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La verdad detrás de las cervezas con limón: menos recomendables de lo que parecen

Parecen muy amables, pero un vistazo a su etiqueta revela incómodas verdades

La verdad detrás de las cervezas con limón: menos recomendables de lo que parecen

Un hombre sujeta una cerveza. | ©Freepik.

El verano aprieta. Termómetros que se disparan y españoles que acuden al aperitivo como si se tratase de un maná divino. No es la Providencia, pero lo cierto es que agosto y sus temperaturas hacen que cualquier bebida refrescante se convierta en panacea y, entre ellas, la cerveza con limón parece tener especial predicamento.

Más ligera, menos alcohólica y con menos calorías que los refrescos carbonatados, la cerveza con limón lleva años subiendo como la espuma. Bien sea como radler o en las alternativas de shandy, son muchas las grandes cerveceras que crecen a costa de la cerveza con limón y aumentan nuestro consumo de alcohol en verano.

No hablamos ya de un gesto tan nimio como añadir un poco de cerveza convencional en un vaso con un refresco de limón, sino de alternativas ya envasadas que presumen de ese componente de limón. Como gancho, jugar con un contenido alcohólico menor y ser igual de refrescantes, por lo que parecen perfectas para reemplazar sistemáticamente a las cervezas convencionales.

Sin embargo, ¿es esto cierto? ¿Son las cervezas con limón tan inocuas como las pintan? Pues parecer ser que no, o así lo considera la OCU tras un reciente informe donde ‘destripa’ la realidad de buena parte de las cervezas con limón del mercado español. Por eso, mucha letra pequeña se esconde en un etiquetado al que deberíamos prestar atención antes del primer trago.

Cervezas con limón: no tan ‘claras’ como las pintan

Un hombre tatuado sujeta una cerveza con limón
Dependiendo de cómo sean, las cervezas con limón pueden tener más alcohol o más azúcar del que imaginamos. ©Freepik.

La baza por la que entrar al mercado de las cervezas con limón era vender que se trata de opciones menos alcohólicas que sus homólogas. Es cierto, evidentemente. Las cervezas con limón, independientemente de si son formato shandy o formato radler, tienen menos alcohol que el resto de las cervezas.

Aun así, dentro de ellas también hay diferencias. No sólo en el grado alcohólico, sino también en la elaboración. De hecho, parte de esa letra pequeña acaba en una dilución donde comprobamos que el limón entendido como tal puede brillar por su ausencia. Es lo que suele suceder en las cervezas shandy, menos alcohólicas, pero que se elaboran con aromas de limón y nunca con la fruta o derivados directos de ésta.

En este caso, hablamos de cervezas que suelen tener menos de un 1% de alcohol, lo que las hace las versiones más amables si no queremos consumir alcohol. Distinto es el caso de las cervezas radler, muy habituales en Centroeuropa y que en puridad sí se asemejan a una cerveza con limón.

No obstante, tienen más alcohol —entre un 2% y un 3% de grado alcohólico— y no siempre cuentan la verdad sobre ser una cerveza con limón. Especialmente si pretendemos comprender que llevan limón stricto sensu. Hay, claro, pero en porcentajes pírricos que apenas darían para saborizar la cerveza.

Y tampoco son zumos naturales, sino que suelen provenir de concentrados. No hace falta más que un sencillo vistazo al lineal del supermercado para comprobar la realidad. Una vez visto comprobamos que la mayoría de las cervezas con limón llevan azúcar, aromas, extractos de limón y muy poco limón natural.

Cuál es el problema nutricional de estas cervezas con limón

Una cerveza con limón sobre una mesa de madera
Hay dos tipos de cerveza con limón: las shandy o las radler. ©Freepik.

Es una espada de Damocles. O elegimos menos alcohol, pero sólo con aromas —shandy— o elegimos más alcohol y algo más de limón a costa de las radler. Lo cierto es que deberíamos meter una tercera incógnita en la ecuación: el azúcar. Las cervezas no son un producto edulcorado ni rico en azúcares añadidos, pero las cervezas con limón sí lo son. Por tanto, abrimos la veda a las calorías vacías.

Para ser así de ligeras y renunciar a parte de su alcohol hay que tener claro cómo. El camino es añadir refrescos carbonatados y edulcorados, generalmente a base de azúcar en su propia elaboración. Por este motivo, una cerveza con limón —sea shandy o sea radler— tiene más calorías que una cerveza convencional y suponer incluir azúcares añadidos en nuestra dieta.

¿Es este el peor de nuestros problemas? Pues no, evidentemente. Las cantidades de azúcar no son altas, pero sigue siendo azúcar. Igual que tampoco tienen tanto alcohol como una cerveza convencional. No obstante, si preocupan ambas cuestiones hay opciones: apostar por cervezas sin alcohol o 0,0%, de las que ya te hablamos en THE OBJECTIVE.

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