La clave para dormir bien, según un estudio, es evitar los pensamientos reiterativos a futuro
Basándose en el trabajo de personal sanitario, el informe avala de qué depende el descanso
Dormir bien no es solo bueno, sino necesario. No está elevado a la categoría de arte, pero sí a la categoría de quebradero de cabeza. Parte fundamental de una vida saludable, el hecho de dormir bien conforma un círculo virtuoso que, si se realiza correctamente, provoca grandes satisfacciones.
Por extensión, el dormir mal colabora a la degeneración de un círculo vicioso de difícil solución. Dormir bien, mantener una dieta saludable, hacer deporte de manera regular, lucir bajos niveles de estrés y tener un círculo social próximo y de calidad forman parte de los ‘mandamientos’ de la vida sana.
Sin embargo, cuando una pata cojea, es posible que el resto de la mesa tiemble y se eche todo por tierra. Tanto como para acabar convirtiendo dormir bien en una auténtica pesadilla. Es evidente, como prueban determinados estudios, que nunca se habían consumido en los países occidentales tantos somníferos ni productos que induzcan al sueño como hoy en día. Occidente duerme hoy peor –y menos– que nunca y, quizás, el secreto del dormir bien pase por algo muy curioso: no pensar a largo plazo. Y, peor aún, España fue líder mundial en consumo de psicofármacos en 2020.
Algo que ha comprobado un estudio de la Universidad de South Florida, en Estados Unidos. Para ello han analizado el descanso de 144 enfermeras basándose también en la terapia mindfulness –de la que ya te hablamos en THE OBJECTIVE–. A tenor de los resultados, parece que el hecho de dormir bien (en este supuesto) se vincula a la regulación de las emociones y, también, a cómo centrase en el momento presente.
La relación entre el momento presente y el hecho de dormir bien
El estudio parte de esa relación en cómo centrarse en el momento presente y cómo corregir los pensamientos negativos repercute en la calidad del sueño. Para ello, las enfermeras debían completar tres veces al día un cuestionario, además de informar de cómo había sido su descanso de la noche anterior.
En este caso, la elección de las enfermeras como sujeto de estudio no era casual. De hecho, es algo pretendido, como publican en la propia página web de la universidad para informar del resultado. En este sentido, buscaron a las enfermeras debido a varios factores habituales en su trabajo como «largas jornadas, horarios irregulares y entorno laboral de alto estrés». Matices que, explican, «no solo pueden afectar a su salud, sino también a la seguridad del paciente».
De esta manera, lo que el estudio avala, según una de las investigadoras, es que el mindfulness afecta positivamente a cómo lidiar con estas situaciones laborales. Un camino en el que se ha revelado que el mindfulness ayudaba a experimentar menos emociones negativas y, sobre todo, menos rumiación. Este término, del que también hemos hablado en varias ocasiones, y que tiene que ver con permanecer anclado en los pensamientos negativos. No solo eso, sino también en su recurrencia.
Mindfulness y otras terapias de reducción del estrés
Por este motivo, el estudio avalaba que las enfermeras que realizaban algún tipo de ejercicio de reducción del estrés tenían mejor sueño. Citaban así el mindfulness, además de la meditación, el yoga o el taichi. No obstante, lo principal del estudio no está en solo una de las conclusiones, sino en su combinación.
Razón por la cual Claire Smith, investigadora principal, apuntaba al origen del estudio donde querían «explorar qué aspectos del sueño se ven influidos por el mindfulness y por qué». Además, en este caso, no solo lo pretenden asociar a la mejora del sueño o al dormir bien, sino «también en cómo afecta a aspectos como el manejo de las emociones».
En este caso, parece claro que vuelve a ser una de las razones que más vinculan la salud mental con cómo dormimos, una relación largamente estudiada. Dos componentes que forman parte de ese círculo virtuoso, si lo sabemos construir, antes mencionado. De tal modo, los nexos entre la mala calidad del sueño y los niveles elevados de estrés, depresión o ansiedad son una constante.
No obstante, tampoco lanzan más campanas al vuelo de la cuenta. Los propios investigadores son precavidos respecto a las conclusiones, esperando que haya futuras investigaciones. Del mismo modo, también apuntan a que no solo se analice «la mejora del sueño o la productividad». En ese caso, indican que se necesitan más estudios «para explorar los mejores métodos para reducir el estrés laboral y su aplicación en distintas ocupaciones», sacándolo también de los entornos sanitarios.