El FBI pagó 3M de dólares a Twitter para suprimir cuentas y tuits incómodos para EE.UU., según el 'Daily Mail'
Las cuentas que se pidió que desaparecieran de la red social estaban vinculadas en gran medida a los conservadores
Las cuentas que se pidió que desaparecieran de la red social estaban vinculadas en gran medida a los conservadores y a «operaciones de influencia extranjera»
El FBI pagó casi 3,5 millones de dólares a Twitter para que el personal de la red social «aplicase la ley» y manejara las solicitudes de la agencia federal en base a prohibir determinadas cuentas. Según recoge el Daily Mail a raíz de las divulgaciones del periodista Michael Schellenberger, hay un correo electrónico de febrero de 2020 en el que un empleado de Twitter expone que se recaudaron 3.415.323 dólares en menos de dos años del FBI para «proyectos relacionados con la aplicación de la ley».
Las cuentas que se pidió a Twitter que bloqueara estaban relacionadas con los conservadores y también con «operaciones de influencia extranjera». De hecho, Twitter llegó a creer, en un primer momento, que la historia sobre el material del ordenador portátil de Hunter Biden, hijo del presidente de Estados Unidos, era «desinformación rusa».
Esta misma semana se ha sabido que Jim Baker, principal abogado de Twitter y exconsejero general del FBI, estaba al tanto de esa información sensible sobre Hunter Biden un mes antes de que esta se publicase. También que intervino personalmente para decir que debería prohibirse, ya que instó a ello directamente al jefe de seguridad de Twitter tras recibir un informe de alto secreto de sus excompañeros del FBI.
La mayoría republicana en la Cámara de Representantes, una vez que quede instaurada, ha prometido una investigación acerca del comportamiento de Twitter en relación con las elecciones presidenciales de 2020. De hecho, el líder de la minoría, Kevin McCarthy, ha llegado a reconocer a Fox News que «esta será una situación mucho más grande de lo que la gente cree».
Este trabajo de censura entre el FBI y Twitter también ha sido denunciado por el actual CEO de la red social, Elon Musk, y ha habido periodistas que han hablado de un «contacto constante y generalizado» entre ambos entes. Es más: se ha sabido que el FBI presionó a los empleados de Twitter para que recibieran una autorización de alta seguridad, y así poderles mostrar las supuestas amenazas a las que no se podía dar voz, en julio de 2020.
El ya mencionado Jim Baker intentó desacreditar la historia del portátil de Hunter Biden por todos los medios. No es el único exempleado del FBI que acabó en Twitter: ahora se sabe que había tantos antiguos trabajadores de la agencia federal reclutados después por la red social que se creó un canal privado de la herramienta de comunicación Slack solo para todos ellos.
También se ha conocido la existencia de una carta en la que uno de esos exempleados del FBI fichado después por Twitter agradecía a su antigua empresa la ayuda para borrar del mapa la información sensible sobre Hunter Biden. Tanto Baker como su equipo acordaron la firma de esa misiva en agradecimiento a los esfuerzos de los federales.
Anteriormente, se bloqueó el reportaje del New York Post sobre el portátil de Hunter Biden en Twitter y se impulsó en todo momento la narrativa de que el contenido del ordenador había sido pirateado por agentes rusos y colocado después en el mismo, asegurándose que nunca perteneció al hijo del presidente.
Sin embargo, los esfuerzos del FBI, que aconsejó a Twitter que estuviera pendiente de la supuesta desinformación rusa en torno a Hunter Biden, resultaron estériles: como ha contado Michael Shellenberger, los ejecutivos de la red social descubrieron «muy poca» actividad de los rusos digna de sospecha. Aunque se borraron cuentas (345, por ejemplo, como aseguró Twitter al FBI en septiembre de 2020), estaban «en gran parte inactivas», con «poco alcance y pocas cuentas de seguidores».
Una vez que se publicó definitivamente la historia del ordenador de Hunter Biden, el jefe de seguridad de Twitter todavía seguía insinuando, como Jim Baker, que había algún tipo de falsificación o pirateo en torno a ella. ¿Quién les instó a defender esa postura? Como asegura Shellenberger, el FBI.