Lo que te enseñan en un curso para ser más pervertido (en la cama y en la vida)
Hay talleres para todos los gustos y bolsillos, y ahora se ha estrenado uno en el que muestran cómo dar rienda a tus instintos más oscuros
La perversión, según el diccionario, es la «acción de pervertir o pervertirse en los vicios o costumbres». Y un pervertido es, por tanto, quien lleva a cabo la mencionada acción. En el sexo, el concepto es aún más amplio, pues se trata de un abanico demasiado variopinto como para catalogarlo de un modo u otro.
Para unos, ser un pervertido podría ser, por ejemplo, hacerlo en sitios públicos; para otros, que le orinen encima; los hay quienes consideran una perversión ver porno o imaginar hacérselo con su profesora.
Como vemos, es un tema de lo más complejo. Tanto que hasta hay un curso en el que te enseñan cómo ser más pervertido. Lo imparte la experta en relaciones sexuales Sylvie Bee y la dominatriz Queen Pea, bajo el nombre de Kink for the Curious. En la edición inglesa de la revista Cosmopolitan han acudido al mencionado taller, y han contado qué es lo que se enseña y, por tanto, se aprende. Te resumimos las líneas más destacadas a continuación.
1) Hay un amplio espectro de perversiones
Como te decíamos, hay un amplio abanico de perversiones, y eso es algo que destacan las expertas en el curso. «Hay perversiones que se refieren a tener afinidad por ciertas texturas o por actividades lúdicas». De hecho, hay numerosas parafilias que pueden considerarse como una perversión.
Algunas son la dacrifilia (una persona se excita con las lágrimas o el llanto), la elifilia (obsesión sexual por los tejidos), la somnofilia (la excitación sexual es obtenida al mantener relaciones sexuales con un desconocido cuando éste está dormido), la dendrofilia (atracción sexual hacia los árboles y las plantas, incluyendo su uso como objetos sexuales) y la harpaxofilia (placer sexual que provoca en alguien el hecho de ser asaltado violentamente), las cuales podemos descubrir en la película Kiki, el amor se hace, protagonizado por Paco León y que te recomendamos ver si te interesa aprender más sobre este tema.
El curso invita a preguntarnos a nosotros mismos qué consideramos por perversión: ¿estás parafilias lo serían? ¿Azotar a mi pareja es de pervertido? ¿Tragármelo se consideraría como tal?
2) Es bueno hablarlo con la pareja
«Hacer cosas pervertidas juntos puede ser una experiencia increíble para ganar intimidad y confianza», asegura Bee en el curso. La experta añade que hacer cualquier actividad nueva y pervertida con la pareja debe basarse en la confianza y comunicarse de manera profunda y consistente, y que dejemos atrás «la vergüenza y la presión, pues son los principales enemigos de esa confianza».
3) No se necesita mucha inversión
Aunque lo primero que nos venga a la cabeza cuando oímos la palabra «perversión» sean látigos, plumas, vendas, disfraces… lo cierto es que no se necesita apenas nada. Al menos no de forma obligatoria.
«En realidad, no necesitas herramientas ni juguetes para ser pervertido, especialmente cuando estás comenzando, aunque pueden ser recomendables. Primero averigua qué tienes en casa para jugar. Cuando hayas elegido algún objeto, tómate tu tiempo para explorar las diferentes sensaciones que te aporta y averigua si necesitas un accesorio extra», afirma Pea.
4) No necesitas el sexo ni una pareja para ser pervertido
Y, por último, el curso transmite a sus alumnos que no se necesita una pareja para ser pervertido, como tampoco el sexo.
«No necesitas una pareja para ser pervertido. Ni siquiera necesitas tener sexo para ser pervertido. Mientras obtengas algún tipo de placer de pensamientos o acciones pervertidas, o literatura, o películas o lo que sea… entonces eres pervertido. Y nadie puede decirte que no lo eres», finaliza Bee.
Así, pues, el curso muestra, a grandes rasgos, que la perversión está bien, ya que no hace daño a nadie, y que uno puede dar rienda suelta a sus instintos y deseos sin constreñirse ni un poco.