista Shangay, la joven confesó que la muerte no existe y que su madre no se ha ido.
«Mi madre vino a dar luz. No se ha ido, solo está en otra habitación. No tiene cuerpo, pero su energía está más presente que nunca, porque ahora es omnipresente. Cuando necesito un abrazo se lo pido, tú puedes hacerlo también», comienza, y añade que su madre «decidió irse a un plano más elevado, y no material, para seguir con su misión de llenarnos de luz».
«Ella me enseñó que la muerte no existe, que la reencarnación sí; que el cuerpo humano es solo eso, un cuerpo, que transporta lo que realmente somos y viaja infinitamente por el universo. La muerte es un nacimiento a la siguiente fase, no es el fin. (…) El suicidio está muy estigmatizado por la influencia de la Iglesia. ¿Por qué alguien no puede acabar con su vida, si es suya? Quién mejor que uno mismo para decidir que no quiere seguir más… Tengamos respeto. Hay que respetar su decisión, su misión aquí había acabado», sigue.
«La muerte no existe. Ahora mi madre está conmigo y con todos los que la aman. Te siento, y nos vemos pronto, en la siguiente etapa, porque la vida dura un segundo», finaliza.
Sin duda, María Iborra es especial, diferente y única, unos rasgos que, sin duda, ha heredado de su madre.