Síndrome de la silla vacía: qué es y cómo lidiar con las ausencias en los días de Navidad
Las personas mayores son más propensas a sufrirlo debido a la acumulación de pérdidas y experiencias
La Navidad es una de las celebraciones más emblemáticas del año, un periodo en el que las calles se llenan de luces, los hogares se adornan y las mesas rebosan de delicias compartidas. Más allá del consumo y los rituales festivos, esta época tiene un profundo carácter emocional: es un momento de reencuentros, recuerdos y cariños compartidos. Sin embargo, no todas las emociones son de alegría. La ausencia de seres queridos se hace especialmente palpable en las reuniones navideñas, un fenómeno conocido como el síndrome de la silla vacía.
Este concepto no distingue entre ausencias recientes o de hace muchos años; el recuerdo de alguien que no está puede pesar en cualquier momento. Además, no solo afecta a quienes han perdido un ser querido, sino también a aquellos que, por razones como la distancia, conflictos familiares o decisiones personales, experimentan una sensación de vacío. La mezcla de alegría colectiva y el dolor de la ausencia convierte estas fechas en un reto emocional para muchos.
La nostalgia puede ser un hilo conductor en estas celebraciones. Las tradiciones que evocan momentos pasados y los recuerdos de otras Navidades avivan sentimientos que pueden ser tan intensos como inesperados. Aprender a convivir con estas emociones y darles un sentido es fundamental para afrontar estas fechas de manera saludable y significativa.
Qué es el síndrome de la silla vacía
El síndrome de la silla vacía no es un trastorno reconocido por la psiquiatría, sino una expresión que define una experiencia emocional común en las fechas señaladas. Se trata de la sensación de tristeza o melancolía que surge al notar la ausencia de alguien en las reuniones familiares, especialmente durante la Navidad. Esa silla vacía no solo representa a la persona que falta, sino también el impacto emocional que genera su ausencia en los demás.
Este fenómeno se intensifica en Navidad debido a la carga emocional de esta época. Las reuniones familiares, las tradiciones y las expectativas sociales de felicidad refuerzan el contraste entre quienes están presentes y quienes no. Este tipo de tristeza suele ser más intenso en personas que han vivido una pérdida reciente o tienen un fuerte apego emocional a las tradiciones familiares.
Además, el síndrome de la silla vacía puede estar relacionado con otras realidades emocionales, como el síndrome del nido vacío, del que ya te hablamos en THE OBJECTIVE, que experimentan muchos padres cuando sus hijos crecen y dejan el hogar. En ambos casos, el desencadenante es una ausencia que transforma dinámicas cotidianas y que obliga a los afectados a reconfigurar sus emociones y sus rutinas.
«Las personas mayores son más propensas a sufrir este vacío emocional debido a la acumulación de experiencias, pérdidas significativas y la ausencia de seres queridos a lo largo del tiempo», explica Miryam Piqueras, directora de Gobierno Clínico de Sanitas Mayores. «Esta época, con su énfasis en la familia y las tradiciones, actúa como un recordatorio acentuado estos sentimientos e intensificando la sensación de pérdida», ratifica.
Aunque no todas las personas lo viven de la misma manera, los sentimientos de nostalgia, tristeza o incluso rabia son comunes. Reconocer estas emociones y su origen es el primer paso para poder gestionarlas de manera saludable y evitar que empañen por completo el espíritu navideño.
Cómo sobrellevar el síndrome de la silla vacía
Gestionar las emociones que provoca el síndrome de la silla vacía requiere una actitud consciente y activa. Reconocer y aceptar el dolor es el primer paso para abordarlo. Intentar ignorarlo o reprimirlo suele intensificar su impacto, por lo que es importante dar espacio a los sentimientos, pero sin dejar que dominen la experiencia navideña.
Una forma efectiva de lidiar con la tristeza es honrar la memoria de quienes faltan. Crear un momento especial en su recuerdo, como encender una vela o compartir anécdotas que evoquen su presencia, puede transformar el dolor en un homenaje cargado de significado. Además, este gesto colectivo ayuda a los demás miembros de la familia a expresar sus propias emociones.
«La temporada navideña no está exenta de desafíos y cambios y, para muchos, esta época del año puede evocar recuerdos difíciles o pérdidas. Sin embargo, este sentimiento de tristeza no es algo fuera de lo normal», cataloga Andrea Trujillo, psicóloga de Blua de Sanitas. «Por ello, es importante reconocer y validar estas emociones para gestionarlas de la manera más saludable y natural posible», matiza.
Redirigir la atención hacia los aspectos positivos también es clave. Agradecer por lo que se tiene y valorar a las personas que están presentes puede cambiar la perspectiva y reducir el peso de la tristeza. Realizar actividades que fomenten el espíritu navideño, como preparar juntos la cena o jugar a juegos tradicionales, puede generar nuevas memorias llenas de alegría.
Por otro lado, es importante gestionar las expectativas. No todas las Navidades tienen que ser perfectas ni replicar momentos pasados. Permitir que cada año tenga su propia identidad, adaptándose a las circunstancias actuales, ayuda a integrar las ausencias sin que estas se conviertan en un obstáculo para disfrutar del presente. Practicar la gratitud y el autocuidado emocional son herramientas poderosas en este proceso.