Ácido úrico alto: los alimentos a evitar en casos de hiperuricemia y gota
Nuestros riñones agradecerán que nos cuidemos un poco más y saquemos de la dieta a elementos como el marisco, pero no son los únicos enemigos
Varios crustáceos | ©Freepik.
Seguramente la gota suene a cosa del pasado, pero sigue vigente hoy en día. Los niveles altos de ácido úrico han maltratado a las clases sociales desde tiempos inmemoriales y, por suerte o por desgracia, ahora quizá no sean tan frecuentes. Lo irónico es que cuando presentamos niveles elevados de ácido úrico en la actualidad suelen tener menos que ver con esos ataques de gota que se apoderaban de Carlos I de España.
Como suele pasar con otro tipo de patologías, la hiperuricemia tiene causas muy diversas. Nuestra genética influye. También nuestro sexo o nuestra edad. La buena y la mala noticia es que esos parámetros no los podemos alterar, así que toca lidiar con ellos.
La buena noticia es que podemos combatir el ácido úrico cuidándonos un poco más. El problema está en que si no ponemos remedio a esa hiperuricemia (los niveles elevados de ácido úrico) puede aparecer la gota. No es frecuente y tiene tratamiento médico, pero es molesta y deviene en dolores articulares y en la acumulación de cristales de urato monosódico.
Como también suele ser habitual, este tipo de patologías son más frecuentes en hombres que en mujeres. No por un patrón de género, sino por los hábitos de vida de unos y otros, especialmente en la dieta. Eso no quita que las mujeres menopáusicas sean más susceptibles de tener el ácido úrico alto. Jóvenes y niños, salvo casos excepcionales, no suelen presentar un ratio alto en este conteo que se advierte en una analítica de orina.
No obstante, conviene que ninguno de los grupos haga un uso excesivo de alimentos que degeneran en niveles elevados de ácido úrico. Lo curioso, como comentábamos antes, es que puede devenir por muy diferentes factores o alimentos que poco o nada tienen de común entre sí.
Cómo controlar los niveles de ácido úrico
En circunstancias normales, el ácido úrico se elimina sin problemas a través de la orina. Sin embargo, cuando nuestros riñones no funcionan bien, la excreción se ralentiza. El abuso de diuréticos puede generar daño renal, aumentando esta retención. Otras patologías también como la diabetes descontrolada o la hipertensión afectan también a esta excreción.
Además de ello, hay ciertas enfermedades que también se pueden vincular a la acumulación de ácido úrico. Es el caso de ciertos linfomas o de la leucemia, pero también de la anemia o ser un efecto secundario de la quimioterapia o la radioterapia. Como es habitual en este tipo de patologías, la obesidad también es un factor de riesgo, especialmente por su vinculación con la dieta.
Es aquí donde debemos poner un ‘fantasma’ sobre la mesa: las purinas. Estos compuestos químicos se generan en el ADN y en el ARN. Cuando nuestro organismo rompe estas cadenas de ácidos, devienen en ácido úrico, razón por la que se encuentran de forma natural en el cuerpo. Contra las internas apenas podemos luchar, pero sí podemos intentar minimizar las que ingiramos.
Además de evitar ciertos alimentos que ahora desglosaremos, hay ciertos comportamientos que también ayudarán. Minimizar el consumo de azúcar y productos azucarados es uno de ellos. También ayudaría el no consumir alcohol, ya que aumenta la deshidratación y esto se vincula al aumento de ácido úrico. Como alternativa, el consumo de café parece haber demostrado su buen desempeño contra el ácido úrico.
Como es evidente, controlar bien los niveles del azúcar en sangre —la famosa glucemia— es fundamental. Razón por la que conocer el índice glucémico (del que ya te hablamos en THE OBJECTIVE) de nuestros alimentos resulta muy práctico. También hacer deporte o bajar de peso ayudarán, como es lógico. Como plus, se suele recomendar consumir alimentos ricos en fibra y en vitamina C ayudarán.
Qué alimentos elevan los niveles de ácido úrico
El ácido úrico alto o hiperuricemia tiene en ciertos alimentos a sus mejores valedores. Es muy habitual que se asocie su presencia a un desmesurado consumo de carnes, pero también a ciertos pescados y mariscos. En el caso de las primeras es conveniente reducir la ingesta de vísceras y casquería, especialmente si hablamos de órganos. También reducir la ingesta de carne roja y de aves como el pollo o la caza de pluma.
No obstante, no está sólo en tierra el riesgo. Generalmente los alimentos cargados de proteínas de alto valor biológico y de hierro hemo serán los más ricos en purinas, debido a esa presencia natural. Por eso, conviene evitar también todo tipo de mariscos, independientemente de que sean crustáceos o moluscos. Tampoco se deben consumir pescados azules, pues también tienen ratios de purinas altos.
En un tercer estadio, no con tanta cantidad, pero también relevantes en cuanto a purinas, encontramos ciertas hortalizas y vegetales. Sucede con los espárragos y la coliflor, amén de ciertas legumbres y las setas, pero en cantidades mucho menores que las carnes o los mariscos.
