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Venezuela, un reseco campo petrolero que atrae negocios sin esperar elecciones libres

«El pragmatismo es una forma de entendimiento que no suele fallar, aunque deje muchos tragos amargos»

Venezuela, un reseco campo petrolero que atrae negocios sin esperar elecciones libres

Mural de Hugo Chávez. | Agencias

Mientras los dirigentes del mundo están ocupados en países y regiones con conflictos geopolíticos más apremiantes, en medio de un delicado juego de poderes, la opacada Venezuela entra por estos días en un ciclo decisivo que definirá el futuro de esta antigua potencia petrolera e impactará sus relaciones con países socios, como España.

Algunos gobernantes y empresas, -especialmente de España y Estados Unidos– parecen entender que más allá de lo que ocurra con la elección presidencial del 28 de julio, Venezuela en algún momento del futuro cercano deberá comenzar a recuperar terreno y tiempo perdido en el multimillonario negocio mundial del petróleo y el gas natural.

Y lo hará con o sin el chavismo en el poder absoluto.

Entre las petroleras multinacionales, la estadounidense Chevron y la española Repsol ya tienen claras posiciones en el campo de juego y siguen negociando con Nicolás Maduro para expandir su presencia en la industria petrolera venezolana, más allá de cobrarse deudas pendientes por previos y fallidos intentos de negociar con el socialismo chavista.

«Mucha gente, incluyendo de Estados Unidos, le tiene la vista puesta a Venezuela porque es un país muy particular: tiene el potencial de producir tres, cuatro millones de barriles de petróleo diarios y lo que produce son 800 mil. Entonces esa diferencia entre lo que se produce y lo que se podría producir no existe en ningún parte del mundo», resume el experto petrolero Juan Szavo, analista internacional en temas de energía y ex vicepresidente de Exploración y Producción de  Petróleos de Venezuela (PDVSA), la hoy fallida petrolera estatal.

Szabo conoce como pocos el potencial en hidrocarburos que tiene Venezuela, pues participó directamente durante años en campañas exploratorias en tierra y mar para cuantificar las que son tenidas oficialmente como las mayores reservas de hidrocarburos en manos de un solo país en el mundo.

Desde el 31 de diciembre de 2010 el régimen chavista sostiene que las reservas petroleras  certificadas equivalen a 300.000 millones de barriles, o el 20% del total mundial y afirma que «el imperialismo» se quiere apoderar de esa riqueza.

Pero la cifra es cuestionada por expertos independientes, porque incluye principalmente hidrocarburos extra pesados y arenas bituminosas que se encuentran en la Faja del Orinoco, en el sur del país y tienen bajo valor comercial por estar saturadas de metales y azufre. 

Además, se requieren enormes inversiones adicionales en «mejoradores» y otras refinerías para transportarlas, procesarlas y ponerlas en el mercado.

La propia Pdvsa reconoce que las reservas de petróleo liviano y mediano de Venezuela llegan solo a 29.000 millones de barriles. 

«Pocos saben que la llamada certificación de reservas petroleras hecha por el régimen venezolano en la Faja del Orinoco haya sido fraudulenta, con fines políticos, por lo cual la real magnitud de estas reservas es quizás la mitad de lo que el régimen le ha vendido al país», ha escrito el geólogo y politólogo Gustavo Coronel, consultor y ex director de Pdvsa.  

De cualquier forma, y sin necesidad de exageraciones nacionalistas, en el mundo petrolero está claro que Venezuela tiene envidiables reservas probadas y podría volver a ser un jugador importante en el mercado petrolero mundial. Y si hay cambios políticos trascendentales ese papel sería más protagónico. 

Por su parte, Szabo observa que los tres atractivos más grandes de Venezuela son: uno la diferencia tan garrafal entre lo que produce y su potencial; dos el tiempo de desarrollo, que a diferencia de proyectos costa afuera es continuo y desde el día uno generan flujo de caja.

En tercer lugar, destaca que los costos de producción son muy bajos si PDVSA vuelve a las prácticas gerenciales competentes.

«Esas tres cosas hacen que Venezuela sea atractiva siempre que las condiciones políticas, económicas, fiscales y legales lo permitan», ha agregado.

«Venezuela tiene una infraestructura de cuatro millones de barriles y reservas de 120.000 millones de recursos recuperables según estándares internacionales«, entonces puede aumentar relativamente rápido su producción si tiene las condiciones apropiadas, dice.

Esas condiciones son una institucionalidad legal, un gobierno pro mercado y seguridad territorial, advierte. 

«¿Eso se puede hacer con el mero cambio de gobierno por el siguiente? Creo que es un buen comienzo, pero tomará un tiempo. Además estamos en una anomalía, porque las elecciones son en julio pero la toma de posesión (del próximo presidente) es en enero», observa.

Y, en caso de que permitieran ganar a un candidato presidencial opositor, todos los demás poderes seguirán en manos del chavismo.

