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Esto es lo que sucede si congelas el pan y luego lo consumes, según la doctora Karen

Este carbohidrato, lejos de ser un enemigo, puede convertirse en un aliado aún más valioso si sabemos cómo tratarlo

Esto es lo que sucede si congelas el pan y luego lo consumes, según la doctora Karen

Pan congelado | Canva

El pan es un elemento central de la dieta mediterránea, ampliamente valorado por ser una fuente de energía, fibra, vitaminas del grupo B y minerales esenciales como hierro y magnesio.

Aunque durante mucho tiempo se le ha atribuido un papel negativo en dietas enfocadas en la pérdida de peso, expertos y nutricionistas enfatizan que, consumido con moderación y en sus versiones integrales, el pan puede ser un aliado en una alimentación equilibrada.

Sin embargo, un aspecto menos discutido es el impacto de su almacenamiento y preparación, especialmente cuando se trata de congelarlo y luego consumirlo.

La doctora Karen Alarcón Fuentes, gastroenteróloga y endocopista, ha explicado en un video compartido en sus redes sociales los sorprendentes beneficios de esta práctica común y sencilla.

¿Qué ocurre al congelar y recalentar el pan?

La doctora Alarcón destaca que congelar el pan y luego calentarlo provoca un cambio en su composición química. Durante este proceso, una parte de los carbohidratos del pan se transforma en fibra prebiótica.

Esta conversión tiene efectos significativos en la salud intestinal, ya que la fibra prebiótica sirve de alimento para las bacterias beneficiosas que componen la microbiota intestinal.

Según la experta, este cambio no solo beneficia la salud digestiva, sino que también tiene un impacto positivo en la regulación de los niveles de glucosa en sangre.

Esto es particularmente relevante para quienes buscan mantener un control adecuado del azúcar, como personas con prediabetes o diabetes.

Beneficios de consumir pan congelado y recalentado

Algunos de los beneficios de consumir pan congelado son:

  1. Prolonga la vida útil del pan: congelarlo es una solución eficaz para evitar el desperdicio alimentario, permitiendo disponer de él en cualquier momento sin perder calidad.
  2. Mejor salud intestinal: al congelar y posteriormente recalentarlo, una parte de sus carbohidratos se convierte en fibra prebiótica. Esta fibra favorece el crecimiento de bacterias beneficiosas en la microbiota intestinal, mejorando la salud digestiva y fortaleciendo el sistema inmunológico.
  3. Facilita la digestión: el calor aplicado tras la congelación mejora la digestibilidad del almidón del pan, lo que puede reducir problemas como la distensión abdominal y los gases. Esto lo convierte en una opción especialmente adecuada para quienes tienen sensibilidad digestiva.
  4. Regula los niveles de glucosa: la fibra ralentiza la absorción de azúcares en el organismo, contribuyendo a estabilizar los niveles de glucosa en sangre. Esto puede ayudar a reducir los picos de azúcar que suelen producirse tras consumir carbohidratos refinados.

¿Cómo aprovechar este beneficio?

Si deseas incorporar este hábito, sigue estos pasos:

  1. Congela el pan en porciones individuales para facilitar su uso posterior.
  2. Al momento de consumir, recalienta las rebanadas directamente en una sartén, tostador o horno. Esto asegura que los carbohidratos se transformen en fibra prebiótica.

Es importante evitar recalentar pan ya congelado en el microondas, ya que este método no solo puede alterar la textura, haciéndolo gomoso o seco, sino que también puede limitar los beneficios asociados al proceso de congelación y recalentamiento.

Pan horneado

A diferencia del calor seco que generan métodos como el tostador, la sartén o el horno, el microondas utiliza ondas que calientan principalmente el agua contenida en el pan.

Esto puede afectar la redistribución de los almidones y reducir la formación de fibra prebiótica, uno de los principales beneficios del procedimiento.

Un pequeño cambio con grandes beneficios

Este sencillo truco, recomendado por la doctora Karen Alarcón, resalta cómo pequeños ajustes en la preparación de los alimentos pueden marcar una diferencia en nuestra salud.

Desde la mejora de la digestión hasta la regulación de la glucosa, congelar y recalentar el pan es una práctica que combina la conveniencia del almacenamiento prolongado con importantes ventajas nutricionales.

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