Los amigos tóxicos también existen: cómo identificarlos y deshacernos de ellos
Se habla mucho de las parejas tóxicas y muy poco de las amistades que también lo son, pero es importante saber reconocerlas
Se habla mucho de las relaciones amorosas tóxicas y muy poco de los amigos que también nos hacen la vida peor. Las amistades, al igual que la pareja, se eligen. Uno tiene la libertad de decidir con quién quiere quedar, a quién quiere conocer más y con cuál va a sincerarse para contarle cosas íntimas o pedirle consejo sobre algo que le preocupe de verdad. Así es como se construye la verdadera relación de amistad: mostrándote vulnerable ante el otro. Sin miedo al juicio o a la crítica, sin miedo a que aprovechen tus heridas para manipularte ni hacerte daño.
Sin embargo, en muchas ocasiones tenemos algún amigo con quien no nos sentimos así. Puede que sea alguien a quien cada vez que tratamos de explicar algo nos damos cuenta de que ni nos escucha, porque tras nuestras dos primeras frases nos corta y se pone a hablar de sí mismo. O alguien que nos juzga de inmediato y nos dice siempre lo que tendríamos que hacer, sin ni siquiera tratar de entendernos. O puede que sea alguien que siempre que está mal nos llama, pero que cuando nosotros le necesitamos, casualmente nunca está disponible y siempre tiene alguna excusa.
Los amigos tóxicos existen: hay tres tipos
En cualquiera de estos casos, estaríamos hablando de una persona tóxica en nuestro círculo de amistades. Para entender qué tipos hay y cómo identificarlos, hemos recurrido al libro de la psicóloga Silvia Congost, experta en autoestima, dependencia emocional y conflictos de pareja, titulado Personas tóxicas: cómo identificarlas y liberarte de los narcisistas para siempre (Ed. Zénith).
1) El amigo ‘cubo de basura’
«Se trata de esos amigos que te llaman a cualquier hora para repetirte una y otra vez lo mismo. Tú, al principio, les escuchas y tratas de darles tus mejores recomendaciones, puntos de vista y consejos. Ellos se sienten agradecidos y complacidos, les va muy bien que estés ahí y que les hagas de psicólogo de forma altruista y bondadosa. Tú lo haces desde la amistad que supuestamente tenéis; sabes que hay que estar para los amigos y ahí estás cumpliendo tu función», asegura Congost.
«El problema viene cuando te das cuenta de que tras colgar el teléfono hacen caso omiso a todo lo que les has dicho y vuelven a lo suyo. Y también cuando te das cuenta de que si algún día eres tú quien está mal, ni siquiera te escuchan, y lo que te demuestran es que no les importa lo más mínimo lo que te suceda, porque solo se importan a sí mismos. Y si, por lo que sea, un día les dices que no o intentas expresarles lo que te ocurre o cómo te hacen sentir, serán ellos los ofendidos y los que, con bastantes probabilidades, empezarán a hablar mal de ti a toda costa».
2) El amigo ‘verborreico’
«Su único problema es que sólo habla de él y no escucha jamás, pero si le necesitas, vendrá a por ti y tratará de ayudarte. Eso sí, el precio que deberás pagar es el de tener que aguantar su verborrea, que, por cierto, cuanto más nervioso esté, más le costará controlar. (…) Aunque no lo hagan desde una clara maldad, pueden producir en ti un desgaste muy profundo, así que debes preguntarte si realmente te compensa o si el agotamiento que te crean es demasiado», afirma la psicóloga.
3) El amigo ‘por interés’
«Se trata de aquellas personas que se arriman a ti porque ven que tienes algo que les interesa. Muchas veces es por un hambre de éxito mal gestionada o porque quieren llegar donde estás tú. Te halagan con varios tipos de artimañas bien estudiadas, te hacen sentir que te admiran y que quieren ayudarte en lo que puedan, y lo que quieren realmente es quedarse con todo aquello que te pertenece a ti».
¿Y qué hacer cuando detectamos que tenemos un amigo tóxico?
La psicóloga ofrece dos consejos valiosos:
- Tomar distancia cuanto antes. Eso significa tener contacto cero, bloquear o cambiar de ambientes, de bares, de
actividades o de lo que sea, con tal de no encontrarte con esa persona de nuevo. - Asegurarte de haber aprendido lo necesario, evitando así caer en el papel de víctima y que, por ello, te vuelva a suceder lo mismo en un futuro».