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Carbohidratos y diabetes: la realidad de una relación amor odio

La aparición de la diabetes no se debe exclusivamente a consumir carbohidratos, aunque influya, pero sus factores van mucho más allá de la simple dieta

Carbohidratos y diabetes: la realidad de una relación amor odio

Una cuchara con azúcar y un estetoscopio | ©Freepik.

Es muy habitual que temamos a los carbohidratos cuando la diabetes tipo 2 ha entrado en nuestras vidas. Sin embargo, una serie de malentendidos hace que también tengamos reticencias hacia los hidratos de carbono incluso cuando esta enfermedad no está presente. Es evidente y hay estudios científicos que avalan que una dieta bajo en carbohidratos puede beneficiar a personas con sobrepeso, resistencia a la insulina o diabetes, enfermedad en la que somos segundos de Europa en porcentaje, según informa la Sociedad Española de Diabetes.

Lo que no es evidente y además sienta un mal precedente es vincular el consumo de carbohidratos con la aparición de la diabetes tipo 2. Mantra tradicional respecto a esta enfermedad, la realidad es que la aparición no se debe solo a una dieta llena de carbohidratos.

Puede vincularse, claro, pero no es el requisito indispensable y es posible que la diabetes aparezca en dietas pobres en hidratos de carbono. Lo triste es que además hablamos, si nos referimos a España, de una enfermedad que afecta a uno de cada siete españoles. Es decir, hay alrededor de un 15% de diabéticos en nuestro país, por eso conviene comprender cómo aparece y por qué no demonizar los carbohidratos.

Los orígenes reales de la diabetes (y no son los carbohidratos)

Una persona con diabetes controla su azúcar en sangre
Existen muchos mitos y falsas creencias a la hora de comprender el origen de la diabetes. | Freepik

¡Ojo! No estamos abriendo la veda a atiborrarnos a ellos, especialmente a los que más azúcares añadidos tienen y que menos nos aportan. Eso también significa que controlemos la calidad de los hidratos de carbono que tomemos, dando más espacio a los que supongan un pico glucémico menor o los que nutricionalmente aporten también proteínas o grasas de calidad. Por este motivo ahondamos a menudo en THE OBJECTIVE en que los cereales que tomemos sean integrales o en reducir el azúcar libre.

Como ya te explicamos en alguna ocasión, uno de los principales factores que desencadena la diabetes es un superávit energético crónico. Dicho en otras palabras, un superávit de calorías dietéticas, en detrimento de ese déficit calórico que necesitamos para adelgazar y perder peso. A nuestro cuerpo no le sienta bien la grasa de más y le da igual el origen de los macronutrientes que lo genere, razón por la que prevenir la diabetes no pasa solo por arrestar a los carbohidratos.

De hecho, el arresto debe ser al total de las calorías, que luego van a ser las que desemboquen en sobrepeso u obesidad si llevamos un estilo de vida sedentaria. Como veis, se trata de una concatenación de factores que también se vinculan con el síndrome metabólico. Aún así es cierto que cuanto menos nutritivos son nuestros alimentos y, sin embargo, más calóricos, peor nos irá para intentar plantar cara a la resistencia a la insulina.

Por eso el exceso de azúcares, de grasas o de alimentos ultraprocesados es el camino a evitar si queremos que la diabetes no aparezca. No obstante, insistimos en que la dieta no es la única enemiga. Hemos también hecho hincapié en esos hábitos de vida sedentarios que impiden ‘consumir’ las reservas de energía y que son fundamentales para no coger kilos.

Enemigos más allá de la dieta

Una mujer diabética se inyecta insulina
Son muchos los factores que pueden desencadenar la resistencia a la insulina. | Freepik

Aun así, no es la única batalla que debemos disputar si queremos evitar la diabetes o, cuanto menos, coger menos papeletas para que aparezca. Hemos de comprender que la avanzada edad o que un componente genético también influyen, pero podemos intentar combatirlos con nuestros hábitos saludables.

En este caso hemos de mencionar al estrés crónico y a la falta de sueño. En el segundo caso, cuando esto se produce a menudo, ya sea con insomnio o con poco descanso, se alteran los ritmos circadianos. Se sucede así una retroalimentación que impide, por ejemplo, que el metabolismo basal ‘consuma’ energía, pero también secretamos menos testosterona y así formamos un círculo vicioso que torpedea nuestras noches.

El problema de la sobrealimentación crónica

Vista cenital de varios ingredientes ricos en carbohidratos
El problema no está en los hidratos de carbono para sufrir diabetes, sino en el superávit calórico continuado. | Freepik

Comemos mucho —demasiado— y quemamos poco. Nuestro organismo ha evolucionado a lo largo de miles de siglos para, por ejemplo, quemar grasa en ejercicios de baja intensidad y quemar glucosa en ejercicios de alta intensidad. Por desgracia, los últimos cien años han supuesto tener un acceso en Occidente a más comida y energía de la que necesitamos.

Aquí es donde entra esa sobrealimentación, que no ha de vincularse solo a los hidratos de carbono, sino en general a cualquier producto que dispare nuestras calorías. Es decir, cualquier dieta hipercalórica —de nuevo la importancia del déficit calórico—contribuye a aumentar la resistencia a la insulina, primer paso de la diabetes. Como consecuencia, también se produce un incremento de adiposidad —grasa corporal— en los tres niveles de grasa almacenable que al mismo tiempo incrementan esa resistencia a la insulina.

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