«Juan Ortega no quería casarse»: el testimonio clave de una amiga sobre el plantón a Carmen
El torero dejó plantada a su novia en el altar el pasado fin de semana después de no tener claros sus sentimientos
Juan Ortega dejó a su novia plantada en el altar el pasado fin de semana. Los hechos ocurrieron unos minutos antes de que Carmen Otte, su pareja, se dirigiera a la Iglesia de Santiago en Jerez de la Frontera para darse el ‘sí, quiero’ con el que había sido su novio de la adolescencia. Esa misma mañana, Juan telefoneó a su prometida para decirle que no estaba seguro de su decisión y que, por eso, prefería cancelar el enlace. Lo hizo después de hablar con su cura de confianza, quien le advirtió de las consecuencias de casarse con alguien con quien no tenía claros los sentimientos. Ahora, una amiga íntima de la pareja ha concedido un testimonio a Vanitatis que podría dar un giro de 180 grados al suceso.
De esta manera, esta persona, muy cercana tanto a Juan como a Carmen, ha confesado que el torero siempre fue claro con su novia. «Juan no quería casarse y Carmen lo sabía», ha comentado la mujer al mencionado portal web. Por tanto, él ya había mencionado sus dudas a su pareja unos meses antes de que se celebrara el enlace, por lo que, entonces, esta decisión no habría sido una novedad para la médica. Aunque eso sí, en todo momento Otte pensó que esto se debía al nerviosismo propio de antes de una fecha tan especial y nunca pensó que su decisión llegaría tan lejos.
El testimonio clave de una amiga de Juan Ortega
De esta manera, desde Vanitatis explican que la semana pasada no fue nada fácil para el novio. Así, el torero se pasó, la mayor parte del tiempo, llorando. Es por eso que sus amigos notaron algo raro en él durante la preboda, que se celebró el viernes. Un estado anímico del que parece ser que no se percató la novia. Más que nada porque el torero estuvo sonriendo, brindando con sus más íntimos y bailando hasta bien entrada la noche.
A pesar de todo, y con las consecuencias que sabía que eso iba a conllevar, Juan decidió cancelar su boda a pocos minutos de que comenzara. Tanto fue así que algunos amigos ya se encontraban en el lugar religioso para recibir al futuro matrimonio. También, la novia ya estaba peinada y vestida y, con toda su ilusión, se dirigía al lugar sagrado de la ciudad que les vio crecer como pareja, Jerez de la Frontera. Fue el propio padre del diestro quien se encargó de avisar a todos los invitados, entre los que se encontraban Juan del Val, gran amigo de Juan Ortega. Ha sido el escritor de las pocas personas que ha dado declaraciones sobre la decisión del torero, expresando que su amigo es una buenísima persona, pero que los tiempos no han sido los correctos.
Lo cierto es que han sido pocas las personas que han conseguido hablar con el diestro en los últimos días. Su círculo más cercano no es muy extenso y, por eso, solamente cuenta con sus compañeros de universidad, en la que estudió Ingeniería Agrícola hace unos años. Tras conocerse la noticia, el matador de toros decidió refugiarse en casa de sus padres, en Sevilla, mientras la novia lo hacía en la finca que poseen sus progenitores en la localidad gaditana donde se iba a celebrar el enlace.
«Juan nunca estuvo convencido de dar ese paso»
Todos sus amigos insisten en que no les ha sorprendido la noticia. «Juan no se ha implicado en los preparativos de la boda porque nunca estuvo convencido de dar ese paso, aunque continuó adelante y quizás debería haberlo parado antes, pero cada persona es de una manera… Carmen tuvo que llamarle desde Jerez porque la semana antes de su boda estaba entrenando. El mismo jueves al llegar él dijo a su prometida: ‘Vamos a parar esto que aún estamos a tiempo», han confirmado sus más allegados a Vanitatis. Son ellos mismos quienes insisten en que el diestro no había invitado a demasiadas personas relacionadas con su vida ni con el mundo del toro y que habían sido los padres de ellas quienes se habían encargado de toda esa gestión.
También, una semana antes de que se celebrara el enlace, Juan ya había intentado pararla. Para ello, contactó con dos sacerdotes, uno de Jerez y el otro de Barcelona, quien le hizo reflexionar sobre la decisión que iba a tomar. «Si de verdad no lo quieres hacer, no lo hagas», le dijo el religioso. Tras esto, Juan llamó a la que por entonces era su novia y le confirmó la decisión que había tomado: «No me voy a casar».