El terremoto Milei sacude América Latina
La onda expansiva de la victoria del nuevo presidente argentino augura una nueva correlación de fuerzas en la región
La aplastante victoria de Javier Milei del pasado domingo ha supuesto un terremoto en la vida política argentina, partiendo de la gran diferencia de votos entre los dos contendientes y de la magnitud de la derrota del peronismo gobernante. El movimiento de placas tectónicas liberado tras el triunfo del candidato de La Libertad Avanza (LLA) afectará, sin duda alguna, al futuro de las principales fuerzas políticas nacionales, comenzando por el peronismo/kirchnerismo, sin perder de vista a la coalición de Juntos por el Cambio (JxC) y sus dos componentes esenciales: el radicalismo y el macrismo.
Sin embargo, sus efectos no solo se hicieron y se harán sentir fronteras adentro del país, sino también fuera de ellas. En efecto, la onda expansiva del cambió llegó prácticamente a toda América Latina e incluso más allá de la región. En este contexto, las principales reacciones van desde aquellos que consideran, erróneamente a mi entender, que la política regional experimentará un cambio de rumbo decisivo, un nuevo golpe de péndulo, un giro hacia el liberalismo más extremo, hasta los que consideran que el triunfo de la ultraderecha supone un regreso a la noche más negra de todos los tiempos.
Por supuesto, en medio de todas estas derivas retóricas, de opiniones encontradas y de noticias falsas o malintencionadas, los dichos y hechos de Milei fueron altamente coadyuvantes. Entre las afirmaciones más polémicas del presidente electo, especialmente aquellas relacionadas con la política exterior y pronunciadas durante su larga campaña, está la de que no tendría relaciones con gobiernos o presidentes «comunistas» y su dura condena al autócrata Putin y a la invasión rusa de Ucrania. Sus palabras iban dirigidas fundamentalmente al presidente chino Xi Xinping y al brasileño Luis Inácio Lula da Silva. Sin embargo, si tiene en cuenta que Brasil y China son los dos mayores socios comerciales de Argentina se entenderá el porqué de su rápido viraje en favor del comercio «entre privados».
Por todo esto, cabría preguntarse, en primer lugar, cómo afectará su elección al equilibrio de fuerzas regionales, pese a la gran fragmentación que caracteriza a un subcontinente fuertemente cruzado por múltiples líneas de fractura. Esta tensión se dirime básicamente entre los gobiernos autodenominados «progresistas», más o menos vinculados al Grupo de Puebla, y aquellos otros de derecha o centro derecha, pero con menos cohesión interna. También importará saber cuáles serán las líneas maestras de la nueva política exterior argentina, que seguro las habrá, y cuáles sus principales notas dominantes.
«Las complicadas relaciones con FMI y con el papa Francisco funcionarán como un test para el resto de la agenda»
Esa nueva política, marcada por elementos doctrinarios y por el sesgo ideológico de los próximos gobernantes, aunque con un creciente ingrediente pragmático, tendrá dos temas importantes que de algún modo funcionarán como un test para el resto de la agenda. Estos serán las complicadas relaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la renegociación de la multimillonaria deuda y el vínculo con la Santa Sede, partiendo del difícil trato con el papa Francisco, que ha sabido desarrollar una intensa agenda en la política interior argentina.
En las últimas jornadas el trato entre el papa y el presidente electo pudo ser reconducido, después de graves descalificaciones iniciales, y mejorado gracias a ciertos buenos oficios en ambas direcciones. Estos hicieron posible el hasta entonces impensable llamado de Bergoglio a Milei para felicitarlo por la victoria, dejando abierta la primera visita papal a su país de origen.
También es muy ilustrativo de esta nueva realidad un intercambio de tuits sostenido entre dos presidentes latinoamericanos, el colombiano Gustavo Petro, y el salvadoreño Nayib Bukele. Petro posteó: «Ha ganado la extrema derecha en Argentina; es la decisión de su sociedad. Triste para América Latina y ya veremos… el neoliberalismo ya no tiene propuesta para la sociedad, no puede responder a los problemas actuales de la humanidad». Tras estas palabras, la respuesta de Bukele fue de una gran contundencia y agresividad: «Ahora, dilo sin llorar».
