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Gases: seis alimentos que no esperabas que produjeran flatulencias (pero lo hacen...)

Si quieres evitar el malestar intestinal, algunos de estos alimentos tan cotidianos tienen demasiado que decir a la hora de amargar digestiones

Gases: seis alimentos que no esperabas que produjeran flatulencias (pero lo hacen…)

Varios alimentos en una mesa blanca, incluyendo guisantes y coliflor | ©Freepik.

En el tribunal de los gases siempre hay ciertos sospechosos habituales encausados. Es inevitable que, al pensar en aquellos elementos que producen flatulencias, citemos a las legumbres como casi criminales de guerra. Lo cierto es que lentejas, garbanzos y todo tipo de alubias o habichuelas no están solas.

También conviene comprender que se trata de una reacción de lo más natural, pues el gas intestinal es una consecuencia evidente de tragar y hacer la digestión. El problema está en que los gases, más allá de la incomodidad asociada a eructos y flatulencias, podría ser signo de un trastorno digestivo.

Puede suceder con la hernia de hiato o con el reflujo gastroesofágico, que además multiplican la incomodidad de los gases. También podría enmascararse una hipotética celiaquía, además de otro tipo de intolerancias, como sucede con los azúcares. En este caso hablamos de la lactosa de forma recurrente, pero también puede pasar con la fructosa o con ciertos edulcorantes.

No menos relevante es recordar que el síndrome del colon irritable también tiene entre sus síntomas el exceso de gases. Razón por la que también hemos de tener cada día más claro que hay ciertos alimentos que deben ser puestos en cuarentena si queremos evitar los gases. O, cuanto menos, tenerlos identificados para no llevarnos desagradables sorpresas.

Cómo evitar que las legumbres produzcan gases

Varias legumbres que producen gases como alubias, lentejas o garbanzos
Hay opciones de hacer menos flatulentas las legumbres.  | Freepik

Sí, sabemos que es el pan nuestro de cada día si una fabada o un cocido aparece en la mesa. Pero eso no quiere decir que las evitemos o que, en la medida de lo posible, sepamos cómo enfrentarnos a los gases que producen las legumbres. Por este motivo, se recomienda dejarlas en remojo, pues el agua ablanda las pieles —que acumulan buena parte de la fibra insoluble de las legumbres— y liberan los azúcares oligosacáridos.

También es una tradición que utilicemos cierto tipo de hierbas aromáticas o condimentos para plantar cara. Entre las más citadas, hay que recordar al romero, al hinojo, al comino y al anís, que tienen propiedades carminativas. Esto significa que evitan la creación de gases o que, a posteriori, favorecen su eliminación. Razón por la que es mejor prevenir y utilizarlas en las recetas y no como infusión tras la comida.

Entre el resto de evidencias para que las legumbres no nos amarguen la digestión, hay opciones. Lo más fácil es convertirlas en cremas o purés, que son más fáciles de digerir y comer despacio. Este ejemplo permite además reducir la aerofagia por incorporar demasiado aire entre bocado y bocado.

Alimentos que producen gases más allá de las legumbres

Ya sabemos que los alimentos ricos en fibra son un buen caldo de cultivo para que los gases aparezcan. Por este motivo, resulta evidente descartar a las crucíferas. Si no sabéis qué son, es fácil identificarlas, pues también son las brassicas o todas esas hortalizas de la familia del repollo, el brócoli o brécol, la coliflor, las coles de Bruselas, la lombarda o la berza… Allí donde haya coles, habrá gases.

Sin embargo, hay alimentos con mucha mejor prensa que a veces amargan la digestión. Pueden ser frutas y verduras con mucha buena fama. Pueden también ser elementos muy presentes en nuestro día a día e incluso algunos productos que bebamos sin casi darnos cuenta.

Lo que sí es cierto es que también es muy obvio que no debemos mencionar a, por ejemplo, las bebidas carbonatadas. Aquí tanto refrescos como cervezas o fermentados con burbujas —como el champán— van a aumentar el riesgo de tener gases. No obstante, veamos qué sorpresas esperan en la lista de la compra.