«La Asamblea (Congreso) va a ser la que existe ahora, el Poder Judicial y la Corte Suprema va a ser la misma…No es soplar y hacer botellas, pero es un camino donde me da la impresión de que la gente en Venezuela se cansó de vivir en la pobreza», ha destacado Szabo ante la eventualidad de que gane las elecciones del 28 de julio el opositor Edmundo González, el candidato de María Corina Machado. 

Según todas las encuestas Nicolás Maduro sufriría una sonora derrota si hay elecciones libres.

Repsol en la línea de salida

El 23 de mayo un cable de la agencia Reuters anticipaba que la española Repsol había logrado una nueva autorización de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro para continuar y expandir sus operaciones de explotación de petróleo y gas natural en Venezuela.

Ni Repsol ni la OFAC habían emitido hasta ahora una declaración oficial, pero el plazo oficial para esa renovación ocurriese vencía este 31 de mayo.

Ya el 17 de mayo Repsol y el gobierno de Maduro, a través de PDVSA, firmaron un nuevo acuerdo para extender el área geográfica en la que opera la empresa mixta Petroquiriquire. 

Gracias a esa negociación, Repsol se ha hecho con más terreno del campo La Ceiba (de unos 1.800 kilómetros cuadrados), y el vecino Tomoporo, en el sur del Lago de Maracaibo, la provincia petrolera más tradicional, en el occidente del país.

«A Repsol le dieron el lomito (lo mejor de lo mejor), lo más atractivo de lo que hay en Occidente. Ese campo, esa extensión, es posiblemente el mejor campo petrolero que tiene Repsol en cualquier parte del mundo», observa Szabo en entrevista.

Ese petróleo de La Ceiba lo descubrió en los años 90 la estadounidense Mobil, que eventualmente tuvo que salir del país tras ser expropiada por orden del difundo comandante Hugo Chávez.

Estudios de los años 90 preveían una producción temprana de 120.000 bpd en La Ceiba, pero eventualmente el campo fue abandonado, debido a la cancelación de la apertura petrolera y la posterior quiebra de la politizada Pdvsa.  

«En esa zona los pozos son muy prolíficos pero muy profundos. Se requiere tecnología, PDVSA no tiene ni los reales ni la gente para hacerlo, por eso se los dan a Repsol», dice Szabo.

«Pdvsa es un eunuco de empresa. No puede emprender nada porque no tiene dinero, todo lo que puede es ofrecer campos para que la gente que sí tiene lo haga. Pero bajo el sistema legal de violación de contratos, de riesgo país, la única gente que está dispuesta a invertir son dos grupos: los que tiene deudas grandes con Pdvsa y las quieren recuperar, como Repsol y Chevron o Maurell (de Francia). El otro grupo (de interesados) son quienes están metidos en negocios no tan claros, que van a comerciar crudo venezolano», señala Szabo.

Al acto de firma, con la pompa del caso, asistieron el presidente de Pdvsa, el coronel Pedro Tellechea, y el apoderado de Repsol, José Carlos de Vicente Bravo y su gerente en Venezuela, Luis García.

«Hoy estamos celebrando este acuerdo, el crecimiento de Repsol en Venezuela y no solamente en el área de hidrocarburos (sic) porque estoy seguro que en los próximos días se presentará un nuevo proyecto en el área de gas», dijo Tellechea, citado por los servicios de información de Pdvsa.

El gas natural, por cierto, también es un hidrocarburo.

Y es en el gas donde está la mayor apuesta de Repsol en Venezuela, en un proyecto que puede  tener enormes implicaciones favorables para España y para Europa, en momentos en los que el mundo libre quiere reducir su dependencia del gas ruso, y de otras fuentes inestables, o de países con gobiernos autoritarios y aún más conflictivos que el de Maduro.

«El día de hoy ratificamos el compromiso que ambas partes tenemos en la continuación de nuestros negocios en Venezuela, apoyando el crecimiento que se traduzca en abundancia y bondades económicas para este país y para sus ciudadanos. Nos sentimos orgullosos y satisfechos de haber alcanzado estos acuerdos», ha declarado de Vicente Bravo en el mismo acto.  

Venezuela tiene las octavas reservas mundiales de gas natural, pero hasta ahora este hidrocarburo es tratado como un subproducto de la explotación petrolera. La mayor parte es quemado libremente, «venteado» en enormes chimeneas, desperdiciado pues, lo que convierte a este país en uno de los mayores contaminantes de la atmósfera. 

Pero con Repsol y el campo Perla, que opera con la italiana ENI en el occidente del país esto podría cambiar.

Ya en 2015, apoyándose en datos de publicaciones especializadas, Pdvsa decía que el campo Perla era uno de los cinco mayores proyectos costa afuera (en alta mar) en el mundo, con reservas por 17 billones de pies cúbicos de gas natural libre (no asociado a yacimientos de petróleo), a profundidades de 60 metros.

Ese solo campo alberga cerca del 10% de las reservas totales de gas hasta ahora identificadas en Venezuela.

