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Una protesta en Madrid mostrará cómo se vive en el mayor centro de torturas de Venezuela

Los asistentes experimentarán la experiencia del Helicoide para pedir la liberación de los presos

Una protesta en Madrid mostrará cómo se vive en el mayor centro de torturas de Venezuela

El Helicoide, el mayor centro de torturas de Venezuela.

La plaza de Callao acogerá el próximo miércoles 1 de noviembre una protesta contra las detenciones ilegales del régimen de Nicolás Maduro en la que los asistentes podrán vivir, en primera persona, la experiencia de estar atrapado en el mayor centro de torturas de Venezuela: la prisión del Helicoide. El acto comenzará a las 18:30 horas y está organizado por Realidad Helicoide, una organización dedicada a mantener viva la memoria de las personas retenidas y torturadas en estos espacios.

La protesta espera presionar al Gobierno de Maduro para que libere a más de 300 presos venezolanos detenidos en instalaciones públicas de las que se sabe poco o nada más allá de los testimonios de quienes han permanecido atrapadas en ella. Estos relatos son escalofriantes y demuestran la normalización  de la dictadura en la comunidad internacional gracias al petróleo y al blanqueamiento que se ha venido dando en los últimos años por parte de formaciones de izquierdas que han comprado el pack ideológico sin atender las violaciones de los derechos humanos que se han dado de forma indiscriminada.

A través de una experiencia inmersiva gracias a la realidad virtual los asistentes podrán escuchar, ver e incluso angustiarse viviendo durante cinco minutos lo que algunos opositores padecen durante días, semanas e incluso años. El acto espera conseguir la liberación de unos 300 presos políticos, aunque esta cifra siempre es complicada de calcular debido a la opacidad y a la forma de actuar de una dictadura que obra a su antojo en el país, deteniendo a personas inocentes y acusándolas de terrorismo y traición a la patria.

En el evento estarán presentes varios familiares de las víctimas y en las pantallas de Callao podrán verse los rostros de algunos de los ciudadanos detenidos. Esperan conseguir una gran notoriedad y recuerdan que este tipo de actos son muy parecidos al que ya realizaron en Nueva York, en la plaza de Times Square.

La vida en el Helicoide contada por uno de sus presos

En THE OBJECTIVE te contamos la historia de Víctor Navarro, un joven periodista al que el Sebin, el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, detuvo una noche sin causa justificada para exigirle que delatara la ubicación de personas de las que no había escuchado hablar en toda su vida. El agente que le interrogaba le presionó y ante la negativa de desvelar esta información le colocó una pistola cargada en el cielo de la boca. Víctor comenzó a llorar, el hombre siguió presionando el cañón mientras le exigía que se disculpara por haberle enfadado. Víctor lo hizo entre lágrimas y fue conducido al centro, donde pasó cinco meses sin ver la luz del sol.

Ideada por primera vez  en 1956, las obras para construir El Helicoide sufrieron varios retrasos. Originalmente el presidente del país Marcos Pérez Jiménez lo planteó como un centro comercial en el área metropolitana de Caracas con el objetivo de prestar un lugar de ocio a los habitantes de la capital en plena oleada de riqueza y frenesí. En 1984 comienza a ser utilizada como sede de varias instituciones de los sucesivos ejecutivos, siendo la dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención la más importante. En 2009 pasa a manos del Gobierno de Hugo Chávez como una prisión contra la disidencia. En 2014, Nicolás Maduro lo convierte en un centro de torturas institucionalizado, un espacio en el que los disidentes son trasladados y encerrados durante semanas o meses sin poder ver a sus familiares y sin contacto con el exterior.

Cartel de la protesta convocada en Madrid.

Este símbolo del progreso y de una sociedad que se las prometía como una de las más ricas y con más posibilidades de todo el continente terminó erguido como un aviso de la violencia y brutalidad que se ejercerá desde entonces con quien trate de discutir el poder del régimen y se eleva, en el centro de la parroquia San Pedro, en el municipio Libertador de Caracas, como monumento al terror. 

La oposición ha denunciado en repetidas ocasiones que desde diferentes países se ha comprado la mercancía ideológica del chavismo por ser primariamente de izquierdas, obviando que en paralelo viola cada uno de los derechos humanos de la oposición. Lo llaman la «narrativa», el mayor logro del régimen que ha permitido que en España haya partidos que hayan llegado al poder a pesar de haber validado los años de Gobierno del «comandante Chávez» y hayan omitido que la principal política de este Ejecutivo es «la tortura». A ellos, la oposición les pide ayuda, que no continúen haciendo la vista gorda y que como aliados apuesten de forma decidida por mediar y pedir que finalicen las violaciones de los derechos humanos de una vez por todas. 

Las Naciones Unidas intentaron conocer la vida en esta prisión con una visita del comisionado de Derechos Humanos, pero les cortaron el paso y nada se sabe de sí podrán entrar algún día. Solo puede conocerse la institucionalización de la tortura desarrollada por el Ejecutivo por experiencias como la que se vivirá en Callao.

La celda en la que encierran a Víctor y que muestra en la realidad virtual es mínima. Durante la entrevista en THE OBJECTIVE la escenificó levantándose de la mesa y recorriendo la pequeña habitación en la que se realizaba la entrevista con pasos cortos, de una punta a otra. Contó 20, unos quince metros de largo por menos de siete de ancho, un espacio en el que recuerda que llegó a convivir con 16 personas al mismo tiempo, aunque relata que algunos de los presos con los que compartió celda le aseguraron que habían llegado a estar 35, todos hacinados. 

Los retenidos no tenían agua para ducharse. Solo podían asearse con la poca que quedaba en la cisterna del retrete y que conseguían acumular protegidas en unas botellas de soda. Como consecuencia, no tenían forma de tirar de la cadena. Al olor corporal de los hombres y mujeres que convivían «como ganado» y durmiendo en el suelo había que sumar el de sus defecciones, los restos de heces que tenían que depositar en los envases de la comida que les entregaban sus carceleros envueltos en una bolsa de plástico para evitar que la peste lo llenara todo. A veces, ante lo nauseabundo del olor, recuerda que uno de los presos se subía a hombros de otro y quemaba un trozo de papel en una de las pocas lámparas que iluminaban la estancia para intentar cubrirlo. No siempre funcionaba.

El camino no termina aquí. La experiencia de larga duración muestra las torturas que el régimen inflige a los detenidos como las descargas eléctrica hasta que revele el nombre de sus compañeros  o embadurnar a un hombre con un producto al que las cucarachas son adictas para que le recorran todo el cuerpo mientras permanece esposado y sin poder retirarlas.

Víctor recordaba esta y otras historias que de no suceder en Venezuela escandalizarían al mundo. El Helicoide es un monumento al horror ignorado durante años y en pleno blanqueamiento de Nicolás Maduro ante la crisis del petróleo que ha asolado al mundo durante años. Este oro negro ha permitido que de la noche a la mañana pase de ser señalado por los gobiernos de medio mundo a ser tratado como un socio estratégico que merece la mejor de las consideraciones. Ya no es un torturado. Ahora es nuestro amigo que tortura.

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