Los peligros de conducir en otoño: a qué elementos prestar atención en la carretera
La lluvia, las hojas, los animales o la falta de luz aparecen en un peligroso horizonte
No hay estación del año que esté exenta de riesgos en la carretera. Nunca se puede bajar la guardia ni descuidar, pero es cierto que, en España, hay estaciones que nos pueden jugar peores pasadas. Conducir en otoño puede ser una de ellas y los peligros que secundan nuestras carreteras, más todavía.
Estación por antonomasia de días relativamente cortos, de lluvias y de intensas nieblas en buena parte del país, las escenas bucólicas del otoño son bonitas para la cámara de fotos. Por desgracia, no tanto si tenemos la intención de conducir. Eso no significa que no haya riesgos al conducir en verano o primavera, pues los hay. No obstante, parece que, en general, los meses más fríos y oscuros del año tienen sobrados motivos para ser más arriesgados al volante.
Ya sabemos que los días largos y luminosos del verano o la primavera también pueden ser arriesgados. Sin embargo, suelen serlo por condiciones muy dispares a las de conducir en otoño o invierno. En general, tememos también más conducir con mal tiempo, pero eso no implica que haya estaciones exentas de riesgos.
Sin embargo, no es menos cierto que determinadas épocas del año, por ciertos condicionantes, impliquen un plus de peligrosidad. Además, una realidad que puede empeorar si, por ejemplo, el conductor ya tiene una visión condicionada como puede ser por la miopía. Situación que para muchos conductores acaba desembocando en amaxofobia o miedo a conducir, del que ya te hablamos en THE OBJECTIVE.
Los peligros de conducir en otoño: una estación llena de trampas
Pensar en conducir en otoño puede tener algo de romántico, pero ese mismo romanticismo lo carga de trampas. Por un lado, nos afectan las cuestiones climáticas y ambientales, pero también hay realidad que son intrínsecas a este momento del año. Lo cierto es que el otoño es una estación áspera para conducir por tres motivos fundamentales: baja visibilidad, climatología cambiante y poca luminosidad.
Dentro de la baja visibilidad siempre hay que tener en cuenta que es una estación predispuesta a nieblas, lo cual siempre nos debe hacer aumentar la precaución. Sin embargo, no es la única realidad climatológica que importa. Como es evidente, el otoño es una de las estaciones en las que más precipitaciones se producen en España. Además, pueden ser torrenciales y potencialmente intermitentes, alterando un día normal de conducción.
Un aliado llamado limpiaparabrisas
Vigilar durante esta época del año el estado de los limpiaparabrisas es crucial para que hagan su labor de manera correcta. Además, la simple lluvia ya también nos debería obligar a reducir la velocidad y extremar las precauciones. Pavimentos más deslizantes, tanto en carretera como en vías urbanas, es una constante de esta época del año que, insistimos, también tiene una visibilidad reducida. Algo que incrementa el riesgo de accidente al conducir en otoño.
Es cierto que podemos controlar relativamente bien lo que tenemos de frente gracias a los limpias. Por desgracia, no sucede lo mismo con lo que acontece a nuestros laterales. Motivo por el que deberíamos extremar las precauciones en determinados giros y cambios de sentido. También para hacer caso a los consejos de la DGT al conducir con lluvia.
Además, la clásica escena de caída de la hoja otoñal también implica riesgos. No suele pasar, pero pueden implicar complicaciones que disminuyan la adherencia de los neumáticos en ciertas zonas del país y provocar accidentes. Una realidad parecida a la que podemos encontrar en zonas rurales y caminos de tierra con el concurso del agua. Convertir en barro determinadas pistas forestales podría también aumentar los riesgos de accidente o de sufrir un percance con el coche.
Más allá del clima: fauna e incidencia de los rayos solares
Del mismo modo, hay que tener claro en las zonas rurales que hay un factor importante en esta época del año: la presencia de animales. Pueden ser salvajes, como ciervos, jabalíes, corzos o gamos, que son los elementos de más tamaño, pero también animales domésticos. En este caso, generalmente vacas o monturas. Sin embargo, la suma de condiciones de baja visibilidad y un clima cambiante pueden además empeorar el tráfico y complicar el conducir en otoño.
Por último, no menos relevante es hablar de las condiciones de luminosidad. No sólo porque las horas de luz natural sean relativamente pocas, sino también por cómo se producen. Es cada vez más evidente que muchos españoles temen conducir de noche, donde creen que hay más riesgos al volante.
Sin embargo, la luz en otoño también puede ser traicionera. En esta época del año, los rayos de sol caen de manera más oblicua sobre la superficie terrestre en España. Esto permite que la luz que entra por nuestros parabrisas pueda incidir de manera más directa en nuestra vista, produciendo destellos y deslumbramientos que pueden jugar malas pasadas. Algo que también sucede con las luces de otros coches en situaciones de lluvia.