Este cruce de pareceres muestra la fragmentación extrema que afecta a América Latina y le impide hablar con una sola voz. Algunos presidentes bolivarianos, como Nicolás Maduro, apuntaron a que el triunfo de Milei significaba la victoria de la «extrema derecha neonazi». En la misma, otros, como Andrés Manuel López Obrador señalaron que Argentina se metió un «autogol» al elegir a Milei al frente del Gobierno. Por su parte, desde la derecha más dura de la región, se intenta presentar el triunfo de Milei como algo propio e importante, si bien el caudal electoral de LLA no supera el 30% de los votos y su representación parlamentaria es bastante modesta.
Con esto en mente, no hay duda de que la presencia de Milei en la Casa Rosada tendrá un gran impacto regional, comenzando por Mercosur y la CELAC, sin olvidarnos de Organización de Estados Americanos (OEA). En Mercosur, el tándem Alberto Fernández – Lula da Silva era suficiente para frenar a Paraguay y Uruguay, con Gobiernos mucho más escorados a la derecha.
Esto supone una nueva realidad para la organización suramericana, que verá a Brasil más aislado. La proximidad de Milei con Jair Bolsonaro es otro motivo de preocupación para Lula, que apoyó activamente la campaña de Sergio Massa. Y si bien felicitó al ganador del domingo, no lo mencionó por su nombre y todavía está en duda, aunque es muy complicado, su presencia en Buenos Aires en los actos de toma de posesión del nuevo Gobierno. Por eso será muy interesante ver, para saber si se trata de un reflejo de nuevos o viejos tiempos, quiénes serán los presidentes presentes en la capital argentina el próximo 10 de diciembre. Así, por ejemplo, el presidente chileno Gabriel Boric, haciendo un ejercicio de realismo, apuntó a la importancia de las relaciones bilaterales entre Chile y Argentina y dejó clara su intención de concurrir. Dada la importancia de Argentina en América Latina la duda será también extensible a las representaciones europeas, comenzando por la española.
«En el enfrentamiento global entre China y EE UU, el nuevo Gobierno estará mucho más cercano a las posiciones de Washington»
En CELAC, las discusiones internas serán mucho más acaloradas que antaño, con un Gobierno más dispuesto que su predecesor a criticar las violaciones de los derechos humanos cometidas por las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela o incluso de acercarse a más a Estados Unidos en diversas cuestiones hemisféricas y geopolíticas. La OEA será otro ámbito regional dónde el cambio de administración tendrá importantes repercusiones. En ambos lugares habrá que ver, pese a todo, si su condena de las violaciones de los derechos humanos por parte de las dictaduras de izquierdas será tan contundente como las realizadas por el régimen autoritario de Nayib Bukele u otros similares escorados más a la derecha.
La mayor sintonía con Estados Unidos, que aumentará de triunfar Donald Trump dentro de un año, se notará en la posición de Argentina respecto a Ucrania, teniendo presente los esfuerzos del actual gobierno por mantener una difícil neutralidad entre las partes. De hecho, la felicitación del Kremlin a Milei, que insistía en su deseo de profundizar los lazos entre los dos países, fue acompañada de una dura advertencia a Buenos Aires, prueba del temor de Putin por el más que probable cambio de rumbo: «Hemos prestado atención a una serie de declaraciones que Javier Milei hizo durante la campaña electoral, pero nos guiaremos principalmente por lo que diga después de su investidura. Estamos a la espera de que se aclaren muchas cuestiones que afectarán a las relaciones bilaterales».
En principio todo indica que, en el enfrentamiento global entre China y Estados Unidos, el nuevo gobierno estará mucho más cercano a las posiciones de Washington. Pero, hay muchas piezas que ensamblar, comenzando por la invitación hecha por los BRICS, después de decidir su última ampliación, para que Argentina se incorpore a la organización a comienzos del año próximo. La tentación inicial de Milei será decir no, pero hay mucho en juego, comenzando por las importantes y ya de por si complicadas relaciones con China y Brasil, y siguiendo por un volumen de exportaciones no menor, capitales en un momento tan crucial como el actual.
El nuevo Gobierno no lo tendrá fácil. La ministra de Exteriores designada, Diana Mondino, deberá apagar numerosos fuegos y para ello ha comenzado a desplegar un pragmatismo muy necesario en medio de tanta ideología y agresiones malsonantes. Para ello podría contar, de confirmarse sus nombramientos, con el auxilio de algunos referentes en política exterior de la anterior administración macrista, como Fulvio Pompeo y el excanciller Jorge Faurie. De la pugna entre el discurso y los hechos, o entre el deseo y la realidad, saldrá el rumbo que adopte la política exterior de Javier Milei.
Carlos Malamud es catedrático de Historia de América de la UNED e investigador principal del Real Instituto Elcano.