Manzana

Las manzanas, entre otras frutas, tienen sorbitol, que no es más que un tipo de azúcar presente en este tipo de alimentos. En este sentido, también la pera, el membrillo, el melocotón o el albaricoque tienen sorbitol. Lo que sucede es que es un azúcar que no se digiere especialmente bien, motivo que provoca que fermente en el intestino grueso y se generen los gases.

A eso hay que sumar la cantidad de fibra que la manzana —o la pera— tienen, sobre todo si se comen con piel, lo que alimenta a esa fauna bacteriana de la microbiota, como ya te contamos en THE OBJECTIVE, y genera más gases.

Cebolla

Aunque lo sinteticemos en cebolla, la verdad es que todos los miembros del género Allium son flatulentos. Eso incluye también al ajo y al puerro, pero son los dos primeros los más ricos en fructano. ¿Y qué es el fructano? Pues no es otra cosa que un azúcar con una cadena de moléculas de fructosa unidas a una molécula de glucosa. Es decir, volvemos a hablar de azúcares y de carbohidratos.

Aquí sucede que nuestro sistema digestivo no puede romper perfectamente estas cadenas, así que pasan al intestino grueso o colon y aquí, gracias a las bacterias, fermentan. Hinchazón, diarrea y gases vuelven a aparecer y vuelven a amargarnos, razón por la que la cebolla (y el ajo, las chalotas, el puerro y el resto de parientes nos complican las digestiones).

Bebida de soja

Botella con bebida de soja
La bebida de soja no deja de estar elaborada con un producto rico en fibra. ©Freepik.

Es posible que abandones el mundo de la leche de vaca por la intolerancia a la lactosa. También porque creas que te esté sentando mal y, entonces, acudas a bebidas vegetales. Aunque sabemos que por normativa no son leches, lo cierto es que son sustitutivas de éstas y cada vez más a menudo.

Lo que quizá no sepas es que la alternativa de la bebida de soja, si huyes de los gases que provoca la leche convencional, quizá no sea la mejor. Aquí sucede que aparecen los galactooligosacáridos, que vuelven a ser azúcares (en este caso unen glucosa y galactosa) y que están muy presentes en la soja, generando de nuevo esos gases. Por eso, puestos a buscar opciones, es más recomendable la bebida de almendra porque tiene menos hidratos de carbono fermentables.

Champiñones

Volvemos a la síntesis dando un nombre concreto, pero en general va a pasar con las setas. Sucede porque tienen manitol, un tipo de edulcorante que deriva de un azúcar simple como la manosa y que está muy presente en todo tipo de setas. De nuevo topamos con un sacárido de difícil digestión y, de nuevo, un aliado de los gases.

Por este motivo, consumir setas en abundancia genera gases, que también se puede complementar con las indigestiones que generan, pues son difíciles de digerir si se comen en grandes cantidades.

Sandía y melón

Varias rodajas de sandía cortadas sobre un fondo amarillo
El azúcar de la sandía fermenta y produce gases.  | Freepik

Tanto monta y monta tanto. Si hablamos de frutas y gases, hay que poner a este par de cucurbitáceas en el banquillo de los acusados, pues vuelven a ser ricas en cierto tipo de azúcares que, tras fermentar en el intestino grueso, nos van a complicar la digestión y a favorecer la aparición de gases.

Aquí la reina del baile es la fructosa, que va a generar esos gases. Además, como son frutas con mucho agua, la sensación de hinchazón también aumenta con fácilmente, pues son saciantes pero refrescantes.

Guisantes

Los guisantes son los primos verdes de las legumbres y, en esencia, siguen siendo legumbres. Lo único que los diferencia de las habas secas es que se toman en verde, pero la cantidad de galactooligosacáridos que tienen vuelve a suponer el mismo problema que con la bebida de soja.

De esta manera, podemos comprender que todos esos alimentos que vengan en vainas (como las habas, las verdinas, las pochas o las habas frescas) van a multiplicar nuestros gases intestinales, por muy verdes que sean.

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