La vida de María Teresa Fernández de la Vega: retoques estéticos y unida a causas sociales
La que fuera vicepresidenta del Gobierno de Zapatero ha estado trabajando como presidenta del Consejo de Estado

La vida actual de María Teresa Fernández de la Vega. | Una ilustración de Alejandra Svriz
Durante muchos años, María Teresa Fernández de la Vega fue una de las piezas fundamentales dentro del gobierno de Zapatero. La política ejerció como portavoz del Gobierno, ministra de la Presidencia y vicepresidenta primera del Gobierno. En el año 2018 comenzó su andadura como presidenta del Consejo de Estado, puesto que ostentó hasta 2022. El pasado verano, Fernández de la Vega reapareció en la fiesta por el aniversario de la llegada al trono del rey Mohamed VI de Marruecos en la Embajada del país en la capital. Allí estuvo también Carmen Calvo, así como otros representantes políticos. Aunque eso sí, llamó especialmente la atención la aparición de la exvicepresidenta quien, tras su salida del Gobierno, siempre ha intentado mantener un perfil muy bajo.
María Teresa Fernández de la Vega nació en Valencia hace 75 años. Su padre, licenciado en Derecho, fue inspector de trabajo y delegado de trabajo durante la Segunda República y en el Franquismo. Además, obtuvo la Medalla al Mérito del Trabajo. El hombre se casó con Elena Sanz después de la Guerra Civil y ambos decidieron instalarse en la capital del Turia, donde nació María Teresa. Más tarde, todos se marcharon hasta Zaragoza, por el trabajo de su progenitor. Al cumplir la mayoría de edad, María Teresa se mudó hasta Madrid, ciudad en la que estudió Derecho, al igual que su hermano. A mediados de los años 70 ingresó en el Cuerpo de Secretarios Jurídicos Laborales y se convirtió en magistrada.
La trayectoria de María Teresa Fernández de la Vega

Además, en todo este tiempo, también ha trabajado como profesora asociada de Derecho y es adscrita a la asociación Jueces para la Democracia. En el año 2011, la exvicepresidenta fue nombrada Doctor honoris causa por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. A finales de los años 70 decidió dar un paso más en su pasión por la política y se afilió al PSUC. Luego, en 1982, asumió la dirección del gabinete del que fuera ministro de Justicia, Fernando Ledesma, quien también se convirtió en su mentor. Puesto que ocupó durante tres años. En 1994 que nombrada secretaria de Estado de Justicia, participando en la instrucción de los sumarios del GAL. Fue elegida diputada por Jaén en la candidatura del PSOE en la legislatura de 1996-2000.
Más tarde, en las elecciones generales del 14 de marzo de 2004, María Teresa fue elegida diputada por el Congreso de los Diputados y fue nombrada vicepresidenta primera y ministra de la Presidencia. Además, se convirtió en la primera mujer en asumir las funciones de presidenta del Gobierno en la historia de la democracia española tras un viaje de Zapatero al extranjero. El 20 de octubre de 2010 anunció su cese en los cargos del Gobierno, sucediéndola Alfredo Pérez Rubalcaba. En el verano de 2018 fue elegida presidenta del Consejo de Estado, sustituyendo a José Manuel Romay. Cuatro años más tarde anunció su dimisión como presidenta de este órgano.
Su vida actual tras dejar la política

Desde 2022, María Teresa es consejera permanente del Consejo de Estado. En estos últimos años, la que fuera vicepresidenta de nuestro país ha aparecido en público en varias ocasiones. No solamente en esta cita con la Embajada de Marruecos sino, también, por ejemplo, en la convocatoria de proyectos sociales del Banco Santander, que se celebró el pasado 2024. Tras romper con el PSOE, María Teresa Fernández de la Vega fue noticia después de que decidiera hacerse algún que otro retoque en el rostro. Y es que no solamente cambiaron algunas facciones sino que, también, se pudo ver una gran modificación en la frente, los ojos, la nariz y los pómulos. En ese momento, María Teresa contó que había engordado siete kilos.

Una afirmación que se contradijo con su aparición en 2019 en Letonia, donde se pudo observar a una exvicepresidenta sin ninguna arruga en su cara y con una visible tirantez que muchos expertos apuntaron a varios tratamientos de rejuvenecimiento. Así, en ese momento, se explicó que había podido optar por el ácido hialurónico para los labios y bótox. Ahora, la política cuenta con una imagen más moderna y natural, dejando de lado todos esos retoques. Así, ha optado por cortarse el pelo y por darle un aspecto más recto y en un color rubio casi blanco con algunas entradas más oscuras. Sobre su estilismo, la exvicepresidenta sigue optando por colores vivos, lo que le dan un toque más moderno.