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Cómo China conquistó América y Estados Unidos llora demasiado tarde

El país asiático ha logrado un nivel de diversificación de oferta exportable de desarrollo tecnológico significativo

Cómo China conquistó América y Estados Unidos llora demasiado tarde

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador y el presidente de China, Xi Jinping. | Presidencia de México

En los últimos años, China ha consolidado su fuerte presencia comercial y económica en toda América, en una implacable estrategia que ha sido clave en el crecimiento de la potencia asiática, hoy convertida en segunda economía del mundo.

Mientras la Unión Europea y China están al borde una guerra comercial con tensiones detonadas por la posible aplicación de aranceles europeos a los coches eléctricos chinos, la verdad es que en América –donde viven 1.000 millones de personas-  los productos de China ocupan cada vez más mercados sin mayores conflictos.

La mayor presencia de China en toda América, desde Estados Unidos hasta Argentina, es comercial, pero también se ha diversificado hacia inversiones en infraestructura y servicios que favorecen a empresas y entidades financieras chinas.

En ciertos países, el financiamiento de China a grandes proyectos de infraestructura supera con creces a los préstamos otorgados por organismos multilaterales de desarrollo, como el Banco Mundial o el Interamericano de Desarrollo (BID).

Aunque el peso de ese financiamiento no comercial -que estaba respaldado por compras de petróleo, como en los casos de Venezuela y Ecuador-, se ha reducido en los últimos años, la región de América Latina y el Caribe ha recibido un promedio de 1.300 millones de dólares anuales entre 2019 y 2013, del Banco de Desarrollo de China y del Banco de Importaciones y Exportaciones de China (ExIm Bank), según un reciente enfoque del centro de estudios The Dialogue, con sede en Washington.

Así, China se ha convertido en el principal socio de buena parte de los países latinoamericanos, en el principal exportador y el principal importador. 

A su economía en buena parte se debe el boom de precios de las materia primas en América Latina, que tanto ingreso le dieron a estos gobiernos, especialmente por sus compras voraces  de productos agrícolas, agroindustriales y minerales, observa por su parte el doctor en Ciencias Políticas Félix Arellano, exdirector de la escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

«El papel de China ha venido creciendo significativamente, con una estrategia basada en el soft power, bajo perfil, muy hábil, diversa, con financiamiento fácil, apoyo en infraestructura como construcción de puertos, aeropuertos y carreteras que le interesan para su comercio, sus exportaciones crecientes», ha añadido Arellano.

China, observa, ha logrado un alto nivel de diversificación de esa oferta exportable de desarrollo tecnológico significativo, para nada de productos baratos malos, que lo sigue siendo, pero ya no es su fuerte ante el mundo.

Esa relación comercial con China es primaria, los países de la región exportan materias primas, oleaginosas, cereales, minerales y adquieren productos sofisticados y alto valor agregado desde China, señala.

«China ha sabido jugar muy hábilmente a no llevar un planteamiento ideológico radical, a diferencia de Irán, de Venezuela, de Rusia, que tienen un discurso, una narrativa ideológica rígida, polarizante, excluyente. China ha sido más hábil. Tiene un brazo financiero muy sólido, muy fuerte, una estrategia comercial muy hábil y todo eso es muy difícil de superar por Estados Unidos o por la Unión Europea», advierte Arellano.

«Con América Latina ha sabido jugar muy bien a ser socio comercial. Un socio seguro, confiable, responsable, exportador de productos de alta tecnología, de tal manera que hay un juego estratégico muy hábil», añade.

Todo esto ha venido acompañado de un proyecto iliberal, en el que juega en combinación otras potencias autoritarias y ha logrado unas condiciones muy favorables para su ascenso y consolidación.

A Estados Unidos le ladran en la cueva

También hay quienes se preocupan seriamente por la influencia política de Pekín y el Partido Comunista Chino en la región y ven más bien un trasfondo ideológico en esta invasión comercial china.

