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Diverticulitis y diverticulosis: qué son, cómo distinguirlas y por qué importa conocerlas

Aunque no son tan conocidas como la gastritis o el reflujo, conviene saber de qué hablamos

Diverticulitis y diverticulosis: qué son, cómo distinguirlas y por qué importa conocerlas

Una mujer con dolor de estómago. | ©Freepik

Las enfermedades del sistema digestivo son diversas y, a menudo, empeoran con la edad. Un ejemplo de ello es la gastritis, que produce inflamación en el estómago, o el reflujo gastroesofágico, que afecta al esófago y genera malestar tras las comidas. Otro trastorno frecuente es la úlcera gástrica, que se relaciona tanto con la dieta como con el estrés. Algo de lo que ya hemos advertido en THE OBJECTIVE en varias ocasiones.

Sin embargo, hay otras patologías menos conocidas que pueden tener un gran impacto en la salud, especialmente en personas mayores. Este es el caso de la diverticulosis y la diverticulitis, dos afecciones vinculadas a la formación de divertículos en el intestino grueso.

La diverticulosis y la diverticulitis son condiciones que afectan principalmente a personas de más de 50 años. Ambas están asociadas a la dieta, el sedentarismo y otros factores que influyen en el tránsito intestinal. Aunque no son tan conocidas como las enfermedades mencionadas anteriormente, su incidencia ha aumentado en las últimas décadas. Por eso, es crucial comprender qué son, cómo se diagnostican y qué medidas se pueden tomar para prevenir su aparición.

Entendiendo los divertículos

Los divertículos son pequeñas bolsas o sacos que se forman en la pared del colon. Esta zona del intestino grueso es esencial para la absorción de agua y la formación de las heces antes de ser expulsadas. La pared del colon, al debilitarse con el tiempo, puede generar estos pequeños abultamientos que, en la mayoría de los casos, no provocan síntomas.

Los divertículos suelen aparecer en la parte inferior del colon, conocida como colon sigmoide. Esta es una de las áreas donde el intestino realiza más esfuerzo para mover el contenido hacia el recto. Si bien su presencia es común en personas mayores, también puede observarse en personas jóvenes que tienen una dieta baja en fibra, lo que dificulta el tránsito intestinal.

Aunque los divertículos no cumplen ninguna función específica dentro del sistema digestivo, su formación no siempre supone un problema de salud grave. En la mayoría de los casos, la diverticulosis pasa desapercibida y no genera complicaciones. Sin embargo, cuando uno o más divertículos se inflaman o se infectan, es cuando aparece la diverticulitis, una condición más seria.

Diverticulosis y diverticulitis: diferencias

La diverticulosis es la presencia de divertículos en el colon sin que estos provoquen síntomas o molestias significativas. De hecho, muchas personas descubren que tienen diverticulosis durante pruebas médicas rutinarias o por otros motivos. Aunque su presencia es generalmente inofensiva, puede ser el primer paso hacia el desarrollo de problemas mayores si no se toman medidas preventivas adecuadas. No obstante, conviene distinguirlas.

Por otro lado, la diverticulitis es la inflamación o infección de uno o más divertículos. A diferencia de la diverticulosis, esta afección sí provoca síntomas, que pueden ser dolor abdominal intenso, fiebre, náuseas e incluso cambios en el ritmo intestinal, como diarrea o estreñimiento. La diverticulitis, además, puede llevar a complicaciones graves si no se trata a tiempo, como la formación de abscesos o la perforación del colon, lo que requiere intervención médica urgente. Por eso, comprobar su etología es importante.

La principal diferencia entre ambas es que la diverticulosis es una condición generalmente asintomática y la diverticulitis es una inflamación que requiere atención médica. Mientras que la diverticulosis puede no necesitar tratamiento directo, la diverticulitis suele requerir antibióticos, y en los casos más graves, cirugía.

Así se diagnostican, tratan y se previenen

Para diagnosticar tanto la diverticulosis como la diverticulitis, los médicos suelen recurrir a estudios de imagen. La colonoscopia es uno de los métodos más eficaces para detectar la presencia de divertículos en el intestino grueso. También se utilizan técnicas como la tomografía computarizada (TC), que permite visualizar inflamaciones o complicaciones asociadas a la diverticulitis.

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La diverticulosis puede ser asintómatica, pero la diverticulitis sí presenta síntomas. ©Freepik.

El tratamiento de la diverticulosis, si no presenta síntomas, puede limitarse a recomendaciones dietéticas. Aumentar el consumo de fibra y mantenerse hidratado son medidas clave para prevenir la aparición de complicaciones. En el caso de la diverticulitis, se suelen recetar antibióticos y reposo intestinal, lo que implica una dieta líquida durante los primeros días del tratamiento. Si la infección es grave o recurrente, puede ser necesario recurrir a la cirugía.

Para prevenir estas afecciones, lo más importante es mantener una dieta rica en fibra. Consumir frutas, verduras y cereales integrales ayuda a mejorar el tránsito intestinal y reduce la presión sobre el colon. Además, es recomendable evitar el sedentarismo, ya que el ejercicio físico regular contribuye a una mejor digestión y previene el estreñimiento, uno de los principales factores de riesgo para desarrollar divertículos.

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