¿Hasta qué punto es normal ser antisocial? Responden expertos en psicología
El ser humano es una especie social por naturaleza, aunque no todos desarrollan las mismas habilidades para vincularse
Los seres humanos somos naturalmente sociales, aunque cada persona vive y manifiesta sus necesidades de conexión de formas diferentes.
Para entender mejor las diferencias, los psicólogos Rosángel Rodríguez y Víctor Zaragoza, conocidos en redes como Rosi y Víctor, nos explican los conceptos de “antisocial”, “asocial” e “introvertido”, y cómo estos términos afectan nuestra salud mental y nuestras relaciones.
¿Qué significa ser antisocial?
Los psicólogos explican que en psicología, el término “antisocial” no se refiere simplemente a alguien que evita el contacto social, sino a un trastorno de la personalidad caracterizado por la falta de empatía y la disposición a causar daño a otros.
Las personas con este trastorno suelen mostrar una incapacidad para discernir entre el bien y el mal, violando las normas sociales y los derechos de los demás sin remordimientos. Es una condición grave que requiere atención profesional.
¿Y ser asocial?
Por otro lado, ser “asocial” se refiere a aquellas personas que prefieren la soledad y no sienten una necesidad significativa de interactuar con los demás, pero sin intenciones dañinas. Sin embargo, Rosi y Víctor destacan que el aislamiento social extremo puede tener consecuencias negativas.
“El ser humano es social por naturaleza. Evolucionamos gracias a la cooperación y la creación de comunidades. Esto está profundamente arraigado en nuestra biología”, señalan los psicólogos.
La vinculación es una necesidad básica que nos permite sobrevivir y prosperar como especie. De hecho, nuestro cerebro cuenta con un sistema de vinculación, que desde la infancia prioriza la conexión con los demás para garantizar nuestra supervivencia.
Durante la niñez, este sistema de vinculación es tan fuerte que incluso en casos de relaciones tóxicas o dañinas con los cuidadores, el niño permanecerá emocionalmente apegado.
Según los psicólogos, esta capacidad de vinculación es esencial para la salud mental y física. “Privarnos de ella puede tener un impacto profundo en nuestro bienestar”, añaden.
Introversión: una característica, no un problema
A diferencia del comportamiento asocial extremo, ser introvertido no es negativo ni problemático. La introversión es una característica de la personalidad que refleja cómo manejamos nuestra energía y estímulos sociales.
Rosi y Víctor explican que las personas introvertidas necesitan y prefieren momentos de soledad para “recargar pilas”, ya que las interacciones sociales intensas o prolongadas pueden ser abrumadoras. Esto contrasta con las personas extrovertidas, que buscan estimulación externa para sentirse revitalizadas.
“En la introversión hay un circuito interno de gran intensidad que gasta mucha energía. Por eso, demasiada estimulación social puede ser agotadora”, explican.
Sin embargo, aclaran que ser introvertido no implica aislamiento. Las personas introvertidas pueden tener relaciones profundas y significativas, solo que requieren tiempo y espacio para recuperar su equilibrio.
¿Cuándo el aislamiento puede ser problemático?
Si bien la introversión es una forma válida de personalidad, el aislamiento social extremo asociado al comportamiento asocial puede convertirse en un problema grave.
Según los psicólogos, desvincularnos de los demás puede privarnos de una necesidad esencial y afectar nuestra capacidad para formar conexiones saludables. La clave está en mantener un equilibrio que permita satisfacer nuestras necesidades individuales sin descuidar los vínculos sociales.
Resumen de las diferencias de estos conceptos
La distinción entre antisocial, asocial e introvertido es clave para comprender cómo nos relacionamos con los demás y cómo afecta a nuestra salud mental.
Mientras que el comportamiento antisocial requiere atención clínica y el asocial extremo puede tener consecuencias negativas, la introversión es una característica de personalidad válida y funcional.
Como concluyen Rosi y Víctor: “Tanto la introversión como la extroversión son formas de ser igualmente válidas, cada una con sus propias fortalezas y desafíos. Lo importante es encontrar un equilibrio que nos permita disfrutar de nuestras relaciones sociales, adaptándonos a nuestras necesidades personales, mientras cuidamos de nuestro bienestar emocional”.
Esto implica comprender y aceptar nuestras preferencias, ya sea buscando momentos de soledad para recargar energía o disfrutando de la interacción social como fuente de vitalidad, pero sin descuidar los vínculos esenciales que enriquecen nuestra vida.