Los hutíes han encontrado un punto débil del ejército de EEUU y lo están dejando ciego
Según los rebeldes yemenís, van derribados 14 drones Reaper y están haciendo un agujero a la economía del Pentágono

Misiles 358 de los hutíes de Yemen.
Los hutíes les han tomado la medida. Vistos desde fuera, parecen un ejército de desarrapados, pero están plantando cara a las marinas de una veintena de países, y muy en concreto a la estadounidense. A estos, y gracias a la ayuda de Irán, les está costando un disparate, y en la jugada hay una víctima muy concreta: los drones Reaper MQ-9.
El avión sin piloto más famoso del mundo está sucumbiendo a niveles masivos en Yemen. A razón de 32 millones de euros por unidad en su acabado de serie, sin accesorios, misiles, o sistemas de vigilancia añadidos, está agujereando las cuentas del Pentágono como nunca antes. Y es que los hutíes han dado con la tecla para derribar uno de los ejes sobre los que rota la guerra moderna.
La llamada Operación Guardián de la Prosperidad cuenta con una veintena de países con presencia en el golfo de Adén, entre ellos España, que ejecuta misiones de escolta. Con centenares de incidentes en los últimos meses, las primas de los seguros se han elevado, y según la naviera Maersk sus gastos se han disparado en más de un 60%. La zona está protagonizando uno de los enfrentamientos navales más intensos desde la Segunda Guerra Mundial.

Los rebeldes de Yemen empezaron como un grupo juvenil que protestaba en los 90 ante la invasión norteamericana de Irak. Crecieron muy rápido, y entablaron relación con libaneses e iraníes. Tomaron la capital, Sanaá, en 2015, se hicieron con Yemen del Norte y el control del ejército. Desde entonces dominan la línea costera en un estrecho de apenas 30 kilómetros, el estrecho de Bab al-Mandeb.
Al norte tienen un vecino incómodo, Arabia Saudí, que los hostiga desde hace años, pero no puede con ellos. Durante el Gran Premio de Fórmula 1 de Jeddah en 2022, varios misiles impactaron en la refinería de Aramco a apenas diez kilómetros del circuito, en plenos entrenamientos libres del viernes. Era la forma de saludar de los hutíes a sus colindantes en un evento tan señalado, y con millones de telespectadores viendo en directo la humareda provocada tras las explosiones.
Los hutíes se quedaron con el armamento de la armada de Yemen, ya extinta como tal. En 2022 empezaron a recibir misiles antibuque iraníes, y llevan ya varios barcos hundidos. Las armadas presentes para garantizar el flujo marítimo llevan incontables ataques repelidos. Esta guerra asimétrica está costando un disparate a los gobiernos, en especial al norteamericano. Todo el material militar está pensado para enemigos equiparables, pero los ataques son en general poco sofisticados.
El inicio de este tipo de conflicto ocurrió con el ataque que sufrió el USS Cole en octubre de 2000. Con una pequeña embarcación que costó menos de un millón; hizo daños por más de 240 en un incidente en el que perdieron la vida 17 marineros. Los misiles remitidos al aire para derribar drones que cuestan apenas 2.000 euros, salen por entre 1 y 4,3 millones de euros. Según cálculos de Al Jazeera esta misión llevaba costado a finales de verano entre 1.800 y 4.000 millones.
Sin embargo, el agujero más negro del conflicto lo están viviendo los drones Reaper. La aeronave, de la que España posee cuatro, es un prodigio tecnológico, pero nunca se diseñó para defenderse. Es lenta, vuela a unos 200 kilómetros por hora impulsada por una hélice de tres palas, carece de vuelo acrobático, y no posee sistemas de autodefensa. Carece de inhibidores de señal, su grado de invisibilidad al radar es limitado, y no tiene contramedidas. En resumen: es un pato sentado a la espera de que alguien le dispare.
Los hutíes declaran haber derribado 14, mientras que los americanos, confirman algunos y de otros guardan silencio. Pero hay fotos y vídeos que certifican la tremenda eficacia de los ataques hutíes. Y el secreto de su éxito estriba en un regalo iraní: el misil 358.

El amigo persa
El arma definitiva con que cuentan los hutíes, un grupúsculo sin tecnología propia, es un regalo de los ayatolás. Se le conoce bastante bien porque desde que se empezó a mandar a Yemen en 2015 ha sido detectado y embargado por Naciones Unidas en varios envíos. Se cree que este misil, que pertenece a una familia de bombas voladoras con otros hermanos como el 359, es el responsable del desaguisado que les está causando al ejército estadounidense, y el que está sufriendo más sus ataques.
Los iraníes no poseen una tecnología muy avanzada, pero usan de forma muy ocurrente la que tienen. Uno de los elementos que lo hacen tan especial es que se puede desmontar por secciones. Funciona de una manera análoga a la de un bolígrafo recargable, por segmentos, como hecho con piezas de Lego. Cada una de sus partes, se puede ir atornillando a otras partes hasta armarlo del todo.
El motor se acopla al cuerpo principal, al sistema de guiado y a la cabeza de guerra que aloja el explosivo. Se arma y desarma como un mecano, y esto lo hace muy útil para el envío bajo el radar de las autoridades internacionales. Metidos en cajas de herramientas, piezas de fontanería o de coches, colarían bajo cualquier inspección porque sus formas no parecen las de un misil. Así es como se cree que han llegado a su destino yemení.
Arma merodeadora
Sus formas son muy alargadas, y de acuerdo con el análisis del consultor Yago Rodríguez, es porque contienen mucho combustible. Si sumamos esta característica con unas alas muy grandes y abiertas, se le supone un vuelo largo y sostenido antes de impactar. Esto se traduce a nivel táctico en que se trata de un arma merodeadora, con un tiempo de espera prolongado mientras encuentra su blanco. Y una de las claves de cómo da con ellos.
El 358 no es muy avanzado, carece de radar, no detecta calor, y su sistema de guiado está dentro de sí mismo, sin ayuda externa. El cómo lo hace es sumamente ingenioso. En su parte delantera dispone de un puñado de emisores láser que emiten en todas direcciones. Cuando detectan, por proximidad, algo que encuentran en el aire, se dirigen hacia él y estallan por cercanía.

El misil no es muy rápido, y los cazas podrían dejarlos atrás con facilidad, pero los drones, helicópteros, aviones de carga, o de repostaje son sus víctimas ideales. El 358 iraní se ha convertido en uno de los mayores dolores de cabeza de la Armada estadounidense, la CIA, y el Ejército del Aire, que son los operadores en la zona del Reaper MQ-9, tan bueno para algunas cosas, y tan frágil y desvalido cuando se enfrenta a un armamento que parece diseñado para darle caza.
En la eterna guerra de la espada y el escudo, General Atomics, fabricante del aparato, tendrá que desarrollar alguna fórmula aplicable para detener la temible letalidad del 358. Con toda seguridad encontrará eco en el arsenal de otros enemigos de los operadores del Reaper.