THE OBJECTIVE
El buzón secreto

El diplomático francés que traicionó a su país por amor o era tonto

La sorprendente historia entre un francés y una cantante en China

El diplomático francés que traicionó a su país por amor o era tonto

Bernard Bousicot y Shi Pei Pu.

Dejadme que os cuente una de mis historias preferidas del mundo del espionaje. Es tan alucinante que necesariamente alguno de los protagonistas tuvo que mentir. Todavía hoy, muchos años después, creo que alguno o algunos vivió una realidad paralela, pero que cada uno lo interprete como quiera. En cualquier caso, vais a alucinar con la aventura protagonizada por Madame Buterfly.

Bernard Bousicot tenía muchas papeletas para conseguir ser un hombre plenamente feliz, pero su realidad del día a día era más bien deprimente. Me explico. En 1964, hace exactamente 60 años, estaba destinado en la embajada francesa en Pekín. Era contable, un puesto sin especial relevancia y carente del glamur que suele acompañar a los diplomáticos de carrera y más en aquellos años. A China había ido acompañado por su esposa, no tenían descendencia, y le sobraban motivos para aprovechar las circunstancias y disfrutar de su estancia allí.

Su vida cambió durante una de esas fiestas organizadas por las embajadas para establecer relaciones entre diplomáticos y con las autoridades locales. Hubo una actuación musical de la ópera Madame Buterfly que le dejó impactado. Una chica, Shi Pei Pu, hacía una oda al amor entre una mujer oriental y un hombre occidental.

Relación clandestina y embarazo

Bernard se quedó prendado de ella. Llevaba tiempo arrastrando un matrimonio infeliz, aburrido, sin expectativas de mejora. Pero es que, al margen de ello, esa chica le fascinó, le atravesó una flecha del amor desde el primer momento. Con el desparpajo de los diplomáticos, habló con ella y consiguió concertar una cita, los dos solos. Después vinieron otros encuentros discretos en poco tiempo. No tardó en convencerse de que estaba enamorado, amor del auténtico. Ese que te impulsa a dejarlo todo para compartir cada momento con la persona amada.

Mantuvieron una relación clandestina, comprensible teniendo en cuenta que Bernard estaba casado. Los dos se amaban y debieron pasar un momento complicado cuando la cantante le anunció que estaba embarazada. En China, sus tradiciones centenarias muy asentadas consideraban deleznable que una soltera tuviera descendencia, hasta el punto de que Shi Pei Pu se tuvo que ir a un pueblo lejano, donde nadie la conocía, para pasar los últimos meses de embarazo y dar a luz.

En esta situación fue cuando empezaron los problemas para Bernard. Ante el espanto de los dos, las autoridades chinas quisieron quitarles el niño. Sólo se echarían atrás si Bernard robaba información valiosa de la embajada francesa para ellos. Estaba tan loco por su chica que accedió sin pensárselo.

No mucho tiempo después tuvo que regresar a París, pero solo pasaron unos meses antes de que Shi Pei Pu apareciera para verle y quedarse a vivir con él. Era amor, era pasión, eran deseos de futuro. Eso sí, tenía que seguir robando información para el servicio secreto chino, ahora en su destino en el ministerio de Asuntos Exteriores. Si lo hacía, no entregarían en adopción a su hijo que no había podido viajar a París.

Detenido por traidor

Siguió siendo un traidor hasta que un día lo detuvieron y lo llevaron a la cárcel acusado de vender secretos de Francia. Cuentan que fue en ese momento cuando se enteró de que su novia, la madre de su hijo, no era una mujer y, por lo tanto, tampoco era la madre de un niño que no podría ser suyo como fruto de esa relación.

Los investigadores de la Contrainteligencia francesa no entendieron muy bien la relación de la pareja y le enfrentaron a la realidad de que Shi Pei Pu era un hombre con todos sus atributos y respondió paralizado por la sorpresa. Solo se le ocurrió alegar que mantenían «sexo especial».

El diplomático y él/la espía fueron condenados. Hoy no hay certeza de si el francés traicionó a su país por amor o, simplemente, era tonto.

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