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Venezuela es hoy un puzle con espinas y nadie sabe cómo resolverlo

«El chavismo no tiene incentivos para sentarse a una negociación franca y honesta, como la que sueñan los opositores»

Venezuela es hoy un puzle con espinas y nadie sabe cómo resolverlo

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, y el papa Francisco. | Ilustración: Alejandra Svriz

La crisis política de Venezuela se agravó después de la elección del 28 de julio, de la que ha salido proclamado Nicolás Maduro como presidente para el período 2025-2031, mientras la oposición denuncia un fraude masivo y todos los actores están enredados en un laberinto.

Todavía las consecuencias de este nuevo nivel en el conflicto están por verse, pero al menos una luce más evidente: el Gobierno de Nicolás Maduro es menos legítimo que antes y hasta sus mejores amigos le están retirando la alfombra.

Hasta el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, tenido como un aliado encubierto de Maduro, ha salido a quebrar una lanza a favor de la oposición, y lo ha hecho nada menos que en el Comité Federal del PSOE.

Reivindicó la defensa de los Derechos Humanos de todas las personas y la apuesta por la legalidad internacional … «protegiendo la seguridad y integridad de activistas, periodistas y líderes políticos, estén donde estén, en Rusia, en Palestina o en Venezuela, los líderes como Edmundo González, a quien España no va a abandonar».

También ha marcado distancia Luiz Inácio Lula da Silva, uno de los referentes más respetados por la izquierda en la América Latina, quien ha definido mejor su posición y no reconoce a Maduro como presidente electo. Tampoco reconoce a Edmundo González, por la misma razón: no se han presentado las actas oficiales de la votación y escrutinios de lo que pasó el 28 de julio.

Lula deja claro que tampoco apoya sanciones o castigos contra Venezuela, mucho menos romper las relaciones porque el mayor perjudicado acaba siendo el pueblo venezolano. Brasil es el socio comercial más importante de Venezuela en la América Latina, especialmente el mayor proveedor de alimentos.

Desde el lado de Maduro tras este nuevo distanciamiento, sus fuerzas de seguridad volvieron este fin de semana a acosar la sede de la embajada de Argentina en Caracas y volvieron a quitarle la luz. La legación está bajo cuidados de Brasil, que izó su bandera ahí hace un mes cuando Maduro ordenó la expulsión de los diplomáticos argentinos.

Es que el Gobierno de Milei se ubica en el extremo de los rechazos a Maduro. No solo ha reconocido a González como «presidente electo», sino que además pidió a la Corte Penal Internacional que emita una orden de captura contra Maduro bajo cargos de crímenes de lesa humanidad, por la violación masiva de los Derechos Humanos.

El Gobierno de Maduro se ríe de esas presiones y argumenta que ni la comunidad internacional ni la prensa ni la Corte tienen moral para sustentar esas denuncias cuando no hacen nada para frenar «el genocidio de Israel en Gaza».

«Brasil sigue representando los intereses de la Argentina. Si Venezuela quiere revocar la autorización, tiene que esperar a la definición de un país de reemplazo. Mientras tanto, seguimos asumiendo esa responsabilidad», dijo el ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil en un comunicado.

Pero para Brasil este es un problema que va más allá del mundo diplomático, en las últimas semanas se ha recrudecido el flujo de venezolanos intentando ingresar a ese país por el paso de Pacaraima, estado de Roraima, en busca de refugio o asilo a través de la generosa «Operación Acogida», que desde hace tiempo brinda apoyo humanitario a quienes huyen de la crisis  venezolana.

Reportes de prensa desde la frontera dan cuenta esta semana de unos 10.000 emigrantes esperando ser procesados por las autoridades migratorias de Brasil, donde ya hay 568.000 venezolanos legalizados.

Es un problema creciente para todos los países americanos y hasta para España, principal destino fuera de este continente para los venezolanos. Ya hay aquí 477.000, y siguen llegando. 

Rompecabezas compartido

La líder opositora María Corina Machado, señala desde la clandestinidad que el triunfo de Maduro, anunciado por el Consejo Nacional Electoral (CNE) y más tarde ratificado por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), no ha sido reconocido por ningún gobierno democrático occidental, y cada día que pasa parecen alejarse las posibilidades de que ello ocurra.

Pero también para la oposición venezolana esto es un rompecabezas lleno de espinas.

«Es un momento difícil porque el régimen tiene una estructura criminal irracional y así es como actúan. Pero estoy convencido de que estamos avanzando cada día que pasa y tenemos que permanecer vivos y libres. Ese es uno de nuestros principales desafíos ciertamente», dijo Machado en una reciente encuentro vía Zoom con periodistas extranjeros.

Para Machado, el chavismo intenta vender la idea de que Venezuela se ha ido normalizando. «Eso no es cierto, lo que realmente está pasando es que hay un terror en todos los sectores. Pero la sociedad se está reagrupando y mantendremos nuestra presión y nuevas formas de movilización».

«Hemos recorrido un largo camino, nunca hemos sido más fuertes de lo que somos y el régimen nunca ha sido más débil de lo que es hoy, así que no es momento de sentirse frustrado, al contrario, tenemos que ser pragmáticos, tenemos que poner los pies en la tierra y entender cuáles son las opciones, cómo coordinamos y como nos cuidamos a nosotros y a nuestro liderazgo», ha recalcado.

El asunto es cómo mantener la presión interna cuando la gente tiene miedo hasta de reenviar un mensaje de las redes sociales como WhatsApp o X. Ya hay unos 2.500 presos políticos sin juicios ni acceso la justicia; mientras familiares y ONG denuncian malos tratos y hasta torturas. Decenas de activistas huyeron al exilio o están escondidos, como María Corina y Edmundo González.

