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La amistad de Berasategui y Arguiñano que se fraguó entre fogones: «Es único e irrepetible»

Los dos cocineros han desarrollado una carrera igual de exitosa y con una vida en común que va más allá de su lado profesional

La amistad de Berasategui y Arguiñano que se fraguó entre fogones: «Es único e irrepetible»

Berasategui y Arguiñano. | Atresmedia

Martín Berasategui y Karlos Arguiñano son dos de los cocineros más importantes de nuestro país. Entre los dos nunca ha habido una competición y han sabido combinar sus carreras a la perfección, construyendo una bonita amistad que dura hasta nuestros días. Arguiñano se consolidó como uno de los primeros grandes cocineros mediáticos de España gracias a su restaurante en Zarautz y, sobre todo, a su programa de televisión, donde acercó la cocina al público general con humor, cercanía y recetas asequibles. Por su parte, Berasategui ha dedicado su vida profesional a la alta cocina; asume una formación seria, técnica, exigente, y a lo largo de décadas se ha convertido —con docenas de estrellas Michelin acumuladas— en el chef español más laureado.

Pese a estas diferencias, ambos chefs comparten valores fundamentales: el amor por el buen producto, el respeto por la gastronomía vasca/ficional —raíces compartidas— y una visión honesta de la cocina. Eso ha favorecido un terreno común y un mutuo respeto, base sobre la que ha crecido su amistad. Un punto clave en su relación fue cuando Berasategui se incorporó al programa televisivo de Arguiñano, Karlos Arguiñano en tu cocina, a partir de 2017. Cada dos semanas, él aportaba una receta de alta cocina, mucho más sofisticada que las habituales, y lo hacía junto a Arguiñano, proporcionando una mezcla de técnica, entretenimiento y conocimiento.

La amistad de Berasategui y Arguiñano más allá de la cocina

Esa experiencia no solo acercó dos estilos distintos de cocina, sino que permitió conocerse en profundidad. Berasategui valoró la naturalidad, sencillez y honestidad de Arguiñano para acercar la cocina a la gente, mientras que Arguiñano reconoció el rigor técnico y la excelencia de Berasategui. Esa colaboración profesional cimentó una amistad basada en admiración mutua. En entrevistas recientes, Berasategui no ha dudado en elogiar a Arguiñano de forma contundente: le ha llamado «fenómeno», «único» e «irrepetible».

Además, dijo algo significativo: «Si más personas siguieran a Karlos Arguiñano, el mundo sería mucho más feliz». Con esa frase puso en valor no solo su cocina, sino su labor como divulgador, comunicador y embajador de la cocina accesible, honesta y con fundamento. Para Berasategui, Arguiñano no es una competencia, sino una referencia: alguien que compartió —y sigue compartiendo— con él muchos ideales sobre la cocina, la formación, el respeto por el producto y la honestidad profesional.

Su amistad va más allá de los fogones. A ambos les une un carácter cercano, una humildad genuina y un deseo de transmitir lo que saben, sin buscar protagonismos estériles. Aun siendo figuras públicas, han demostrado que se puede mirar la gastronomía con seriedad, respeto por la tradición y cariño por la gente. En varios foros del sector, se les menciona juntos como un ejemplo de hermandad profesional: dos chefs de éxito que no compiten entre egoísmos, sino que celebran los logros del otro, se apoyan y entienden que la cocina puede servir para unir, enseñar y acercar culturas. 

Sus carreras, sin duda, aunque han tenido caminos diferentes, se han ido desarrollando de forma paralela. Martín Berasategui nació en San Sebastián en 1960 y creció literalmente dentro de la tradición culinaria vasca. Su primera escuela fue la pastelería familiar, donde aprendió disciplina, precisión y el respeto por el producto. Con solo 15 años ya trabajaba en cocinas profesionales y antes de cumplir 20 se había formado con maestros como Didier Oudill y Bernard Lacoste, que lo acercaron a la técnica francesa clásica.

Sus dos carreras como cocineros de éxito

Con 20 años empezó a trabajar en el restaurante familiar Bodegón Alejandro, y en 1986 obtuvo allí su primera estrella Michelin. En 1993 abrió su propio restaurante en Lasarte, el célebre restaurante Martín Berasategui, que se convertiría en uno de los templos gastronómicos de España y del mundo. El restaurante llegó a ostentar tres estrellas Michelin, posicionando a Berasategui como uno de los grandes referentes de la alta cocina contemporánea. A lo largo de su carrera ha acumulado un número récord de estrellas Michelin —más de una decena sumadas entre todos sus restaurantes—, convirtiéndose en el chef español más laureado. Dirige proyectos en Lasarte, Barcelona, Tenerife, Lisboa y otros lugares internacionales, siempre bajo una línea culinaria personal: técnica impecable, creatividad constante y sabores reconocibles pero evolucionados.

La cocina de Berasategui destaca por su equilibrio entre tradición vasca y vanguardia técnica. Ha introducido métodos innovadores, relecturas de platos clásicos y una búsqueda constante de precisión y perfección. Además, ha formado a muchos jóvenes cocineros que hoy destacan en el panorama internacional. Por su parte, Arguiñano nació en Beasáin en 1948. Estudió cocina en la Escuela de Hostelería de Zarautz, donde más adelante sería profesor. Inició su carrera profesional en diversos restaurantes del País Vasco, consolidando una cocina basada en producto, sencillez y tradición, profundamente marcada por la gastronomía familiar vasca.

En 1978 abrió su propio restaurante frente a la playa de Zarautz, un local que combinaba cocina tradicional, trato cercano y un ambiente familiar. El éxito del restaurante creció gracias a su personalidad carismática, pero también por una cocina honesta sin artificios: guisos, pescados frescos, métodos clásicos y sabor por encima de todo. En 1991 debutó en televisión con su programa de cocina, revolucionando el concepto de divulgación gastronómica. Arguiñano convirtió la cocina en entretenimiento familiar: enseñó a cocinar desde cero a millones de personas, introdujo humor, frases célebres, canciones, consejos de compra y valores de vida.

Es el divulgador gastronómico más influyente de España, con décadas ininterrumpidas en televisión y presencia en múltiples países hispanohablantes. Así, Berasategui representa la alta cocina, la técnica, la excelencia y el prestigio, mientras que Arguiñano encarna la cocina más popular y la cercanía.

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