Cómo limpiar las gafas: los cinco pasos para lavarlas bien y ayudar a tu vista
Limpiar las gafas es ir más allá de los cristales, pues en ellas se alojan patógenos y gérmenes
A la hora de hablar de limpiar las gafas es muy habitual que pensemos en la parte por el todo. Creemos que lo fundamental es tener siempre unos cristales o lentes limpias. Sin embargo, no debería preocuparnos ver bien y evitar vistas borrosas, sino también ir más allá.
En un país como España, donde un 37% de la población es miope y donde cerca de un 8% es hipermétrope, ser consciente y consecuente con la higiene de gafas o lentes de contacto es fundamental. Quizá más con las segundas, independientemente de su formato, donde un carácter escrupuloso en la higiene y mantenimiento de lentillas es primordial. Casi llegando al grado de epidemia de miopía, tal y como ya te contamos en THE OBJECTIVE, comprender la responsabilidad de la limpieza de las gafas es fundamental.
Lesiones como la queratitis o la conjuntivitis están a la orden del día en las personas que usan lentillas. Aún más en verano, evidentemente. No obstante, no son las únicas patologías vinculadas a su uso como también sucede con el síndrome del ojo seco. Por desgracia, usemos gafas o usemos lentillas, hay ciertas lesiones oftálmicas que pueden atacarnos por igual y buena parte de las soluciones pasa por lavar las gafas bien. Como es evidente, unas gafas sucias también son más incómodas y también pueden acrecentar los problemas de visión que tengamos.
A las gafas, como a las lentillas
Lo irónico es que a veces somos especialmente escrupulosos con el uso de las lentillas, por el hecho de estar dentro del globo ocular, pero ignoramos señales de alerta en torno a la limpieza de las gafas. Considerar que basta esa gamuza que aparece en las fundas para limpiarlas es un error, pues el problema no está sólo en los cristales.
Tampoco en las gafas de ver, denominación común de aquellas que se utilizan para corregir defectos de la refracción. Las gafas de sol, especialmente abundantes en verano, también son un potencial foco de suciedad y contaminación al que debemos prestar atención. Por estos motivos, lavar las gafas —o limpiar las gafas— es fundamental para no tomar la parte por el todo y dejar de mirar sólo a los cristales.
El error habitual al limpiar las gafas
En el error habitual de limpiar las gafas está, como decimos, el pensar sólo en los cristales. Nada más lejos de la realidad, sobre todo en verano. Pensemos en enemigos que nos acechan a cada paso. Arena, tierra, maquillajes, cremas solares, un exceso de sudoración… A ello le podemos sumar el hecho de depositar las gafas en cualquier parte sin tener en cuenta que luego van a estar cerca, muy cerca, de nuestros ojos.
En este caso, como veréis, se trata de evitar pensar que sólo hay que fijarse en los cristales. ¡Ojo! —y nunca mejor dicho—: esto no significa que no dejemos de cuidarlos y de limpiarlos para que nuestra visión sea lo más nítida posible. No obstante, los enemigos que acechan en nuestras gafas van mucho más allá de la simple vista.
Cómo limpiar las gafas
La pulcritud a la hora de lavar las gafas pasa por entender que en nuestras manos o en las propias gafas se acumulan suciedad, patógenos y gérmenes que pueden suponer infecciones tanto bacterianas como víricas a nuestra salud ocular. Por eso, antes de lavar las gafas debemos lavar bien nuestras manos para no pasar más suciedad a la montura, patillas o cristales.
A partir de ahí, la misma limpieza. También recordamos que no se pueden lavar o limpiar las gafas con agentes abrasivos, solventes ni aquellos que tengan soluciones alcohólicas. Tampoco ser sometidos a temperaturas demasiado elevadas, pues podemos dañar las monturas —generalmente en policarbonatos, pero también metálicas— y las lentes. Estas últimas pueden ser de vidrio, de plástico, de policarbonatos o ser lo que se conoce como cristales orgánicos. En cualquier caso, todas han de ser tratadas con la misma delicadeza.
Por este motivo, el primer paso sería enjuagar las gafas con agua tibia que permita eliminar polvo y suciedad suelta. Una vez listo, el siguiente paso implica enjabonar con un jabón suave y neutro nuestras manos y limpiar con los dedos tanto monturas como lentes. Además, hagamos hincapié en las zonas donde más grasa, sudor o maquillaje se acumule. Esto es: el puente nasal o las propias patillas.
Cómo limpiar los cristales de las gafas (y cómo no)
También en las juntas que pueda haber en las gafas, especialmente las que unen patillas con montura. Tras ello, es el turno de limpiar los cristales. Sobre todo, en la parte que puede sobresalir de la montura en el caso de cristales especialmente gruesos. Cuando este paso esté completo, se deben enjuagar las lentes de nuevo con agua tibia para eliminar restos de jabón. Tras ello, han de secarse con un paño de microfibra o una gamuza que esté limpia.
Evita siempre el uso de papeles abrasivos o tejidos que puedan rayar o dañar la superficie de los cristales, un gesto habitual que se suele hacer con papel de cocina, pañuelos de papel o el propio papel higiénico. También se debería aparcar la práctica de limpiar los cristales o gafas con nuestra propia ropa o con un hálito de vaho para humedecerlas ligeramente.