El comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, ha llamado este miércoles a todos los Gobiernos de la Unión Europea a desbloquear de inmediato la aprobación del presupuesto del bloque y el programa de recuperación económica pospandemia.
Lo más importante: «Llamo a todos los Gobiernos de la UE a mostrar un fuerte sentido de responsabilidad hacia sus propios ciudadanos y todos los europeos en este momento crucial», ha apuntado Gentiloni. La aprobación del presupuesto y el plan de recuperación está bloqueada por el veto de Hungría y Polonia, que han recibido el apoyo de Eslovenia. «Aprobemos el plan de recuperación», ha pedido el funcionario.
El presupuesto de la UE para el período 2021-2027 asciende a más de un billón de euros y el programa asociado de recuperación económica es de 750.000 millones de euros. En opinión de Gentiloni, las proyecciones para la economía europea sugieren que «habrá una recuperación incompleta y desequilibrada en los próximos dos años, con persistentes incertidumbres y riesgos». Por su parte el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, apuntó que «precisamos de un rápido acuerdo político de forma que podamos disponer de un ancla financiera durante esta tempestad».
Hungría y Polonia vetaron la aprobación del presupuesto para el período de 2021-2027 y del enorme paquete de recuperación económica pospandemia[contexto id=»460724″] por oponerse a la vinculación establecida entre la entrega de fondos y el respeto al Estado de derecho de los países. Los líderes de la UE tienen en agenda una videoconferencia para el jueves, originalmente convocada para discutir la respuesta a la pandemia, pero el bloqueo a la aprobación del presupuesto y el plan de recuperación estará muy presente en la agenda. Alemania, que desempeña la presidencia semestral del Consejo Europeo, se había propuesto interceder ante Hungría y Polonia para convencer a esos dos países a no bloquear las negociaciones.
Crisis política en una pandemia
El apoyo de Eslovenia complica aún más el escenario y por ello la videoconferencia del jueves promete alto nivel de tensiones. Incluso antes de esa videoconferencia, los cuatro países del grupo de Visegrado (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia) pretenden mantener un contacto en medio de resquebrajamientos visibles en ese cuarteto. Por lo menos República Checa defiende integralmente la aprobación del presupuesto y el plan de recuperación, y Eslovaquia no ha expresado objeciones.
El bloqueo de los dirigentes húngaros y polacos, al que se sumaron los eslovenos, deja a la UE ante una situación de difícil control, precisamente en momentos en que precisaba de un mensaje unitario en torno de la recuperación pospandemia.
El nudo de la diferencia es la condicionalidad, lanzada originalmente por el Parlamento Europeo, por la que el acceso a los fondos de la UE esté ligado al nivel de calidad democrática de cada país, una idea a la que húngaros y polacos se opusieron desde el inicio.
Para el primer ministro húngaro, Viktor Orban, aceptar esa condicionalidad significa adaptar las políticas y prioridades nacionales a las determinaciones de Bruselas, en especial la cuestión migratoria. Orban —quien conduce un Gobierno ásperamente criticado por Bruselas precisamente por sus atropellos al estado de derecho— insiste en que la UE podría utilizar esa condicionalidad para doblar las rodillas de los Gobiernos que no están de acuerdo con la política migratoria del bloque.
En un mensaje publicado en Twitter, Orban ha apuntado que Europa podría «utilizar medios financieros para chantajear a los países que se oponen a la inmigración» (en 2019, los fondos de la UE representaron el 4,48% del PIB húngaro). En la víspera, el primer ministro de Eslovenia, Janez Jansa, se unió a Hungría y Polonia, al publicar una carta donde alegó que «solamente una instancia jurídica independiente puede decir qué es el estado de derecho, no una mayoría política».