La mitad de la población que trabaja tiene algún riesgo de exclusión en España
Los empleos que más dificultan la integración social son de los sectores de la agricultura, hostelería y empleo doméstico
El 52% de los hogares en los que hay, al menos, una persona con empleo no disfruta de una inclusión plena en la sociedad española y el 12,3% de la población que está trabajando se encuentra ya en situación de exclusión. Así lo ha revelado el informe «La vulneración del derecho al trabajo decente: empleo y exclusión social» de la fundación FOESSA, vinculada a Cáritas, avanzado este miércoles por la ONG.
Estos datos demuestran, en palabras de Francisco Lorenzo, Director del Área de Acción Social de Cáritas, que «el empleo ya no es un escudo de indemnización a la exclusión social, porque no protege lo suficiente». La organización enmarca esta realidad en un modelo estructural de precarización y temporalidad del empleo que provoca que «acceder al mercado laboral ya no asegure unas condiciones de vida dignas».
Los empleos que más dificultan la integración social son de los sectores de la agricultura, hostelería y empleo doméstico, en los que se registran «numerosas vulneraciones de horarios, de jornada laboral, de remuneración o de derechos fundamentales, así como incumplimiento de la legislación», ha detallado Lorenzo.
Así, ese 52% de los hogares con una persona empleada podría caer en situaciones de exclusión social si «tuvieran algún revés, como podría ser quedarse en paro» porque ya manifiestan algunas problemáticas de exclusión. «Frente a la integración plena y sin problemas en la que se encuentran el 48% de los hogares con empleo», ha señalado el responsable de Cáritas, un 12,3% de la población activa está en situación de exclusión y un 2,1% en condiciones de pobreza severa.
Por otra parte, hay un claro factor de género, puesto que los hogares cuya sustentadora principal es una mujer trabajadora son más sensibles a las situaciones de exclusión, por ejemplo la tasa de mujeres trabajadoras que viven en condiciones de pobreza severa, el 4’5%, duplica la de los hogares sustentados por hombres, el 2,1%, según el informe de FOESSA.
«La vulnerabilidad se encuentra cada vez más entre aquellas personas y hogares que están trabajando, por lo que podríamos decir que contar con un empleo ha dejado de ser sinónimo de integración y bienestar», ha asegurado Lorenzo que ha añadido que el 36,2% de los hogares con un trabajador se han visto obligados a reducir gastos en vestimenta o alimentación y el 17% de estos, además, ha tenido que recurrir a ayudas económicas de familiares o instituciones.
Los factores que más pesan en esa integración son la vivienda, que «marca una diferencial radical entre estar o no excluido de la sociedad», los ingresos y el empleo.
De esta manera, las mayores tasas de pobreza y exclusión se siguen concentrando en el colectivo de personas desempleadas: un 46% se encuentran excluidas (el 25,9% de forma severa) y el 17,2% en pobreza severa. Al comparar estas cifras con las del conjunto de la población —donde casi dos de cada 10 personas viven en situación de exclusión— el hecho de no contar con un empleo multiplica por 2,5 el riesgo de quedar excluido.