El Papa llega a una Audiencia en silla de ruedas en medio de los rumores sobre sus problemas de salud
El Sumo Pontífice atraviesa varias lesiones en las rodilla que le impiden desarrollar su labor con normalidad
El Papa Francisco ha llegado hasta el aula Pablo VI del Vaticano sentado en una silla de ruedas que ha sido empujada por un asistente. Se trata de la primera vez que Francisco, que cumplirá en diciembre 86 años y que arrastra una lesión en la rodilla, aparece públicamente de esta manera.
En una entrevista con el diario italiano Il Corriere della Sera publicada el martes, el Pontífice reveló que sufre una rotura de ligamentos en la rodilla derecha desde hace «mucho tiempo», por lo que no puede caminar, pero aseguró que está tratando esta dolencia con infiltraciones, una técnica que potencia y estimula la reparación biológica de las lesiones.
Operaciones de filtraciones
«Hoy me operarán con infiltraciones y ya veremos. Llevo mucho tiempo así, no puedo caminar. Hace tiempo, los papas solían caminar con una silla gestatoria. Hace falta un poco de dolor, un poco de humillación…», aseguró en la entrevista.
En la audiencia general de este miércoles, la última cita pública del Papa, se notó que caminaba con dificultad. De hecho, permaneció sentado en el papamóvil con el que recorrió la plaza de San Pedro para bendecir y saludar a los fieles presentes para escuchar su catequesis.
En varias ocasiones, el Papa ha tenido que suspender su agenda debido a sus problemas de salud. La oficina de prensa del Vaticano solo informó el pasado 22 de abril de que el Papa vaciaba por sorpresa su agenda para someterse a unos controles médicos en la clínica Pío XI de Roma, pero no se dieron a conocer los resultados.
El Pontífice se ha reunido esta mañana con las participantes de la XXII Asamblea Plenaria de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG).
Un total de 700 superioras religiosas de todo el mundo han discutido en varias sesiones de trabajo del 2 al 6 de mayo sobre los desafíos que enfrentan las consagradas como el significado de una vida religiosa plena, la disminución numérica de las vocaciones o la apuesta por las periferias en una Iglesia en salida, como pide el Papa Francisco.