Seis alimentos cargados de sabor que ayudan a adelgazar

Solemos pensar que los alimentos sabrosos son malos amigos de la salud. Ya sabemos, el clásico del cantante brasileño Roberto Carlos de «ilegal, inmoral o engorda». Por fortuna, es un mantra que no necesariamente se cumple a rajatabla. Es cierto que hay alimentos muy sabrosos que son auténticas bombas calóricas, ya sea por el azúcar o por las grasas, y que a adelgazar no ayudan.

Más bien lo contrario, convertidos en suculentos pecados que nos hacen engordar a marchas forzadas. Hay nombres que se nos vienen a la memoria casi de carrerilla. Sin embargo, en el otro lado de la balanza hay alimentos que pueden estar buenos y, al mismo tiempo, echarnos una mano con los kilos de más.

No haciendo uso de ellos como si fuera una barra libre, evidentemente. En ese mismo sentido, no se trata de sintetizarlo en productos que son per se ligeros y que, como es obvio, vendrán bien para mantener la figura. También hablamos de productos ricos en grasas, en proteínas o cuyo contenido en carbohidratos, sumado a otros micronutrientes, vendrán de maravilla.

La demonización de las grasas no es beneficiosa, ya que las necesitamos en su justa medida en nuestra dieta. También le pasa a las proteínas, adalid de numerosas dietas y fundamentales para el desarrollo muscular. Bajo esa mirada, solemos pensar que lo sabroso va a venir aparejado de numerosas trabas. Por suerte, si quieres adelgazar o reducir grasa abdominal, hay unos cuantos alimentos que, sin renunciar al sabor, te harán más de un favor.

Seis alimentos sabrosos que ayudan a adelgazar

Sea por motivos sanitarios (una pérdida de peso asociada a ciertos malestares) o simplemente para encontrarnos mejor (sin caer en lo obsesivo), mantenernos en el peso ideal es fundamental. La salud mental y la física dependen de ello en gran medida, sumados al ejercicio físico, una dieta equilibrada y a evitar el consumo de tóxicos.

La cesta de la compra acude al rescate como solución para prescindir de ciertos extras. Bien sea por aumentar la motilidad intestinal; ser saciante; por incluir antioxidantes; y estabilizar la insulina o por suponer un empujoncito al metabolismo.

Aguacate, una grasa bien recibida

El ‘oro verde’ de la cocina moderna se ha colado en los fruteros de media España y no es para menos. Versátil, sabroso y saludable, las virtudes del aguacate lo han popularizado como una forma perfecta de desayunar y más allá.

En este caso, aludimos a su carga en grasas monoinsaturadas, como las que se encuentran en el aceite de oliva. Un estudio de la University of Illinois Urbana-Champaign en 105 personas con sobrepeso demostró que el consumo de aguacate estaba relacionado con la reducción del exceso de grasa visceral. Esta grasa, fundamental para proteger los órganos, es más complicada de eliminar que la grasa subcutánea. Según los resultados, la ingesta de aguacate tras el estudio, demostró reducir esos niveles de grasa visceral.

Yogur natural, proteínas saludables en alimentos cercanos

La presencia de los yogures en nuestra dieta es habitual desde hace generaciones, aunque han perdido cierto predicamento en los últimos años. Sin embargo, el yogur natural —sin añadirle azúcares o edulcorantes que lo harán más calórico— es otra buena forma de aligerar kilos de más.

Las virtudes del yogur en este caso vienen asociadas a dos frentes. El primero, su cantidad de calcio, la cual está relacionada directamente con la disminución de la grasa abdominal, como refrenda esta investigación. La otra ventaja viene por su carga de proteínas.

El secreto está en cómo las proteínas se descomponen en nuestro cuerpo. Gracias a una estructura química compleja, el estómago tarda más en digerirlas, elevando los niveles de saciedad y permitiéndonos controlar la ingesta calórica de forma más calmada.

Té verde, otro remedio para adelgazar

Aunque lo sintetizamos en el té verde, la realidad es que cualquier té nos vendrá bien. La solución del té pasa por la presencia de unos flavonoides llamados catequinas que son antioxidantes polifenólicos presentes en esta infusión. Como resumen, diremos de ellos que protegen a las células del ataque de los radicales libre.

Pero en lo que a grasas se refiere, nos vendrán bien por otro motivo. En este caso se trata de acelerar nuestro metabolismo y de ayudar a disolver las grasas con más facilidad. Además, tés —y otras bebidas estimulantes como el café o el chocolate puro— gracias a la presencia de la teína o la cafeína contribuyen a esa quema de calorías a través de los alimentos.

Chocolate negro, alimentos que pueden ser capricho

Una indulgencia plenaria a través del postre que viene a la carga con una potente dosis de antioxidantes. Según una investigación de la Universidad de Louisiana State, el consumo de chocolate negro impulsa la creación de flora intestinal. Al producirse esa fermentación, se desarrollan ciertos componentes polifenólicos saludables como el butirato. Su nombre quizá no nos diga nada, pero es un ácido graso que limita el comportamiento de los genes relacionados con la resistencia a la insulina, por ejemplo.

No queda ahí la contribución de los polifenoles. Demuestran de esta manera inhibir la adipogénesis —formación de células grasas— y aumenta la lipolisis —la conversión de grasas en energía—, por lo que una dosis moderada de chocolate negro será una buena forma de reducir la grasa corporal.

Cítricos, los aliados de la vitamina C

La fama de los cítricos trasciende las fronteras de la vitamina C. Hablemos de limón, naranja, mandarina o pomelo, la realidad es que abanderan esta revolución habitual en esta vitamina. Sin embargo, aunque son ricos en ella, podremos decir también que unos cardan la lana y otros ganan la fama en el campo del adelgazar.

Otros elementos ricos en vitamina C son los pimientos o los kiwis, que también podemos añadir a la dieta. En este caso, este micronutriente soluble en agua es una buena ayuda como antioxidante, pero no el único capotazo que nos brindan. También la vitamina C juega un papel fundamental en la metabolización de las moléculas de grasa, acelerando su descomposición y limitando su acumulación.

Manzanas: buenas, bonitas y baratas

Cerramos el menú con una fruta cercana, accesible y cargada de propiedades aunque su fama no haya trascendido tanto. La virtud de las manzanas está en su carne y en su piel, ya que es rica en pectina y en fibra, lo que ayudará a aumentar la sensación de saciedad. De esta manera, conseguiremos que nuestro estómago deje de rugir.

Además, es una fruta no especialmente rica en azúcares y, por tanto, baja en calorías —aunque esto es común en las frutas—, por lo que podemos darnos este capricho como postre o como desayuno sin remordimientos. Además, son ricas en flavonoides, por lo que su consumo también se asocia a un menor riesgo de ciertas enfermedades crónicas cardiovasculares o el asma.