Síntomas de celiaquía: cómo saber si uno es intolerante al gluten
Cuatro cereales (trigo, avena, cebada y centeno) están detrás de la celiaquía, una enfermedad al alza y donde el gluten es el gran responsable de su presencia
Se estima que entre el 1% y el 2% de la población española sufre la enfermedad celíaca. La celiaquía, que debe distinguirse de la intolerancia al gluten, se ha convertido así en una enfermedad digestiva que no entiende ni de edades ni de sexos. Tampoco se explica siempre dentro de una sintomatología estomacal, motivo por el que a veces su aparición pasa desapercibida.
De esta manera, los celíacos se ven obligados a sacar de su dieta a aquellos cereales que contienen gluten (trigo, avena, cebada y centeno), pues de lo contrario suponen una reacción inmunitaria. Al combatir a este gluten, el sistema inmune produce como efecto secundario un cierto daño en la mucosa intestinal. Cuando se daña, se altera la absorción de nutrientes, pudiendo ocasiones una gran diversidad de síntomas que conviene localizar. Además hay que insistir en que da igual el tipo de tratamiento que lleve ese gluten o el producto, incluso da igual que se trate de cereales integrales, pues seguirá siendo una fuente de gliadina (que es la proteína que causa la intolerancia al gluten).
Condicionada por una aparición desconocida, pero que se apunta a la susceptibilidad genética (hay propensión de ser celíaco a través de los genes), aunque también de agentes ambientales —incluso infecciones virales— o asociado a otras enfermedades autoinmunes, la celiaquía conviene ser claramente distinguida de, por ejemplo, la sensiblidad al gluten.
La diferencia entre sensibilidad al gluten, alergia y celiaquía
La celiaquía, con la información médica en la mano, es una enfermedad autoinmune, sistémica y crónica producida por el consumo de gluten. Además, suele darse en individuos predispuestos genéticamente. Por otro lado, la alergia al gluten, aún creando ciertos síntomas como hinchazón o irritación de boca, erupciones cutáneas o congestiones, no destruye tejidos de la pared intestinal.
Distinto es también el caso de la sensibilidad al gluten, que no debe ser confundido con la celiaquía. En este caso, se ha catalogado tradicionalmente la enfermedad celíaca como intolerancia al gluten. Parecen lo mismo, pero no lo son, aunque los síntomas de la sensibilidad al gluten puedan ser parecidos.
Para comprobar la distinción entre ambas, se deben hacer pruebas diagnósticas que determinen si estamos ante la enteropatía sensible al gluten (sensibilidad), que se documenta a través de la exclusión o si hablamos de enfermedad celíaca, que necesita estos análisis para su verificación, tanto a través de sospechas clínicas como serologías y biopsias intestinales.
Síntomas habituales de la enfermedad celíaca
No diremos que convertida en moda, pero sí cada vez más presente en muchas dietas que directamente omiten el gluten. Sucede en el caso de las dietas FODMAP, por lo que es conveniente analizar cierta sintomatología para descartar la celiaquía. No se trata simplemente de ‘el gluten me sienta mal’ para conocer si estamos ante la enfermedad o no. Además, tampoco se trataría de comprobar por qué hay más casos de enfermedad celíaca en la actualidad que hace dos décadas. Razones que obedecen principalmente a una mejor diagnosis de la enfermedad.
Anemia de difícil explicación, diarrea crónica, pérdida de peso, dolor abdominal recurrente, cansancio, dolores musculares y óseos habituales forman parte de la sintomatología con los que la celiaquía aparece. No todos, no siempre y no en todas las personas. De hecho, hay celíacos que no refieren síntomas, pero eso no significa que su intestino esté cumpliendo con su labor. Además, se debe aclarar que la celiaquía es una enfermedad sin cura, pero llevadera si se cumplen con las pautas de dieta libre de gluten.
Anemia
En las personas celíacas la anemia ferropénica es uno de los síntomas más frecuentes. Caracterizada por una disminución del tamaño o número de los glóbulos rojos, encargados de llevar oxígeno a través de la sangre, es bastante común que este déficit de hierro se deba a la celiaquía.
La culpa está en la disminución de la absorción de esos micronutrientes en las vellosidades intestinales. El gluten, al atacar nuestro intestino delgado, atrofia sus funciones, entre las cuales está conseguir absorber ese hierro en los alimentos.
Cansancio y fatiga
En ocasiones puede venir aparejada la anterior con estos dos síntomas, pero hay que recordar que no se trata de lo mismo. Lo que sucede con la enfermedad celíaca es que, debido a la malnutrición y a una mala absorción de nutrientes, aumente la sensación de cansancio.
Debido a la reacción del sistema inmune al ataque del gluten, encontramos que el revestimiento del intestino delgado se daña. Por así decirlo, se convierte en el frente de ataque entre ambos contendientes. Al dañarse, pierde parte de sus funciones y es aquí donde se produce esta mala absorción de nutrientes que va aparejada al cansancio.
Diarrea crónica
El carácter de las deposiciones cambia con la celiaquía, si bien se pueden dar dos cuadros aparentemente antagónicos: estreñimiento y diarrea. Si bien el primero es más infrecuente, el segundo sí suele cursar con bastante facilidad. Y, además, venir asociado a mucho volumen y un olor más fétido de lo habitual. La primera además suele estar asociada una menor ingesta de fibra alimenticia. Lo cual sucede por erradicar el consumo de buena parte de los cereales, la mayoría de ellos fuente habitual de fibra.
Debido a esa mala absorción antes mencionada, es también muy habitual que el metabolismo y el tránsito intestinal se aceleren, pues las digestiones se complican. Resulta irónico, pues no estaríamos aprovechando los nutrientes de la comida que, al pasar por un intestino dañado, se desaguan prácticamente intactos. Razón por la que los cuadros diarreicos en celíacos son particularmente desagradables.
Distensión abdominal
Es uno de los primeros síntomas más habituales de la celiaquía, sobre todo porque incluso se producen tras ingestas ligeras. Esta hinchazón del vientre suele cursar además dolor, tanto a la presión como en reposo. Sin embargo, no siempre tienen por qué venir acompañados de gases.
Este malestar suele remitir tras dejar de consumir gluten, pero es uno de los primeros factores que sirve como pista al posible celíaco. Principalmente cuando se consumen los cereales antes indicados y en poca cantidad, señal de que podríamos estar ante la enfermedad celíaca.