Szabo cree que Perla tiene suficientes reservas como para permitir construir e instalar una planta de gas licuado para transportarlo a Europa. El problema, afirma, es que a las empresas les da miedo emprender ese tipo de enormes inversiones y correr el riesgo de que se las expropien, como ocurrió en el pasado.

Cómo Venezuela perdió el rumbo petrolero

Casi desde su llegada al poder, el régimen chavista emprendió confiscaciones masivas de empresas privadas de todos los sectores, sin llegar a pagarles nunca compensaciones por esos activos. Muchas de esas empresas, como ExxonMobil o la minera Crystallex emprendieron millonarias demandas contra la República.

«La caída de producción de petróleo en Venezuela fue previa a las sanciones grandes aplicadas en 2019, y fue por mal manejo de la industria petrolera, falta de gente, corrupción, vandalismo, falta de seguridad territorial, falta de inversiones, y por el sistema fiscal. Esas cosas no se van a acabar, siguen estando ahí. El hecho de que eliminen las sanciones no va a resolver todos los problemas» de la industria, señala Szabo.

El propio gobierno de Maduro ha comenzado a cambiar su discurso y recientemente ha afirmado  que las sanciones de Estados Unidos (aplicadas contra el régimen chavista por sus atentados contra la democracia, corrupción y serias violaciones a los Derechos Humanos) no deben impedir la recuperación de la industria petrolera en Venezuela.

 «Nosotros no necesitamos licencia para seguir produciendo y la demostración la tenemos en Rusia, que es un país también sancionado, pero en pleno crecimiento en el área petrolera; también tenemos el caso de Irán, que también tiene sanciones y sigue creciendo; y nosotros como venezolanos también vamos a seguir creciendo y lo vamos a demostrar. Hemos llegado a unos acuerdos para impactar positivamente la economía venezolana, que han sido el renacimiento de la industria petrolera», ha dicho recientemente Pedro Tellechea, el presidente de Pdvsa, citado por la publicación Petroguía.

Tellechea prometió una vez más que la producción de petróleo de Venezuela llegará a 1,2 millones de barriles por día (bpd), esta vez para diciembre de 2024. Esto supondría sumar 286.000 bpd, el 51% más comparado con un año antes.

Expertos como Szabo dudan de esas cifras, inclusive de la información oficial de que Venezuela ya está produciendo 924.000 bpd.

La propia OPEP (que está reunida hoy para definir cuánto petróleo pondrá en el mercado) reporta que en abril la producción de Venezuela fue de 878.000 bpd, apenas 105.000 bpd por encima de lo que fue al cierre de 2023.

En 1998, antes de que el chavismo asumiera el poder y convirtiera a PDVSA en la corrupta caja chica y «ministerio de asuntos sociales» de la llamada revolución bolivariana, Venezuela producía 3,279 millones de bpd de petróleo y era el sexto exportador mundial

Szabo coincide en que será cuesta arriba superar con fuerza los volúmenes este año. Chevron, Maurel & Prom y la propia Repsol necesitan tiempo, trabajo, e inversiones para perforar nuevos pozos y desarrollar sus campañas.

«Pero no veo la producción de Venezuela llegando más allá de los 850.000 bpd», ha afirmado.

Hay dos cosas fundamentales para la recuperación de la industria petrolera venezolana, además de la participación de compañías extranjeras:

Una es que de cualquier manera «habrá que entenderse con el chavismo» en cualquier escenario, gane o acepte la derrota Maduro este 28 de julio.

«Creo que sí, es un tema muy delicado, hay gente con su familia separada, que se han tenido que ir de Venezuela y les cuesta tragarse eso. Pero tratando de ser pragmático de alguna manera habrá que hacerlo. En Pdvsa hay gente buena que trabaja», señala Szabo.

El otro asunto es el enorme monto de las inversiones necesarias y la forma de financiarlas.

El experto calcula en sus estudios que para que el país vuelva a producir 2,8 millones de bpd harían falta poner sobre la mesa unos 100.000 millones de dólares en siete años, provenientes de la industria privada tanto nacional como internacional, y tomando en cuenta que hay que dar tiempo para cambiar leyes y reestructurar a Pdvsa.

En cualquier escenario esa recuperación de la industria petrolera venezolana ya pasa por una reapertura a socios privados que deja pálido el encendido discurso nacionalista y «antimperialista» del chavismo.

Aquí calza por cierto un reciente comentario de Antonio Merino, directo de Estudios de Repsol, en un reciente documento de la empresa, tras repasar el papel del petróleo en la geopolítica y en las guerras: 

«La geopolítica de la energía se visualiza con la interdependencia entre países derivada de la distinta dotación natural de combustibles fósiles y, fundamentalmente, de que la movilidad depende en un 98% del petróleo».  

«Desde un punto de vista geopolítico o geoestratégico, lo esencial o primordial es tener acceso a las fuentes energéticas».

Y en esto, coinciden otros expertos, el pragmatismo es una forma de entendimiento que no suele fallar, aunque deje muchos tragos amargos.

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