Vivir con animales de compañía: beneficios para la salud... pero también desventajas
Mentales o físicas, las posibles ventajas de cuidar animales también deben compararse con hipotéticos perjuicios de su crianza
Quien tiene un amigo tiene un tesoro, y si tiene además un amigo fiel que no nos deja tirados, mejor que mejor. Algo así como sucede con los animales de compañía, que pueden ser gatos o perros, dentro de lo más evidente, pero también hay más opciones. Aves, conejos, otros roedores, peces, reptiles, tortugas… El repertorio de lo que consideramos animales de compañía o mascotas es amplísimo, incluso pudiendo llegar a incluir a los caballos en este nicho.
Como es lógico, puede resultar evidente que tener animales de compañía incluye beneficios para las personas que los cuidan y crían. Aunque siempre es exiguo el límite de la propiedad o tenencia, la realidad es que hay abundante literatura clínica que, por ejemplo, avala las ventajas para la salud de tener perros. Junto a ello, estudios de más tamaño que avalan en términos totales los beneficios de tener animales de compañía se llevan produciendo durante años.
Entre las ventajas más habituales suelen citarse mejores físicas y también relacionadas con la salud mental. Eso no quiere decir que se tome como palabra de Dios el hecho de tener animales para mejorar, ojo, pero sí que puede ayudar. En términos globales, se ha apreciado que los propietarios de mascotas tienen mejores tasas de supervivencia a enfermedades coronarias. También que, en términos generales, tienen una mejor salud mental y física.
Animales de compañía en casa: ‘mens sana in corpore sano’
Además, lleva varias décadas apuntándose a que la intervención asistida con animales mejora también la salud mental y la calidad de vida de personas con trastornos neurológicos o del desarrollo. No en vano, incluso hay estudios que avalan que los propietarios de perros viven más tiempo después de un infarto de miocardio que los no propietarios. Una relación que otros estudios también han vinculado con una reducción del riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares por tener mascotas.
En este supuesto, conviene entender que además de realizar ejercicio, en función de la mascota, se vincula con ratios menores de estrés. Son varios los testimonios que vinculan esa reducción del estrés cardiovascular, así como una menor presión arterial e incluso un descenso de la tensión muscular en algo tan trivial como ver un acuario. A ello también se debe citar pruebas de un incremento de la dopamina y las endorfinas. Algo que también acontece con la reducción del cortisol —la hormona del estrés— tras interactuar con perros. Cambios todos ellos citados en The Health Benefits of Companion Animals, tras comprobar 25 años de literatura médica relacionada con las mascotas.
Una correlación que también se traslada a las personas más mayores, incluso con deterioro cognitivo, pues hay pruebas de que un perro en residencias de ancianos que sufren Alzheimer aumentan su calma y su interacción social al recibir perros. También se apreciaron mejores dietéticas y de peso en las personas con Alzheimer que tenían acuarios en las zonas donde cenaban. Incluso se aprecian mejoras en la relación con la soledad de este tipo de residentes cuando hay terapia animal en el centro. Sin embargo, también puede haber contraprestaciones en el trato con las mascotas.
Las desventajas potenciales para la salud
Como vulgarmente se dice, no todo el monte es orégano. En el caso de tener animales de compañía no iba a ser una excepción. Por eso, también conviene comprobar que no solo hay beneficios, sino también posibles desventajas, aunque no se dan siempre ni en todas las personas.
Lo cierto es que los animales de compañía o las mascotas pueden desembocar en una dependencia emocional de un animal, más aún cuando falta. Una relación que además se acrecienta cuando el animal fallece, lo que se considera un luto prohibido, o el sufrimiento que la enfermedad de un animal puede ocasionar.
Aunque también se ha evolucionado enormemente en las sociedades occidentales en el mundo del pet friendly, lo habitual tampoco es que podamos hacer nuestra vida plenamente con ellos. Viajar, alojarse en hoteles, ir a restaurantes o usar determinados transportes públicos puede ser imposible con según qué mascotas. Cuando esto sucede, se genera una cierta insatisfacción, además de aumentar la distancia social con otras personas.
No menos evidente es también comprobar que hay malestares físicos que nos pueden afectar. Entre los más habituales se citan las alergias y el asma, especialmente con gatos o perros, pero también la exposición a hipotéticas zoonosis, mordeduras o arañazos, como indica este estudio.