La prensa independiente y las redes sociales están bajo censura mientras el Gobierno fomenta la desinformación y los bulos.

«Hemos visto una gran movilización en todo el mundo y Venezuela se ha convertido en un tema global. Necesitamos mantener eso para que Maduro entienda que cada día que pasa el costo de permanecer en el poder a través de la violencia y la represión aumentará y entienda que su mejor opción es aceptar una transición negociada», dice Machado.

En estas circunstancias la prioridad es «mantener a nuestra gente lo más segura posible y tenemos que ser muy inteligentes. Pero no nos detendremos y no nos rendiremos y ellos los saben. Es por eso que este momento es tan peligroso pero al mismo tiempo decisivo. Mi principal responsabilidad es mantener viva y creciendo la voluntad de luchar porque, más allá del miedo, la herramienta que produce el mayor daño en nuestro movimiento es su desmoralización», dijo Machado sobre la estrategia del gobierno para fomentar la idea de que Maduro se está consolidando, «y eso es absolutamente falso».

Pero, si Maduro se consolidara, para la región eso significaría tener en un par de años o incluso menos, cuatro cinco seis millones de venezolanos huyendo. Además, significaría una ventana en la región para aliados de Maduro como Irán, Rusia y Siria, ha agregado sobre ese escenario.

En el sector energético, una transición a la democracia, haría de Venezuela «el aliado más fuerte de las democracias estadounidenses y occidentales» en oportunidades en petróleo y gas, dice.

 «Creo que la posición negociadora de Maduro se deteriora cada día que pasa debido a sus obvias y crueles violaciones de los Derechos Humanos», dice que ciertamente están «dispuestos a dar incentivos para que este proceso avance pacíficamente» en una negociación y pide la intermediación del Vaticano y la Iglesia Católica.

Pero no hay ninguna negociación en marcha en Venezuela. 

También enfrentan dilemas en este rompecabezas las grandes empresas petroleras como Chevron, la italiana ENI, la española Repsol y la francesa M&P, que son las principales extranjeras en el país.

Todas se mantiene trabajando para recuperar los millones que les debe el chavismo, pero enfrentarán dificultades para ampliar inversiones en caso de que se deteriore más la imagen internacional de Maduro, o de que Estados Unidos decida no ampliar las licencias para trabajar en el marco de las sanciones al régimen.

 «Creo que las empresas que se encuentran actualmente en Venezuela o que están pensando en venir a Venezuela también pueden comenzar a evaluar el costo en términos de reputación y buena voluntad», replica Machado.  

En meses electorales, el Gobierno de Estados Unidos también tiene el dilema de apretar más las sanciones o permitir que siga llegando ese petróleo al mercado. 

Aunque es poco, ese crudo ayuda a balancear la oferta y a Chevron –gran donante de campañas- a recuperar inversiones viejas y deudas en Venezuela.

Este viernes Francisco Palmieri, jede de la Oficina Externa de Estados Unidos para Venezuela, ha ratificado que su gobierno mantendrá la política de sanciones como una forma de estimular el diálogo. Pero admite que ese diálogo está paralizado.

Palmieri dice que harán responsables a funcionarios y sus allegados por las graves violaciones a los Derechos Humanos, «un crimen contra la ley internacional». 

Si escalan las sanciones, empeorará más la economía y se perjudicarán millones de personas comunes, lo que a su vez agudizará la crisis migratoria que enfrenta EEUU, pues los venezolanos son desde hace tiempo la segunda nacionalidad con más migrantes sin papeles, después de los mexicanos.  

Pero la posición de EEUU también implica exigir y esperar el máximo resultado posible en una inexistente negoción con un gobierno que ya ha dicho que no tiene nada que negociar con la oposición y que además ve como clavo pasado el tema de la reelección de Maduro.

«Maduro tiene que entender que solamente está aislando más Venezuela a las soluciones económicas humanitarias”, con esa postura de no reconocer a Edmundo González y emitiendo una orden de captura contra su oponente democrático “que ganó una elección», dice Palmieri. 

«Es que están viviendo en otro universo y tienen que llegar a este mundo si quieren ayudar el pueblo venezolano, si quieren solucionar el problema dentro de Venezuela. La solución es a través de diálogos y caminos pacíficos, no de represión y detenidos», insiste Palmieri.

Pero para el chavismo, estos opositores viven en Narnia, porque en realidad el régimen ha consolidado su poder y derrotado lo que califica como un intento de golpe de Estado electoral. 

«La única manera para solucionar ese problema en Venezuela es aceptar el resultado de 28 de julio y comenzar un proceso de diálogo con la oposición democrática y nuestras sanciones van a apoyar eso», dice Palmieri.

Para el chavismo, aceptar los resultados del 28 de julio equivaldría a aceptar una derrota y entregar el poder, salir con las manos en alto y perder todos los privilegios absolutistas acumulados durante 28 años de la llamada revolución bolivariana. O, como se preguntaría un iconoclasta, ¿por qué alguien estaría dispuesto dejar este cielo en la tierra y entregarse al infierno de quedarse sin ese enorme poder económico con el que han bañado el poder político?

Simplemente no tiene incentivos para sentarse a una negociación franca y honesta, como la que sueñan los opositores y sus principales aliados, como el gobierno de Estados Unidos, o los antiguos aliados incondicionales de Maduro, como Lula da Silva en Brasil y Gustavo Petro, en Colombia y acaso Pedro Sánchez, en España.

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