Entre los más angustiados hay un grupo de políticos de Estados Unidos, que en marzo pasado presentaron al Congreso un nuevo proyecto llamado «Ley de las Américas», que se propone establecer una asociación regional de comercio, inversión y relaciones interpersonales entre los países del Hemisferio Occidental.

El propósito es «hacer crecer la economía estadounidense, llevar empleo y prosperidad a América Latina y el Caribe, y contrarrestar el creciente poder y la influencia de China» en el hemisferio.

El proyecto está en la agenda de la cámara de Representantes y en la del Senado, pero hasta ahora no ha tenido mucho apoyo, explican analistas políticos desde Washington. En un año electoral, las prioridades por allá parecen más concretas y de más corto plazo.

Pero ha servido para dar relieve público a un asunto advertido desde hace tiempo por académicos, analistas de la geopolítica, diplomáticos y estrategas de inversión: China ha copado espacios en América y el Caribe y Estados Unidos pierde la carrera

«Ninguna región tiene mayores lazos con Estados Unidos como el hemisferio occidental. Sin embargo, en los últimos años no hemos sido capaces de ofrecer a la región una alternativa económica convincente a la creciente influencia de China», admitía el senador demócrata Michael Benett, otro impulsor del proyecto.

Estados Unidos y países de la Unión Europea hace años decidieron mudar sus grandes fábricas a China y a otros países emergentes asiáticos, mientras disminuían su interés en los países americanos. 

Fue una jugada de doble filo que les permitió abaratar costos de mano de obra, de energía y responsabilidad ambiental, al trasladar hacia aquellos parajes asiáticos el mayor consumo energético y la consecuente emisión de contaminantes asociados a las industrias pesadas y de bienes de consumo masivo.

Pero hoy día, tanto Estados Unidos como Europa pagan los efectos colaterales de esa estrategia, y además han perdido espacio y grandes negocios en países de la América latina que por razones históricas y culturales eran su principal zona de influencia.

En un mundo multipolar, con conflictos localizados e impredecibles como los de Ucrania y el medio Oriente y con un horizonte de incertidumbre por una muy posible invasión de China sobre Taiwán, es bueno saber cómo está este mapa de poderes. 

La congresista (representante) María Elvira Salazar, una de las principales entusiastas de la «Ley de las Américas», afirma que ésta es la solución «para hacer crecer nuestra economía y estabilizar nuestro comercio» (el de Estados Unidos, se entiende). 

«Los EEUU tiene que recuperar nuestro liderazgo económico y político en el resto del Hemisferio…Con la Ley de las Américas  podemos ganar la competencia no solo económica sino también política con nuestros dos mejores productos: democracia y capitalismo», decía la republicana Salazar en marzo pasado, al presentar la iniciativa.

En sus enunciados, el voluntarioso proyecto incluye sentencias que coinciden con las preocupaciones de algunos líderes europeos.

En el texto del proyecto, los congresistas de Estados Unidos destacan que China ejerce «el comercio subvencionado basado en la esclavitud», y acusan a la potencia asiática de abusar de los principios del libre comercio para promover sus propios intereses de seguridad nacional, depredar a otros países y permitir la degradación medioambiental.

China, «especialmente a través de la electricidad sucia producida con carbón», confiere a sus productos fabricados «una ventaja injusta sobre los productos fabricados en países con normas medioambientales internacionalmente aceptadas».

También acusan a China de «robo de derechos de propiedad intelectual, violaciones a la Organización Mundial del Comercio y otros abusos, como utilizar la corrupción y los incentivos perversos».

Los números rojos

«En las últimas décadas ocurrieron dos acontecimientos importantes: Estados Unidos envió nuestras fábricas a la China y la China se convirtió en el principal socio comercial en las américas», remató Salazar al destacar que en los últimos 25 años el comercio de China en América Latina aumentó en un 3.000 por ciento. 

«Hoy los chinos son el socio comercial más importante en América  del Sur, no Estados Unidos».

Se proyecta que para el 2035, en solamente 10 años, el comercio chino en América Latina va a superar los $700.000 millones, destacó.

