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Periostitis: así es el dolor en pantorrilla que te impide hacer deporte (y cómo se cura)

A los que corren, a los que no, a los que conducen, a los que trabajan de pie, a los que no salen de la silla… Esta dolencia no hace prisioneros, pero es fácil de identificar

Periostitis: así es el dolor en pantorrilla que te impide hacer deporte (y cómo se cura)

Una mujer con periostitis tras una caminata es ayudada por un hombre. | ©Freepik.

La famosa ‘espinilla’, esa parte frontal de la pantorrilla, es una de las partes más delicadas de nuestro tren inferior y, a menudo, una fuente de problemas a la hora de hacer deporte donde el músculo tibial anterior nos manda señales de alerta a menudo. Tirones, calambres, sensación de agarrotamiento y la necesidad de parar cada poco tiempo debido a un dolor ascendente que se multiplica en la parte baja de la pantorrilla son los síntomas de la periostitis tibial.

Un nombre que persigue tanto al deportista amateur como al deportista profesional (es una dolencia habitual en futbolistas, por ejemplo el defensa francés Ferland Mendy), donde el periostilo (una fina membrana que recubre la parte exterior de la tibia —el hueso— y que la une a los gemelos, los músculos tibiales y los peroneos) se inflama, provocando ese dolor que incluso se puede reproducir en ejercicios tan cotidianos como estos de andar y perder peso: cuántos pasos exactos hay que dar al día para adelgazar que ya te explicamos en THE OBJECTIVE.

De esta manera, el malestar se irradia desde la parte anterior o frontal de la pantorrilla hacia la musculatura posterior y genera una incapacidad o molestia incluso para hábitos cotidianos. Curiosamente, no es solo patrimonio del deportista la aparición de la periostitis, sino que puede sacudir a diferentes grupos, incluidas las personas con hábitos de vida sedentarios y también a aquellos que hacen cierto ejercicio o que, incluso, trabajan de pie y pasan largas jornadas así.

Tampoco hace prisioneros en cuanto al rasgo etario ni al género, pues se puede producir en adultos jóvenes y en personas maduras e indistintamente en hombres y mujeres, si bien es cierto que hay complicaciones asociadas al calzado femenino (como los tacones, cuñas o plataformas) que pueden suponer una mayor sobrecarga muscular en la zona.

Una mujer con tacones sufre dolor en los talones
El tipo de calzado que utilicemos está muy relacionado con su aparición. ©Freepik.

De hecho, también hay profesiones que son especialmente susceptibles a la aparición de la periostitis, dando por supuesto que camareros y profesionales de hostelería, así como vendedores y personas de cara al público están en el foco esta molestia que, por fortuna, no reviste una especial gravedad salvo que no se deje correr. Curiosamente, también profesiones tradicionalmente sedentarias como la de los conductores lo sufren, motivado en este caso por la postura y la actitud repetitiva del pisado de los pedales, que también lastra a esta fina membrana que pone en marcha a toda la musculatura de la pantorrilla.

Además, es muy habitual que la periostitis, que es una dolencia fácil de diagnosticar pero difícil de erradicar por completo —aunque no es complicada de controlar— se multiplique en aquellos deportistas ocasionales. La falta de costumbre deportiva, sumada a malas técnicas o a malas elecciones de calzado o de marcha, puede suponer una complicación mayúscula para este malestar de las pantorrillas, punzante y seco, sobre todo cuando se eleva el ritmo.

La periostitis, una patología de novatos y profesionales

Puede suceder que aparezca tras una caminata larga, tras salir a correr o tras un esprín corto, produciéndose un malestar que se puede definir como una sobrecarga en gemelos y espinillas, además de una molestia localizada en la parte media de la pantorrilla.

Una mujer con periostitis tibial en un sofá
Es una dolencia recurrente en personas que no están acostumbradas a hacer ejercicio o que pasan muchas horas de pie. ©Freepik.

En esos casos es muy habitual que su proliferación venga dada por una baja preparación muscular del que la sufre, especialmente cuando hay muy poca continuidad en el ejercicio, o cuando la intensidad o volumen son muy superiores a los que estamos acostumbrados. Sin embargo, también nuestro calzado tiene muchas cosas que decir y, sobre todo, cómo pisamos y dónde pisamos.

Habitual en corredores —sin importar la distancia—, las personas que hacen running sobre superficies duras como el asfalto o el pavimento urbano suelen sufrir la periostitis debido al alto impacto que estas superficies suponen sobre las articulaciones del tren inferior, aunque también es relevante que nos fijemos en nuestro pie (los pies cavos y los pies planos multiplican las posibilidades) o a un exceso de pronación (también frecuente en los pies planos) como responsables de su aparición.

Además de eso, debemos tener claro que el equipamiento con el que contemos también puede ser responsable de este dolor o, en cierta medida, acrecentarlo. Aunque va a ser más importante el tipo de calzado que tengamos si estamos haciendo deporte, la realidad es que un calzado excesivamente blando que utilicemos de manera intensiva también complica la periostitis tibial, aunque es en el caso de los deportistas cuanto más severo es.

Aplicación de un tratamiento de frío sobre una tibia
Los tratamientos con frío suelen mitigar los efectos de las periostitis. ©Freepik.

Frente a una escena de ligereza o comodidad, los calzados con poca suela o con suelas demasiado blandas y maleables son los peores enemigos de este tipo de dolencias, pues el apoyo del pie cambia. Del mismo modo, cambia nuestra pisada y también el gesto que tenemos que hacer a cada paso, razón por la que sería conveniente utilizar zapatillas que tengan un perfil más elevado (con el talón más alto que la punta, bastará con un centímetro o centímetro y medio) y que tengan una suela más rígida sin llegar a ser dura.

Como decíamos anteriormente, la periostitis tibial es una dolencia que tiene una gran variedad de causas y que, por desgracia, no es tan fácil de erradicar. En el caso de los deportistas se recomienda cambiar las rutinas deportivas, insistir en calentamiento previo y en estiramientos posteriores y, sobre todo, prevenir y cambiar los hábitos que la generan. Algo que es complicado que suceda cuando podemos achacar su aparición a las jornadas laborales. Por eso, conviene ver cómo tratar la periostitis una vez que ha aparecido.

  • Cesar en la actividad que genera el malestar.
  • Aplicar vendajes compresivos en la zona.
  • Utilizar frío local mientras mantenemos la pierna elevada.
  • Antiinflatorios no esteroideos (AINEs) pautados por el médico.

A ello, para atajar las fases agudas de un dolor que no suele ser incapacitante pero que sí obliga a parar, también se apunta a hacer estudios de la pisada que permitan determinar las malas posturas al caminar, correr o mantenerse de pie, y también a ciertos hábitos del sedentarismo que debamos corregir, entre los cuales también cabe citar el sobrepeso.

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