Alemania se queja de los precios "astronómicos" que "países amigos" como EE.UU. le cobran por el gas
Las sanciones contra Rusia y los problemas con el Nord Stream han dejado a Berlín a merced de los precios Washington para la venta de gas licuado
Las sanciones contra Rusia y los problemas con el Nord Stream han dejado a Berlín a merced de los precios Washington para la venta de gas licuado
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Washington y Berlín, han mantenido una de las alianzas diplomáticas más firmes del panorama internacional. Pero hasta los amigos más cercanos pasan por momentos de frialdad. Eso es al menos lo que se desprende de las declaraciones hechas este miércoles por parte del vicecanciller y ministro alemán de Economía y Acción Climática, Robert Habeck, que se quejó de que algunos proveedores de energía, incluyendo países amigos como Estados Unidos, apliquen precios «astronómicos» al suministro de gas dirigido a la Unión Europea.
«Algunos países, incluidos los amigos, a veces alcanzan precios astronómicos», criticó el político germano en una entrevista publicada por el rotativo Neue Osnabruecker Zeitung (NOZ), donde afirma que «eso trae consigo problemas de los que hay que hablar», incluyendo la interlocución de la Comisión Europea con estos proveedores.
Con el inicio de la invasión rusa de Ucrania el pasado mes de febrero, los Veintisiete fueron acometiendo una serie de acciones para reducir su dependencia del gas moscovita, una necesidad particularmente acentuada para Alemania. En este sentido, uno de los movimientos llevados a cabo por la Unión Europea fue la firma de un millonario contrato con Estados Unidos para la compra de gas natural licuado (GNL), un recurso del que Washington es el principal exportador mundial pero que hasta ahora no había encontrado excesiva acogida en el mercado europeo por el significativo menor coste del gas ruso llegado por tubería.
Ese gas ruso, sin embargo, ha ido poco a poco convirtiéndose en más escaso. Para empezar, por las propias sanciones aprobadas por la propia Unión Europea y que se han extendido también al petróleo y al carbón. A esto se ha sumado los cortes de suministro en los gasoductos Nord Stream por parte rusa, sobre los que Gazprom y el Kremlin han aducido problemas técnicos, y los recientes sabotajes en esas mismas tuberías, cuyo autor aún no ha sido identificado.
Todos estos factores han dejado a algunos países europeos, empezando por Alemania, a merced de los precios que Washington quiera dictar para la venta del preciado gas licuado. Una situación a la que nadie quiso prestar atención cuando fue Hungría quien la denunció, ese Estado al que Bruselas trata como un paria. Está por ver cuál es ahora la reacción del Club Comunitario cuando la que pone el grito en el cielo es la primera economía del euro.
En este sentido, el número dos del Gobierno de Olaf Scholz señaló que Europa debería aunar su poder de mercado y «orquestar un comportamiento de compra inteligente y sincronizado por parte de los estados de la UE». Todo con el objetivo de evitar que los países compitan entre sí y eleven los precios del mercado mundial. El poder de mercado europeo es «enorme», solo hay que aprovecharlo, defendió Habeck.