Altares en el poder: cuando la fe católica conquista los despachos de los políticos
Con motivo de la Semana Santa, analizamos la presencia y visibilidad de la fe en la esfera política española

José Luis Martínez-Almeida | TO / Carmen Suárez
En España, celebramos la Semana Santa con fe, gran devoción y tradición, especialmente el Jueves y Viernes Santo, cuando las procesiones y los actos litúrgicos marcan la agenda, sobre todo, de los católicos practicantes. Con motivo de estos días tan especiales para los creyentes, en THE OBJECTIVE analizamos la presencia —y la visibilidad— de la fe en la esfera política española. Y el resultado es llamativo, pues en un contexto marcado por una creciente laicidad institucional, la religión sigue ocupando un lugar relevante en la vida de muchos representantes políticos.
El altar de Almeida y su profunda fe religiosa
El actual alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, es quizá uno de los políticos actuales que más comparte su fe religiosa. De hecho, hace poco pudimos ver, en una imagen publicada por El español, que tiene un pequeño altar en su despacho. En concreto, sobre su escritorio hay un crucifijo de madera, un rosario, una estampa de la Madre Teresa de Calcuta con la frase «Jesús es mi Todo en Todo» y un pequeño libro de oraciones.

«He sido bendecido con el don de la fe, en una familia que me educó en la fe, y tengo una familia ahora en la que comparto esa fe con mi mujer y en la que tratamos de crecer conjuntamente», dijo Almeida hace unos meses en la quinta edición de los Premios Carisma, otorgados por la Conferencia Española de Religiosos (Confer). El alcalde nunca ha ocultado su devoción religiosa, más al contrario, pues el pasado Domingo de Ramos, 13 de abril, Almeida encabezó la procesión del Santísimo Cristo de la Fe y del Perdón, conocida como ‘Los Estudiantes’.

Fe y política: un vínculo más común de lo que parece
No solo Almeida ha hecho pública su fe religiosa, pues desde Salvador Illa hasta Jorge Fernández Díaz, pasando por figuras como Jordi Pujol o Mercedes Aroz han dado voz a sus creencias, lo que es sin duda destacable en el contexto social que vivimos, pues el número de católicos practicantes no para de disminuir.
En España, según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de principios de 2025, apenas el 19,5% de la población se declara católica practicante, mientras que un 37,1% se identifica como católica no practicante. Esto representa una disminución respecto a años anteriores. Por ejemplo, en 2023, los católicos practicantes eran el 18,8%, y en 2018, el 21,9%; un descenso que refleja una tendencia hacia la secularización en la sociedad española.
La religión y los políticos españoles
A pesar de este descenso, numerosos políticos de nuestro país son católicos y así lo muestran de cara al público. Además de Almeida, Salvador Illa, actual presidente de la Generalitat de Cataluña, también ha compartido su profunda fe religiosa. En su toma de posesión en 2024, no dudó en referirse al «humanismo cristiano» como una de las bases de su acción de gobierno, reivindicando un cristianismo progresista que, según sus propias palabras, forma parte de su identidad. Illa, que se declara católico practicante, ha tratado de normalizar la fe en un contexto político donde se evita mencionar creencias religiosas.

También en Cataluña, Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republicana, es conocido por su profunda religiosidad. De hecho, ha defendido públicamente su catolicismo, incluso durante su paso por prisión, donde la fe se convirtió en un pilar para afrontar la condena. «Mi oración preferida es el Magnificat», dijo a La Vanguardia.

El expresidente Jordi Pujol, a lo largo de su vida política, y especialmente en sus últimos años, ha reflexionado sobre la dimensión espiritual de la responsabilidad pública, hablando de esperanza, trascendencia y moralidad. «Soy un hombre ortodoxamente católico, como todo el mundo sabe y creo en los diez mandamientos. (…) De entre los siete pecados capitales, el orgullo me parece el más peligroso y satánico», dijo, recoge Religión digital.

El exministro socialista José Bono, a menudo asociado al ala más conservadora del PSOE, ha sido claro en su condición de católico y ha defendido el papel del cristianismo en la configuración ética del Estado.
También destaca el caso de Jorge Fernández Díaz, exministro del Interior, del Partido Popular, quien ha declarado en múltiples ocasiones su pertenencia al Opus Dei. En su época de ministro, en una entrevista con La Vanguardia, confesó tener un ángel de la guarda al que llamaba Marcelo: «Se puede creer o no, pero todos tenemos nuestro ángel de la guarda. Una manera de familiarizarte con él es ponerle un nombre y un día se me ocurrió llamarle ‘Marcelo‘».

También Jaime Mayor Oreja, exministro y ex eurodiputado, quien ha encabezado iniciativas antiabortistas y profamilia en numerosas ocasiones:
Otro caso a destacar es el de Mercedes Aroz, cofundadora del PSC y exsenadora, quien hizo pública su conversión al catolicismo en 2007, renunciando posteriormente a la política activa para dedicarse a promover el diálogo entre fe y cultura laica. En declaraciones a Europa Press explicó que su cambio fue un proceso que duró «varios años. (…) Mi actual compromiso cristiano me ha llevado a discrepar con determinadas leyes del Gobierno», confesó en aquel momento, justificando así su salida de la vida política. Dos años más tarde, abandonó también el PSOE tras 33 años por la nueva legislación sobre la ley del aborto.
Esta visibilización de la fe religiosa en el entorno político representa, sin duda, un fenómeno poco común en los tiempos modernos que vivimos, marcados por un discurso político cada vez más secularizado.