¿Cuándo debemos cambiar el estuche de las lentillas? Las bacterias que puedes contraer
Hasta que cambiemos el estuche es fundamental seguir un protocolo de limpieza que asegure su mantenimiento
El cuidado de las lentes de contacto es una práctica esencial para mantener una buena salud ocular, pero muchas veces se pasa por alto la importancia del estuche en el que se almacenan. Este pequeño pero vital accesorio puede convertirse fácilmente en un ambiente propicio para la proliferación de bacterias y otros microorganismos si no se le presta la atención necesaria.
Por eso, cambiarlo con la frecuencia adecuada, mantenerlo limpio y utilizar productos diseñados específicamente para su cuidado no solo protege contra infecciones oculares, sino que también prolonga la vida útil de las lentes de contacto. Y es que, utilizar siempre el mismo estuche puede tener consecuencias graves, afectando tanto a la visión como la calidad de vida.
La recomendación de los oftálmologos
Los especialistas recomiendan cambiar el estuche de las lentillas cada tres o seis meses. Aunque este intervalo puede variar según el estado del estuche, puesto que cualquier signo de desgaste, grietas o acumulación de residuos es una señal inequívoca de que debe ser reemplazado de inmediato.
Por otra parte, hasta que cambiemos el estuche es fundamental seguir un protocolo de limpieza que asegure su mantenimiento en óptimas condiciones. Esto implica vaciar completamente la solución utilizada para almacenar las lentillas, tras cada uso, ya que reutilizar el líquido de limpieza es un riesgo la salud ocular.
Una vez vacío, el estuche debe ser enjuagado con una solución nueva, preferiblemente la misma solución multifuncional utilizada para desinfectar las lentillas. Es importante recalcar que nunca se debe utilizar agua del grifo para enjuagar el estuche. Tras el enjuague con la solución, el estuche debe dejarse secar al aire libre con la tapa abierta, en un lugar limpio y seco, para evitar la acumulación de humedad que favorece el crecimiento bacteriano.
Qué bacterias podemos contraer
El descuido en la higiene o el reemplazo del estuche puede derivar en infecciones oculares graves. Entre ellas se encuentra la queratitis bacteriana, una inflamación de la córnea que provoca síntomas como un dolor ocular intenso, enrojecimiento, lagrimeo excesivo, visión borrosa y en algunos casos, incluso cicatrices en la córnea o pérdida de visión.
Otra amenaza es la infección por Acanthamoeba, un parásito que se encuentra comúnmente en el agua. Aunque es rara, esta infección es especialmente peligrosa, puede llegar a necesitarse un trasplante de córnea. Sin embargo, la más común es la conjuntivitis bacteriana, otra afección común vinculada a una mala higiene del estuche.
La importancia de la limpieza de las lentillas
Para minimizar estos riesgos, es esencial incorporar buenos hábitos de higiene en la rutina diaria. Antes de manipular las lentillas o el estuche, las manos deben estar completamente limpias, lavadas con agua y jabón, y secadas con un paño limpio o desechable.
El tipo de solución utilizada para la limpieza y desinfección también influye en la higiene del estuche. Las soluciones multifuncionales son una opción práctica y eficaz para limpiar y enjuagar tanto las lentes como el estuche. Sin embargo, para quienes buscan una limpieza más profunda, las soluciones de peróxido de hidrógeno son una alternativa excelente, siempre y cuando se utilicen siguiendo las instrucciones del fabricante.
Estas soluciones requieren un proceso de neutralización antes de que las lentillas puedan entrar en contacto con los ojos, por lo que es fundamental utilizar estuches diseñados específicamente para este propósito. Ignorar este paso puede causar irritaciones graves o incluso lesiones en la córnea.