Los riesgos para la salud de los perros en verano: de golpes de calor a parásitos
Viajar con nuestras mascotas es un placer, pero también debemos tener en cuenta que lo que a nosotros les afecta también les puede pasar factura a ellos
En verano nadie ni nada está exento de ciertos riesgos o enfermedades, incluso nuestras mascotas, donde perros y gatos se llevan la palma por número de hogares. Ya no hablamos solo de ver qué hacer con nuestros peludos amigos durante las vacaciones, sino también de encontrar lugares pet friendly para llevarlos con nosotros.
Aunque cada vez son más los hoteles y establecimientos que permiten alojar mascotas, sigue siendo complejo encontrar acomodo para toda la ‘familia’ y, sobre todo, saber cómo lidiar con las enfermedades estivales. Durante el resto del año tenemos nuestro veterinario de confianza, que suele conocer de primera mano todo lo que le ha pasado o puede pasar a perros o gatos, pero en verano la cosa cambia.
Igual que nosotros nos vemos obligados a buscar médicos de guardia o urgencias donde no siempre conocen nuestro historial, a perros y gatos les pasa lo mismo. Además, del mismo modo que los humanos sufrimos durante las vacaciones por algunas enfermedades tradicionalmente veraniegas, a nuestros animales de compañía les va a pasar lo mismo.
Nosotros solemos caer en las gastroenteritis —generalmente por patógenos alimentarios—, en ciertas infecciones (como otitis y cistitis) y en los siempre temibles golpes de calor. Factores que también pueden afectar a las mascotas, de una u otra forma, pues al final tenemos hábitos muy parecidos durante estos meses.
Por ese motivo es recomendable que tengamos un teléfono de veterinario a mano mientras estamos de vacaciones. El mejor prevenir que curar viene a nuestra ayuda en lo que a mascotas se refiere. Junto a ello, si perros o gatos tienen otras patologías crónicas, asegurarnos de tener sus medicaciones en orden y cantidad suficiente para enfrentarnos a los días de asueto.
Los riesgos para la salud de las mascotas en verano
Hemos de asumir que nuestras mascotas si son domésticas y habituadas a la vida en la ciudad pueden enfrentarse en vacaciones a problemas insospechados. Nos pasa a nosotros, cuando nunca salimos del asfalto y de repente nos llenamos de playa, monte o naturaleza, y también les pasará a ellos.
Cambiar el día a día por prados, arena de playa, una gran exposición al calor o al sol pueden ser factores que desencadenen ciertas reacciones o enfermedades. También puede ser que enfrentemos a nuestros perros —principalmente, por salir más de casa— a ciertos parásitos que no están presentes en el día a día.
Golpes de calor
Lo mismo que no haríamos nosotros es lo mismo que no debemos hacer con nuestros perros. Sintetizamos este problema en perros, pues es más habitual que estén fuera de casa que los gatos, lógicamente. Las pautas a seguir para evitar los golpes de calor en mascotas son muy parecidas a las que tendríamos nosotros.
- Evitar pasear en las horas centrales del día.
- Tener agua siempre a mano durante los paseos y hacer paradas para descansar.
- Cuidar las almohadillas para el exceso de sudoración y quemaduras.
- Nunca dejar a las mascotas solas en el coche, ni con ventanillas abiertas.
Aún así, identificar un golpe de calor no es fácil. Por este motivo, Paloma Ballester Aguado, veterinaria del Servicio de Urgencias de AniCura Velázquez Hospital Veterinario, explica cómo hacerlo: «el jadeo intenso es la forma más visible para percatarnos de que la temperatura corporal del animal está subiendo por encima de lo normal». Además menciona el «exceso de sudoración en las almohadillas de sus patas, las alteraciones en la salivación o dificultad en sus movimientos».
En un sentido parecido además advierte de ciertas razas caninas más susceptibles de sufrirlo como son las braquicéfalas como el Bulldog francés, el Bulldog inglés, el Carlino o el Bóxer. Los motivos están en la forma de su propia cabeza pues «tienen un paladar blando algo más largo que otras razas y que les dificulta la respiración, que es el principal factor de riesgo ante los golpes de calor».
Gastroenteritis
De igual modo que nosotros alteramos nuestras rutinas alimenticias, puede que le pase lo mismo a nuestros perros. A veces se producen episodios de náuseas, vómitos y diarreas, provocados por la gastroenteritis y la modificación de ciertos hábitos o, también frecuente, por ciertos parásitos en las mascotas. En verano controlamos menos qué comen nuestros perros, sobre todo cuando los paseamos en entornos que no conocemos.
A ello hay que sumar que no siempre hacemos el mismo caso a sus tempos nutricionales, modificando sus costumbres. Si a ello le añadimos que el perro también tiene menos apetencia —por el calor, principalmente— agregamos muchos factores que pueden desembocar en una gastroenteritis. En el caso de que se produzca hay que contactar con un veterinario, comprobar qué tipo de diarrea se está produciendo y ver si necesita tratamiento.
A partir de ahí, lo habitual respecto a una diarrea: dieta blanda (el mismo arroz blanco con algo de proteína cárnica hervida) y una gran reposición de líquidos hasta restaurar el equilibrio de nuestro cánido.
Otitis
También nuestros perros suelen sufrir otitis veraniegas. Es muy habitual, sobre todo cuando permitimos que los perros se bañen en playas, piscinas o piscinas naturales, aunque suele ser el agua del mar el que más problemas genere. Hongos y bacterias a las que están poco acostumbrados se introducen en su pabellón auditivo, con condiciones de humedad y temperatura que permiten el crecimiento en las mascotas.
Es posible que también suceda por la presencia de cuerpos extraños, como espigas o pólenes, que entran tanto en nariz y boca como orejas. De todas formas, las otitis más habituales suelen ser reacciones alérgicas, pero podrían ser también consecuencia de ciertos parásitos como los ácaros. Secreciones, más cerumen, enrojecimiento de la zona o rascado de orejas intenso son señales que los perros mandan cuando la otitis aparece.
También es habitual que aparezcan conjuntivitis por la presencia de esas bacterias, sumadas a la arena, a la suciedad y a las altas temperaturas, por lo que debemos prestar atención a los ojos de nuestros perros tras pasar por la playa.
Parásitos en la piel de las mascotas
Garrapatas, pulgas y chinches saltan a la palestra veraniega de las mascotas y se acomodan en la piel de nuestros perros, aunque no son los únicos animales expuestos. Los gatos, incluso los muy domésticos, pueden verse afectados por estos parásitos si estamos en entornos especialmente rurales o silvestres. Por fortuna, las costumbres higiénicas del gato hacen más sencillo eliminar ciertos de estos indeseables parásitos.
Es además muy frecuente que las garrapatas, aletargadas durante el invierno, lleguen en verano a nuestros perros sobre todo tras pasear por zonas de bosque o de hierbas altas. No olvidemos tampoco que las garrapatas no solo son un problema per se, sino que pueden ejercer de transmisoras de distintas zoonosis. Por ello, se recomienda siempre una desparasitación acarícida de los perros tras las vacaciones y, mientras estamos en ellas, proceder a hacer exámenes visuales y táctiles de su pelaje.