«Pero no solamente se trata de la penetración económica. Es una campaña ideológica en contra de la democracia. China está dando oxígeno económico a Cuba, Venezuela y a Nicaragua», ha dicho.

Además, unos 20 países de la región se han unido a la iniciativa china llamada «Cinturón y Ruta», que para Salazar es una estrategia para penetrar y conquistar el hemisferio occidental, compitiendo con empresas americanas para controlar los puertos, aeropuertos, ferrocarriles, represas, minerales importantes y muchos otros sectores claves.

«Y ¿saben qué? La realidad es que están ganando la pelea», recalcó.

La iniciativa económica Cinturón y Ruta (llamada por algunos estudiosos la nueva Ruta de la Seda) fue lanzada por China desde 2013, para mejorar la conectividad y cooperación entre los países involucrados en varios continentes.

El proyecto de los congresistas ofrece a compañías estadounidenses $60.000 millones en préstamos y otros $10.000 millones en incentivos fiscales para que regresen al menos dos tercios de sus fábricas a Estados Unidos.

Pero esos números lucen cortos, si se considera el tamaño de los negocios e inversiones de empresas de Estados Unidos en China, incluyendo las de grandes manufactures más emblemáticas de tecnología de uso común en todo el mundo, o de ropa y calzados deportivos.

En un mundo interdependiente, tal vez ya sea demasiado tarde para revertir un proceso que lleva décadas.

La profesora Sophie Wingtgens, de la Universidad Libre de Bruselas, y experta en comercio internacional, también ha investigado la presencia de China en América.

«En las dos últimas décadas, China se ha convertido en un socio comercial clave para América Latina. En comparación con EEUU y la Unión Europea, el comercio bilateral de bienes de América Latina con China creció espectacularmente en este período, desde $14.600 millones en 2001 a $315.000 millones en 2020, lo que supone multiplicarse por 21,5 desde la adhesión de Pekín a la Organización Mundial del Comercio», dice en un estudio publicado en FDI Insights, una división del Financial Times.

«Durante el mismo período, el comercio de bienes entre EEUU y América Latina casi se duplicó, pasando de $364.300 millones a $758.200 millones, mientras que el comercio de bienes entre los países de la Unión Europea y América Latina se duplicó, pasando de $98.000 millones a $197.400 millones».

«Este aumento ha permitido a China convertirse en el mercado de exportación más importante para América del Sur y en el segundo socio comercial (en bienes) de América Latina en su conjunto, después de EEUU, muy por delante de la UE», explica.

En 2023, el valor de las exportaciones totales de China a los países de América Latina y el Caribe llegó a $244.120 millones, la mitad de los $522.000 millones exportados por Estados Unidos a la región en su conjunto, según los datos más recientes recopilados por la plataforma de datos trademap.org.

Pero bastante por encima de los $170.851 millones vendidos por los 27 de la Unión Europea hacia la región.

En esta cuenta destacan las exportaciones chinas hacia los países de Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) que remontaron a $78.540 millones, contra los $63.395 millones vendidos por Estados Unidos a esas naciones.

En América, después de propio Estados Unidos, el principal socio comercial de China es México, con importaciones chinas por $81.500 millones en 2023. 

Aquí hay un claro juego de complementariedad económica y comercial entre países, que involucra grandes empresas de manufacturas, pues México es el entrepuesto para llegarle a Estados Unidos y Canadá, mediante el Acuerdo de Libre Comercio entre los tres países norteamericanos.

Como referencia, las exportaciones de España a los países de América Latina y el Caribe sumaron $21.329 millones en 2023, de los cuales $5.228 millones fueron a Mercosur.

«Las perspectivas con China no deberían estar orientadas a un conflicto, si una relación de exclusión, sino a saber poner límites, revisar la letra pequeña de los contratos y generar proyectos donde las exportaciones no solo sean de materias primas y productos primarios», señala el internacionalista Arellano para quien América Latina también debería plantear una relación comercial más respetuosa con China, como lo han hecho Estados Unidos y la Unión Europea.

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